Chile: del pospinochetismo al neopinochetismo
Emir Sader
¿Qué camino ha transitado Chile desde el final de la dictadura militar hasta la primera vuelta de estas elecciones presidenciales, que probablemente lleve, en segunda vuelta, a la elección de un candidato que representa una especie de neopinochetismo?

El final de la dictadura de Pinochet se dio por su derrota en un referéndum convocado en 1988 para intentar obtener, esta vez por la vía institucional, un nuevo mandato presidencial. Esa derrota llevó a la victoria, en las elecciones presidenciales de 1989, de una coalición de partidos opositores -Partido Socialista y Democracia Cristiana-, denominada de Concertación.
Esos gobiernos, de alrededor de 30 años, han seguido la orientación de sus referentes europeos -François Mitterrand en Francia y Felipe González en España- que han adherido al neoliberalismo, bajo el argumento de que el ajuste fiscal de las cuentas públicas sería un camino obligatorio de cualquier gobierno “responsable”.
Han seguido el mismo camino de fuerzas socialdemócratas e incluso nacionalistas en países como Brasil, Mexico, Venezuela, Colombia, Argentina o Chile, entre otros. Al igual que sucedió en esos países, en Chile la Concertación ha logrado reelegirse democráticamente, pero sin afectar las graves condiciones sociales heredadas de la dictadura.
Hubo una combinación entre ruptura del sistema político y continuidad del modelo económico, del que Chile había sido pionero en América latina, con Pinochet, por la llegada de los llamados “Chicago Boys”, que trajeron el modelo neoliberal a Chile.
Esa falta de algún tipo de cambio estructural de la economía chilena, con sus consecuencias sociales y políticas, terminó llevando a que el país viviera las más grandes manifestaciones populares de su historia en 2019, que planteaban la necesidad de una Asamblea Constituyente. Esas movilizaciones terminaron por llevar a la elección para presidente del país a uno de los dirigentes del movimiento estudiantil que había participado activamente de esas inmensas movilizaciones: Gabriel Boric.
El fracaso del gobierno de Boric ha sido uno de los eslabones indispensables para entender por qué el país ha pasado del pospinochetismo a la probable elección de un candidato neopinochetista: José Antonio Kast.
Aunque la candidata de la izquierda, Jeanette Jara, haya llegado en primer lugar en la primera vuelta, la suma de los votos de los candidatos de derecha (alrededor del 44 por ciento de los votos) supera ampliamente el 26 por ciento recibido por ella. Ese resultado es lo que hace prever que, en la segunda vuelta, Chile probablemente elija a Kast como su nuevo presidente.
Durante el gobierno de Boric, la derecha se ha valido del vacío político por el incumplimiento del gobierno de las demandas de las manifestaciones de 2019, lo cual terminó llevando a que la derecha pasara a ganar las elecciones, incluso para la nueva Asamblea Constituyente, reivindicada por las movilizaciones del 2019.
Los planteamientos de la derecha iban en la dirección de la prioridad del tema de la seguridad pública, a contramano de los planteamientos de fuerzas antineoliberales en otros países, que ya priorizaban a las políticas sociales.
La primera vuelta de estas elecciones presidenciales han contrapuesto las posiciones de la candidata de la izquierda, que prioriza las políticas sociales, a los planteamientos prioritarios de los temas de seguridad pública, como pasó a caracterizarse la nueva derecha latinoamericana.
La misma candidata de izquierda terminó haciendo planteamientos más moderados, que incluyen el compromiso de salir de Partido Comunista en caso de ganar las elecciones, así como posiciones críticas respecto a procesos políticos como los de Cuba y de Venezuela, que no serían democráticos, según su nuevo juicio.
Es probable que la suma de los votos de los distintos candidatos de derecha termine llevando a la victoria, en segunda vuelta, de su candidato más radical, José Antonio Kast, haciendo que, 50 años después del golpe militar que terminó con el gobierno democrático de Salvador Allende, Chile retorne a una especie de neopinochetismo.
Asi, un Chile de extrema derecha puede llevar a la superación del aislamiento del gobierno de Javier Milei en Argentina, que hasta ahora solo tenía aliados fuera de América latina: en Estados Unidos y en Israel.
Ese escenario no cambia la predominancia de gobiernos progresistas en el continente, como los de Brasil, Colombia, Venezuela, Uruguay u Honduras, que, sin embargo, a partir de ahora tendrán que enfrentarse a un eje de extrema derecha en el continente.
*Sociólogo y politólogo brasileño.