La diabólica deforestación amazónica

Del bosque arrasado a la mesa europea

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Sergio Ferrari

Los bosques amazónicos desaparecen aceleradamente. Son tierras arrasadas por la agricultura extensiva y la gran producción pecuaria, generalmente para beneficio de grandes monopolios exportadores.

Un gran porcentaje de la deforestación mundial está ligado a la producción agropecuaria. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), una reconocida organización ecologista no gubernamental, este proceso desencadena consecuencias desastrosas: erosión de la biodiversidad, destrucción del suelo, contaminación del agua, disminución de los polinizadores, cambio climático, inseguridad alimentaria, insatisfacción de los agricultores y enfermedades de los consumidores.

En este marco, alega el WWF, el consumo excesivo de carne tiene un impacto considerable sobre el medio ambiente por la intensa competencia por tierras agrícolas que genera, así como por el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero y una mayor contaminación ambiental. “La producción agrícola por sí sola”, señala el WWF, “es responsable de alrededor del 20% de las emisiones de gases de efecto invernadero y el 70% al 80% de la deforestación mundial debido a la ganadería intensiva, la producción de soja y aceite de palma y la agricultura de subsistencia”. Y advierte que los principales ecosistemas naturales del planeta, incluidos los océanos, están desapareciendo gradualmente debido a que el 93% de las poblaciones de peces se sobreexplotan para satisfacer el creciente consumo de productos de mar.

La realidad es tan chocante como indigna. Según el WWF, si bien la producción mundial de alimentos ya podría satisfacer las necesidades alimentarias de 7.000 millones de seres humanos una de cada tres personas no tiene actualmente suficiente para comer y el 30% de los alimentos que se producen se pierde o desperdicia. No deja de ser una realidad paradójica, ya que el consumo de productos de mejor calidad, y con un menor impacto ambiental, está al alcance de todos. El WWF convoca a “revisar urgentemente nuestros métodos de producción” para evitar la actual realidad deformada por “el sabor amargo de nuestra dieta”.

Indigesto: pollo brasilero a la salsa helvética

Las aves de corral importadas de Brasil por minoristas suizos ponen en peligro los bosques

Brasil es el mayor proveedor mundial de carne avícola. En 2023 vendió casi 5 millones de toneladas, lo que representa el 13% de las exportaciones mundiales en ese rubro. Seara, una procesadora y distribuidora de carnes brasileña y miembro de la multinacional de la alimentación JBS, cuenta con el segundo matadero de aves más grande del mundo; allí se sacrifican diariamente más de 5 millones de pollos. Pero semejante producción demanda una enorme cantidad de forraje, principalmente harina de soja y maíz.

A escala planetaria, por ejemplo, la cría de aves de corral utiliza alrededor del 43% de la producción total de forraje. Como es de imaginar, esta demanda se traduce, inevitablemente, en la destrucción sistemática de vastas superficies de bosques para hacer lugar a la siembra exclusiva de soja y maíz, como ocurre sistemáticamente en Brasil. No es casualidad que ese país se haya convertido en uno de los mayores productores internacionales de ambos cultivos (41% de la soja y 11% del maíz).

Esta significativa correlación entre una fabulosa producción avícola y una no menos fabulosa destrucción forestal no ha pasado inadvertida para la organización Greenpeace Suiza. En una reciente investigación publicada el 29 de septiembre, Greenpeace revela que “comercios minoristas y mayoristas en Suiza venden aves de corral brasileñas posiblemente vinculadas a la destrucción de la Amazonia y la región del Cerrado”. Con estadísticas a la mano, su estudio afirma que entre 2002 y 2023 se destruyeron en Brasil 43.5 millones de hectáreas de bosque, más de diez veces la superficie de Suiza.

Además, que una de las principales causas de esta deforestación ha sido el cultivo de la soja especialmente destinada a la alimentación avícola. Debido a que en 2024 el 42% de las importaciones suizas de aves de corral provino de Brasil, esta ONG se pregunta: “¿Consume la población suiza carne de pollo y pavo para cuya producción se deforestó la selva brasileña?”.

Con el propósito de documentar su denuncia, Greenpeace le encargó a AidEnvironment que rastreara el origen de los productos avícolas que Suiza importa de Brasil. Primera constatación: alrededor del 98% de los productores avícolas en ese país utilizan el llamado sistema de “integración”. Según esta práctica, los mataderos les suministran a los avicultores todos los recursos necesarios, es decir, los animales, el alimento, la asistencia técnica, el transporte y el sacrificio, entre otros.

Aunque este modelo mejora en cierta medida la trazabilidad de los proveedores, sin embargo, sigue siendo insuficiente en el caso de la soja porque los distribuidores “no les proporcionan información transparente sobre el origen del producto a sus clientes”. Solo muy esporádicamente las etiquetas identifican el matadero brasileño o el origen de la soja utilizada como alimento avícola.

Segunda constatación: los silos de los productores avícolas se ubican cerca de las granjas de soja responsables de la deforestación ilegal. Según Greenpeace, se trata de una tendencia recurrente, evidencia suficiente de que “el riesgo comprobado de que la carne de pollo y pavo vendida en tiendas minoristas y mayoristas en Suiza contribuye – en diferentes productos y presentaciones-, a través del alimento que se les proporciona, a la destrucción de la Amazonia y el Cerrado”.La protección estricta del Amazonas fomenta la productividad agrícola ...

