Argentina, Rusia, los derechos humanos: los amigos y los mandantes
Rubén Armendáriz
En su actual papel de presidente del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, Argentina votó a favor de la suspensión de Rusia de dicha instancia internacional, rompiendo la coherencia del bloque latinoamericano, pese a que Moscú jugara un papel fundamental para que ese país pudiera combatir la pandemia.
Fue en la misma semana en que el gobierno argentino concretó encuentros de gran valía con el presidente chileno Gabriel Boric, con su colega boliviano Luis Arce, con el ministro de Minas y Energía de Brasil Bento Albuquerque y con el canciller paraguayo Euclides Acevedo Candia.
Seguramente el presidente Alberto Fernández no tiene la intención de quebrar lanzas con China, pero tampoco con Rusia, en medio del período de mayor aceleración en la vida internacional, pues buena parte de los esfuerzos desplegados por Estados Unidos y la OTAN sobre Ucrania tienen como objetivo damnificar el avance de la Nueva Ruta de la Seda y la Franja, a la cual Argentina adhirió.
Pero no esparece posible avanzar con tales compromisos y al mismo tiempo votar contra Rusia y admitir la anulación del desarrollo científico técnico propio en materia nuclear. Justo el tipo de disyuntivas que no logra manejar Alberto Fernández y mucho menos su cancillería, propensa a aceptar los dictados de Washington.
El analista Gabriel Fernández señala que “Argentina necesita tener claro su volumen real: ni una megapotencia autosuficiente, ni un paisito sin trascendencia. Asimismo, reconocer su ubicación territorial: América del Sur en principio y América latina en general, configuran su bloque. Y debe definir sus vínculos: en base al desarrollo propio, las asociaciones comerciales más convenientes”
Tal vez, antes de votar en contra de un cliente tan importante, el gobierno debería asegurarse esos mercados. En 2021, las exportaciones a Rusia fueron de 680 millones de dólares y las importaciones de 650. El analista internacional Pablo Jofré Leal califica la actitud del gobierno argentino como “la crónica de una traición, o la crónica de una hipocresía”. Otros analistas destacan la presión de la embajada de Estados Unidos para que el gobierno de Alberto Fernández tomara ese camino.
El 3 de febrero último visitó Moscú el presidente de Argentina, Alberto Fernández, a su homólogo ruso, Vladímir Putin. “Argentina tiene una deuda con Rusia porque fue la primera que se preocupó por que los argentinos tuvieran vacunas. […] En Argentina en este momento Rusia es un país muy valorado por la forma en que fue en socorro nuestro cuando las vacunas aparecieron», dijo Fernández en esa oportunidad.
Añadió que Argentina podría convertirse en una «puerta de entrada» para el ingreso de Rusia en América Latina «de un modo más decidido». Coronó sus declaraciones, afirmando: «Estoy empecinado en que Argentina tiene que dejar esa dependencia tan grande que tiene con el FMI y los EEUU, y tiene que abrirse camino hacia otros lados, y ahí es donde me parece que Rusia tiene un lugar muy importante». Y votó todo lo contrario.
Dos meses después, el canciller argentino, Santiago Cafiero, recibió la instrucción directa del presidente de que Argentina vote a favor de la suspensión de Rusia en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en un momento en que Argentina preside este Consejo, a través del diplomático Federico Villegas.
Jofre habla de «la filtración, no sólo de lo público, sino que, de los elementos internos de aquella conversación (entre Fernández y Putin) de generar acuerdos comerciales, de incrementar la presencia rusa en América Latina, que Argentina sirviera para ese incremento de relaciones, indudablemente despierta las alarmas del imperio, de los servicios de inteligencia”.
“Seguramente Fernández está sometido hoy a intensísimas presiones desde el punto de vista político. Es decir, estamos hablando de suspender a un país que es miembro del Consejo de Seguridad de la ONU, en función de elementos absolutamente discutibles. Estamos en presencia de una mirada unilateral del mundo», concluyó Jofré Leal.
