La cuestión palestina copó la ONU

27

Pedro Brieger

El 23 de septiembre comenzó la 80.ª  reunión de la Asamblea General de Naciones Unidas con la consigna “Juntas y juntos somos mejores: 80 años y más por la paz, el desarrollo y los derechos humanos”.   A pesar del llamado a discutir sobre el 80 aniversario, la cuestión palestina se convirtió en el tema central de la Asamblea.  La negativa de Donald Trump de permitir la presencia de Majmud Abbas, presidente de la Autoridad Nacional Palestina, solo contribuyó a destacar la marginación de los líderes palestinos en el debate.

Días antes de comenzar la reunión en Nueva York varios países decidieron reconocer al Estado palestino como forma de protesta contra la ofensiva militar israelí en Gaza.   Muy pocos de esos reconocimientos incluyen la denuncia de genocidio por parte de Israel, y menos aún implican frenar sus ventas de armas.  Son apenas tibias respuestas a la ofensiva israelí. Cabe señalar que, incluso esas tibias respuestas, suponen hoy enfrentarse con Biniamín Netaniahu y Trump, lo que no es un detalle menor.Total respaldo a Palestina en la ONU, 143 países piden su incorporación ...

Por otra parte, estos reconocimientos tienen varios problemas. En primer lugar, el Estado, como tal, no existe, no se sabe qué fronteras debe tener ni hay un marco internacional para analizarlo.  Los palestinos hace varias décadas que plantean la creación de un Estado en Cisjordania y Gaza con Jerusalén oriental como su capital.  Pero todos estos territorios están controlados por Israel y el gobierno de Netaniahu dice a los cuatro vientos que no permitirá la creación de un Estado palestino.  Ni siquiera en un pequeño rincón.  En ningún lugar.    

En junio de 1967 Israel ocupó los territorios del Golán (Siria), Cisjordania (Jordania), Gaza (Egipto) y la parte oriental de la ciudad de Jerusalén (Jordania).  La resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU de ese mismo año conminaba a Israel a que se retirara de los territorios que había ocupado durante la guerra de junio.  Esa resolución no preveía la creación de un Estado palestino ni retomaba el Plan de Partición del 29 de noviembre de 1947, que proponía la existencia de dos Estados —uno árabe y otro judío— con fronteras delimitadas y claras, aunque dicho plan nunca llegó a aplicarse.

Picture of
Yasser Arafat

Para la época de la famosa 242 de 1967 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) -creada en 1964- tenía como consigna central una “Palestina libre laica y democrática”, donde los judíos eran vistos solo como una comunidad religiosa sin derechos nacionales. 

En 1993 el mundo festejó los llamados “Acuerdos de Paz” entre la OLP y el gobierno de Itzjak Rabin.  Estos planteaban un marco general para resolver el histórico conflicto sin especificar la creación de un Estado palestino.  El tema de las fronteras quedó postergado para un futuro no muy claro.

En 1993, la OLP ya había abandonado su consigna original de un único Estado y aceptaba la solución conocida como “dos Estados”: Israel y Palestina, reconociendo explícitamente la existencia del Estado de Israel y los derechos nacionales de los israelíes.  Pero algo se había modificado radicalmente desde 1967: Israel estaba colonizando ampliamente Cisjordania y -en menor medida- la Franja de Gaza, de la que retiró sus colonias en 2005, manteniendo el control total de la Franja. Y para 1993 ya estaba consolidado en Gaza el Movimiento de Resistencia Islámico (Hamás), desafiando el liderazgo de la OLP.

Treinta años después de esos Acuerdos lo único que avanzó fue la colonización de Cisjordania. Netanyahu es coherente, rechazó en su momento los “Acuerdos de Paz” y la creación de un Estado palestino. Ahora también.

El domingo anterior al debate en la Asamblea General, el Reino Unido, Australia, Canadá y Portugal anunciaron el reconocimiento formal de un Estado Palestino. Al día siguiente se realizó una conferencia en la ONU impulsada por Francia y Arabia Saudita, pero no se avanzó más que en otra declaración de reconocimiento de un Estado palestino, sin ninguna propuesta concreta.

Israel ha logrado que numerosos países condicionen el apoyo a una solución pacífica a que Hamás deje de existir, como si el drama del pueblo palestino fuera Hamás, en vez de la ocupación.   

Mientras todo el mundo está pendiente de Gaza, el gobierno de Netanyahu continúa expandiendo sus asentamientos —con población judía— apropiándose de los territorios de Cisjordania donde Hamás tiene poco peso.  Dado que Netanyahu cuenta con el apoyo incondicional de Donald Trump, las distintas declaraciones simbólicas de reconocimiento de un Estado palestino no le mueven un pelo.  

En su discurso ante el pleno, Gustavo Petro, presidente de Colombia, dijo que ya se había agotado la diplomacia para detener el genocidio en Gaza.  Petro propuso conformar una fuerza armada  votada por la Asamblea de las Naciones Unidas y sin veto para defender la vida del pueblo palestino. 

Si Naciones Unidas no interviene, Israel profundizará la colonización de Cisjordania y consolidará el apartheid existente como antesala de la expulsión de toda la población palestina.   

*Sociólogo y periodista argentino