Si bien los minoristas y los mayoristas suizos han adoptado gradualmente medidas de diversa índole contra la deforestación, no clasifican la carne de ave como “materia prima crítica”, ignorando así el posible vínculo entre esta carne y la deforestación en su país de origen. Por esta razón, Greenpeace concluye que “son cómplices de la destrucción de la selva amazónica y la sabana brasileña e implican a los consumidores suizos, quienes están mal informados sobre esta cadena de destrucción”.

Por otra parte, advierte que expandir la producción avícola helvética no resolverá el problema ya que el país alpino importa actualmente alrededor del 80% del alimento utilizado para la cría de pollos — quiérase o no, de países como Brasil (https://www.greenpeace.ch/fr/story-fr/125787/volaille-bresil-importation-suisse/).

Menú diferente: costeleta con condimento antiindígena

Un artículo publicado por la cadena informativa alemana Deutsche Welle (DW) en diciembre pasado sostiene que, debido a que la mayor parte de la ganadería brasileña se ubica en la Amazonia, la industria cárnica de ese país “sigue sin poder garantizar un producto de exportación ajeno a la deforestación”. En efecto: de los más de 238 millones de cabezas de ganado en Brasil, 97 millones se encuentran en la región amazónica. DW contextualizó así la expansión de ese sector y su importancia económica: entre enero y noviembre de 2024, esas exportaciones superaron en un 40% las del mismo periodo el año anterior.

La última semana de septiembre, Greenpeace Brasil afirmó “que la carne de ganado criado ilegalmente en tierras indígenas protegidas de la selva amazónica puede haber terminado en los platos de consumidores de todo el mundo” después de ingresar a las cadenas de suministro del gigante brasileño JBS, la principal multinacional brasilera de la industria agroalimentaria y una de las más grandes transformadoras de carne a nivel internacional.

Milanesas de pollo brasileño para consumo suizo

La investigación de esta ONG ecologista brasilera se centra en los vínculos comerciales entre la JBS y Mauro Fernando Schaedler, un empresario agroindustrial brasilero y dueño de cuatro grandes propiedades que limitan o que se superponen parcialmente con la Tierra Indígena Pequizal do Naruvôtu, un territorio nativo en el Estado de Mato Grosso legalmente protegido desde 2016 tras varias décadas de lucha.

A pesar de la protección oficial plena de parte del gobierno, los ganaderos de la región han seguido impugnando su demarcación como tierra indígena y Schaedler es uno de los que han procurado desacreditar la reivindicación del pueblo Naruvôtu sobre su propio territorio.

Las granjas de Schaedler en la región amazónica enfrentan actualmente multas de casi medio millón de euros por una serie de delitos ambientales. El mismo Schaedler ha sido multado en varias ocasiones desde el año 2000 por el Instituto Brasileño de Medio Ambiente y Recursos Naturales (IBAMA). Más recientemente, en 2023, 592 hectáreas de su hacienda Fazenda Três Coqueiros II fueron embargadas por criar ganado sin licencia dentro del territorio Naruvôtu.

Los agricultores franceses se oponen al Tratado de Libre Comercio UE-Mercosur

Entre enero de 2018 y noviembre de 2024, esta misma hacienda envió ganado a la Fazenda Itapirana, que abastece de ganado a dos mataderos de la multinacional JBS. Para Greenpeace Brasil, “esto significa que la carne de la granja de Schaedler, procedente de ganado criado ilegalmente en tierras indígenas, bien podría haber sido servida a consumidores involuntarios en toda Europa y en muchos otros países”. 

Según datos oficiales de Brasil, el primer semestre de 2025 Europa fue el segundo mayor mercado importador de carne vacuna procedente de los mataderos de JBS en ese país –esta carne llegó a España, Alemania, Reino Unido, Italia y Países Bajos. Hasta que no se implemente el emblemático Reglamento de la Unión Europea sobre Deforestación (EUDR), no existirán medios para garantizar que la carne vinculada con la deforestación de la Amazonia o con conflictos territoriales no llegue a los mercados y los consumidores europeos.

La investigación de Greenpeace Brasil proporciona un ejemplo ilustrativo de cómo JBS y otras grandes corporaciones se benefician y expanden debido a la ausencia de un sistema de control integral, efectivo y transparente de su cadena de suministro. También ilustra cómo este accionar provoca no solo daño ambiental, sino que además viola derechos y garantías constitucionales, especialmente derechos fundamentales de los pueblos indígenas de Brasil (https://www.greenpeace.org/international/story/78760/jbs-beef-exports-illegal-cattle-indigenous-land/).

De la deforestación irreversible de la selva al consumo cárnico en Europa y en otras regiones del mundo: un circuito económico tan expansivo como insostenible en el tiempo y para el medioambiente. Un tema esencial del debate económico-social entre América Latina y Europa en momentos en que el Acuerdo Económico MERCOSUR-Unión Europea, que podría liberalizar aún más ese circuito, entra en la fase final de análisis en ambas orillas del Atlántico. Mientras tanto, cada minuto la Amazonia desaparece un poco más.

 

*Periodista, investigador y analista argentino, radicado en SuizaColaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)