Alemania, la guerra, el negocio de las armas… y el hambre
Isabella Arria
El gobierno alemán acordó la creación de un fondo especial de 107 mil millones de dólares para sus fuerzas armadas (Bundeswehr) y la inversión en defensa de más de dos por ciento del producto interno bruto del país, en cumplimiento de un acuerdo entre los integrantes de la bélica Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), de la que Berlín es uno de los integrantes principales.
La última vez que Alemania se rearmo, Europa no tuvo una muy bonita experiencia. Pero ahora 70 años después, con una Alemania integrada a la Unión Europea ¿será diferente? «Tenemos que hacernos la pregunta de qué capacidades tiene la Rusia de Putin y qué capacidades necesitamos nosotros para enfrentar esta amenaza, hoy y en un futuro», dijo el canciller alemán, Olaf Scholz, ante el Bundestag (Cámara baja).
El objetivo, subrayó, es contar con una Bundeswehr «eficiente, de última generación y avanzada», lo que implica «mejor equipamiento, equipos modernos, más personal. Eso cuesta mucho dinero, pero debería ser posible para un país del tamaño e importancia en Europa como Alemania”, añadió.
A partir de ahora, cada año, invertiremos más del 2 % de nuestro PIB en nuestra defensa, no sólo por un el compromiso adquirido con la Alianza Atlántica, sino por nuestra propia seguridad», anunció Scholz, quien advirtió a Putin de subestimar la determinación alemana de defender junto a sus aliados «cada metro cuadrado del territorio de la Alianza».
Agregó que con la invasión de Ucrania, el presidente ruso «no quiere sólo borrar un país independiente del mapa», sino que «destruye el orden de seguridad europeo» cimentado desde hace casi medio siglo en el Acta Final de Helsinki. Pero analistas señalan que se trata de un discurso populista para ganar el apoyo popular con argumento nacionalista y mitigar las protestas por la crisis social y la inseguridad alimentaria.
Más armas, más deuda, más hambre
El fondo se financiará con deuda pública, y para ello debe flexibilizar las reglas presupuestarias de la Constitución, que limitan los márgenes del déficit presupuestario. Por eso fue necesario un apoyo de dos tercios del Parlamento, conseguido en un acuerdo entre la coalición de gobierno (socialdemócratas, verdes y liberales) y la oposición conservadora.
Hoy, las colas del hambre forman parte del paisaje de algunos barrios de ciudades alemanas. El fenómeno no es nuevo, pero se está viendo agravado por una inflación que ha llegado al 7% y que hace que muchas familias en situación de inseguridad alimentaria tengan que verse obligadas a mendigar alimentos en los llamados Tafel, bancos de alimentos.
La demanda en los bancos de alimentos aumenta porque muchas personas no pueden permitirse comprar los insumos básicos. El alza del precio de la energía y de los carburantes también supone un grave problema para los alemanes, cuyos gobernantes –de todos los partidos- prefieren comprar más armas que darle de comer a la ciudadanía.
“Estamos asistiendo a una repercusión masiva del coste de la guerra y del rearme en las personas y ello se traduce en una inflación galopante de los precios de la energía y de los alimentos”, explica Patrik Köbele, presidente del Partido Comunista Alemán
Con este fondo de guerra, Alemania pasa a ubicarse en el tercer lugar mundial en la tabla de gasto militar, sólo por debajo de Estados Unidos (800 mil millones de dólares) y China (293 mil millones), y muy por encima de países con mucha mayor población y territorio más extenso, como India (76 mil millones) y Rusia (66 mil millones).
La medida fue precedida por una fuerte campaña propagandística sobre la obsolescencia del aparato militar alemán y los mensajes alarmistas sobre la supuesta incapacidad de las fuerzas de tierra, mar y aire para hacer frente a amenazas bélicas externas. El pretexto subyacente es la fantasía de una amenaza rusa.
Pero tras esta insólito incremento al gasto militar, mucho más allá de garantizar la seguridad del pueblo, está el interés de la industria alemana de armamento por multiplicar sus ventas en un contexto mundial en el que se han disparado las utilidades del sector.
Las ganancias irán a corporaciones como ThyssenKrupp Marine Systems (TKMS, astilleros de guerra), Rheinmetall (fabricante de tanques), el Grupo Hensoldt (radares y electrónica de usos bélicos), Heckler & Koch (armas de fuego) y las transeuropeas Airbus SE y Eurofighter GmbH, en las que Alemania tiene una fuerte participación.
En medio de una economía incierta por la pandemia de covid-19 y los efectos de la guerra en Ucrania, las autoridades alemanas decidieron echar mano de la vieja receta de la industria militar como locomotora de la reactivación económica, lo que alimentará una nueva espiral armamentista en Europa y abrirá la puerta a la tentación más nefasta que provocan los grandes arsenales: usarlos.
El presupuesto de defensa alemán del año pasado fue de 56 mil millones de dólares, casi la mitad del actual, y más o menos en el rango de otros socios capitales de la OTAN: el Reino Unido destinó 68 mil millones de dólares y Francia, 56 mil millones, seguidos de Italia (32 mil millones), Canadá (26 mil millones) y España, unos 12 mil millones.
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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