El grupo Sobernxs, del progresismo peronista, recordó que “Argentina, víctima de una usurpación colonial británica en las Islas Malvinas desde hace 189 años, tiene una base militar gigantesca de la OTAN en nuestro territorio invadido, que cuenta con 1500 efectivos británicos, buques de guerra, aviones de combate, tanques, misiles y hasta un submarino con capacidad nuclear; Gran Bretaña señala a Argentina como hipótesis de conflicto. El Reino Unido no responde a las resoluciones de la ONU exhortando a retomar el diálogo y negociación por la controversia de soberanía”.
Argentina votó en el Consejo de Derechos Humanos “junto al Reino Unido y su aliado estadounidense, en contra de Rusia, uno de los aliados históricos en defensa de la soberanía argentina que aboga en contra de la militarización y nuclearización del Atlántico Sur, y la apropiación de nuestros bienes y recursos naturales”. añadió.
La relación bilateral
Para las empresas exportadoras argentinas que venden a Rusia, el impacto de la guerra entre ese país y Ucrania fue directo. Son 400 empresas que exportan mayormente alimentos, a las cuales los efectos de las sanciones económicas impuestas por los países de occidente las obligaron a renegociar contratos, acumular pagos pendientes y enfrentar sobrecostos por problemas de logística.
Las primeras 20 empresas concentran el 50 por ciento de las exportaciones a Rusia. Entre las grandes empresas se destacan en primer lugar Aceitera General Deheza, Mastellone, Molinos, Productores Argentinos Integrados, Offtal, Frigorífico Gorina, Migror, Patagonian Fruits, Jbs Argentina, Cosur, Sideraca, Madeka, Trevisur, Oleaginosa Moreno y Olega. Los principales productos exportados son manteca, maníes, peras, hígados bovinos, restos de oleaginosos, quesos, pescado y limones.
«Los problemas cotidianos que veníamos teniendo se profundizaron ahora con el conflicto, y aparecieron nuevos, mucho más preocupantes», explicó Matías García Tuñón, coordinador de la Cámara de Comercio e Industria Argentino-Rusa a Página12.
El mercado ruso importa anualmente 80 mil toneladas de manzanas y peras argentinas, entre 40 y 50 mil toneladas de limones argentinos, el 20% de los quesos de Santa Fe, caso toda la manteca producida en la provincia de Córdoba, el 20% de las exportaciones de carne argentina, el 12% de la pesca bonaerense, el 40% de las uvas exportadas desde Mendoza y San Juan.
Argentina le compraba a Rusia algunos productos relacionados con la química y la energía, como fosfato monoamónico, un fertilizante. Argentina y Brasil son países predominantemente agroexportadores, y también competidores entre ellos. Además, Brasil es socio comercial de Rusia a través del BRICS.
Con esta decisión Argentina no sólo podría estar cerrando las puertas al comercio con Rusia, sino beneficiando a Brasil, su principal competidor , que ya usa el Río Paraná como salida rápida de su producción del sur brasileño hacia el Atlántico.
Los analistas tienen otra pregunta para el equipo económico que encabeza el ministro de Economía y negociador con el Fondo Monetario Internacional (FI), Martín Guzmán: ¿Cómo pagará Argentina la deuda si reduce su comercio exterior? La experiencia argentina señala que los acreedores buscarán cobrarla con activos estatales.
Los principales puntos de conflicto señalados por la Cámara de Comercio e Industria Argentino-Rusa son la renegociación de contratos por devaluación del rublo, los pagos bloqueados, y el aumentos de costos por problemas logísticos.
A estas problemáticas se les suma un factor que el comercio entre Rusia y Argentina venía enfrentando desde el 2021, cuando Rusia decidió eliminar los descuentos de hasta 25 por ciento en los derechos de importación que los rusos pagaban por productos argentinos. El año pasado Rusia decidió unilateralmente eliminar las preferencias para 72 países en vías de desarrollo, entre los que está Argentina y también Brasil.
* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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