Ecuador: elecciones, balotaje y el correísmo siempre en carrera
Pedro Brieger|
Las elecciones generales del 7 de febrero de 2021 en Ecuador son la cabal demostración que las disputas políticas en América Latina tienen muchas aristas complejas. Repasemos algunos datos básicos. El movimiento liderado por Rafael Correa se mantiene como la principal fuerza política a pesar de la persecución sistemática durante los últimos cuatro años. Su candidato Andrés Arauz obtuvo el 32% de los votos y será la primera minoría en la próxima Asamblea Nacional.
No alcanzó el 40% y la diferencia de 10 puntos que le hubiera permitido ganar en primera vuelta. Más atrás quedaron el banquero Guillermo Lasso y el indigenista Yaku Pérez que obtuvieron cerca del 20% de los votos cada uno, y Xavier Hervas, candidato de Izquierda Democrática con cerca del 16%. Hervas fue la gran sorpresa. Sin brindar entrevistas a los grandes medios salió del anonimato gracias a un trabajo en las redes sociales apuntando a un público joven.
Si tomamos en cuenta que solo el discurso de Lasso es abiertamente neoliberal, se podría afirmar que el 80% de los votos rechaza el retorno de quienes gobernaron Ecuador durante décadas antes de la llegada de Correa y se oponen -en líneas generales- a las políticas de ajuste implementadas por Lenin Moreno que no buscó su reelección, no apoyó abiertamente ningún partido y ni siquiera presentó candidaturas a la Asamblea Nacional. La mayoría de quienes rompieron con Correa y se alinearon con él también quedarán fuera de la próxima Asamblea.
Debido a un complejo sistema electoral en la Asamblea Nacional existirá una gran fragmentación. El correísmo obtuvo 46 escaños (sobre 137), Yaku Pérez y aliados tienen 26, Izquierda Democrática 17, mientras que Lasso y aliados apenas 12 escaños, lo que significa un duro revés para la derecha histórica.
En casi todo el mundo las candidaturas de ricos empresarios o banqueros son fáciles de intepretar; sin embargo, el voto a un partido como Pachakutik es bastante más complejo y de ninguna manera lineal. Los movimientos indígenas han sido actores fundamentales de la política ecuatoriana en los últimos treinta años con grandes movilizaciones contra gobiernos que aplicaron políticas de ajuste, pero también participando de varios de ellos.
Apoyaron a Correa, que tomó algunas de sus banderas, pero luego lo combatieron. En 2010, durante una levantamiento policial que casi derroca a Correa, tuvieron una actitud ambivalente, esperando ver cómo se desarrollaban los acontecimientos. En las elecciones de 2017 algunos referentes apoyaron a Lenín Moreno como continuidad de Correa pero otros, como Yaku Perez, llamaron a votar por Lasso.
Durante los años de Lenin Moreno aportaron ministros pero luego impulsaron las grandes movilizaciones contra sus planes de ajuste en octubre 2019. Estas y otras contradicciones y ambiguedades llevaron a que la relación entre Correa, el correísmo, y los movimientos indígenas siempre fuera complicada y conflictiva.
Tampoco hay “un” movimiento indígena, hay muchos y variados. Así como hay dirigentes alineados con posturas de “izquierda” existen otros podrían ser calificados de “derecha”. Por lo general se unen en base a una agenda propia que incluye reivindicaciones de los pueblos originarios y la defensa principalmente de la tierra y el agua contra las políticas extractivistas que van más allá de la figura coyuntural de Yaku Perez.
La segunda vuelta será el 11 de abril entre Andrés Arauz y Guillermo Lasso. Desde la aparición de Rafael Correa en la escena pública en 2006 las elecciones en Ecuador se dirimen en primera vuelta -o en balotaje- entre el correísmo y representantes de derecha. Este año no será la excepción.
*Sociólogo y analista internacional argentino, director de Nodal.am, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)