Un millón de palestinos al borde del abismo: Israel acorrala a Hamás
Juan Antonio Sanz
Israel ordena la evacuación inmediata de Ciudad de Gaza para arrasarla, al tiempo que rompe todos los canales de diálogo al bombardear a los negociadores de Hamás en Catar. Los mortíferos ataques aéreos y con artillería que se suceden contra edificios de viviendas marcan el preámbulo del asalto terrestre israelí a Ciudad de Gaza, la urbe más grande de la Franja y cuya evacuaciòn total fue decretada el martes por el Ejército hebreo.
La orden de desalojo de Ciudad de Gaza era el primer paso de la maquiavélica maquinaria bélica y terrorismo de estado desencadenados este martes por Israel para descabezar a Hamás, reafirmar el apoyo estadounidense a su ofensiva en Gaza y avanzar en la erradicación de los palestinos de este territorio. El ataque a la delegaciòn negociadora de Hamas en Catar fue la guinda de la estrategia israelí para demostrar su impunidad de acción en cualquier lugar de Oriente Medio.
Horas después de que el Ejército de Israel diera esa orden de evacuación total de la mayor ciudad gazatí y centro de los pocos resortes administrativos que quedan en la Franja, el ministro de Exteriores israelí, Gideon Saar, lanzaba una añagaza e indicaba que Tel Aviv aceptaba la última propuesta de alto el fuego en Gaza formulada por el presidente estadounidense, Donald Trump. La propuestaexigía la liberación del medio centenar de cautivos de Hamás,de los cuales menos de 20 podrían seguir con vida, así como la rendición de esas milicias palestinas.
En realidad, esta aceptación de la tregua por parte de Israel era un envite falso que estaba marcado con sangre. Al tiempo que el Gobierno israelí parecía adaptarse a la hoja de ruta de Trump y engañaba a sus contrincantes y a los intermediarios (menos a EEUU), sus cazas lanzaban un ataque contra la dirección política de Hamás que reside en Doha, la capital de Catar, y que se encarga precisamente de negociar el alto el fuego.
El Ejército israelí habló de un «ataque preciso contra el liderazgo sénior» de Hamás y el primer ministro Benjamin Netanyahu asumió la responsabilidad del golpe. El bombardeo de los aviones de combate israelíes se produjo cuando los líderes de Hamás examinaban la propuesta de alto el fuego de Trump y su aceptación (falsa) por Israel. Según la organización palestina, la cúpula política del movimiento sobrevivió al ataque. Catar indicó que un oficial de su seguridad murió en el bombardeo.
Ciudad de Gaza, zona de combate
Tras la orden de evacuación y salida forzosa de los civiles de Ciudad de Gaza, el Ejército de Israel clasificó esa localidad, la más grande de la Franja y capital administrativa de este territorio palestino, como una «zona de combate peligrosa», lo que convierte a cualquier habitante en objetivo de guerra.
De hecho, el nuevo mapa de operaciones muestra a Ciudad de Gaza tintada de rojo tras su recalificación como zona de combate. El problema es que del mismo color aparece la mayor parte de la Franja de Gaza, salvo dos áreas cercanas al mar en Deir al Balah y en Jan Yunis. Aquí Israel quiere crear su llamada «zona humanitaria» en 43 kilómetros cuadrados, apenas un 12% de la superficie de Gaza donde deberán hacinarse los poco más de dos millones de gazatíes arrinconados por las fuerzas israelíes.
Un gulag para los palestinos en su propia tierra
En esa «ciudad humanitaria», como la denominó eufemísticamente Netanyahu, la miseria y el hambre dominan el día a día de los cientos de miles que están allí asentados, empujados desde otras zonas de Gaza, hacinados en campamentos de tiendas sin agua y electricidad, y, además, convertidos en blancos de los ataques del ejército invasor. Según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA), Israel ha ordenado ya la evacuación del 80% del territorio palestino, pero aún no controla Ciudad de Gaza en su totalidad.
Cerca de un millón de los 2,2 millones de gazatíes que sobreviven en el enclave palestino se encuentra en Ciudad de Gaza y sus alrededores. Muchos de ellos procedentes de otras zonas de la Franja consideraron más seguro refugiarse en esa urbe ante el avance israelí sin saber que se estaban metiendo en una trampa.
No obstante, miles de ellos comenzaron a abandonar la urbe cuando en agosto Netanyahu firmó la orden de tomarla en su totalidad. En las últimas semanas, se han sucedido los bombardeos para facilitar la inminente entrada de la infantería y los carros de combate en el asalto final, con una insistencia macabra en destruir edificios residenciales donde el ejército dice que se esconden los guerrilleros de Hamás. Más de treinta de estas torres de apartamentos han sido ya destruidas por las bombas israelíes.
El éxodo hacia ninguna parte
Según la OCHA, solo habían abandonado Ciudad de Gaza cerca de 40.000 de sus habitantes hasta principios de esta semana, aunque Israel eleva esa cifra a 100.000. El resto, cientos de miles de gazatíes, están entre la espada y la pared, con el riesgo mortal de quedar atrapados en una ratonera y la perspectiva de ocupar las zonas asignadas para su reubicación por el ejército israelí cerca de Jan Yunis, en un auténtico campo de concentración de refugiados que es, además, objetivo continuado de los ataques de Israel.
«Los palestinos que abandonan Ciudad de Gaza no tienen dónde ir», decía el titular con el que este martes abrió su edición digital el diario israelí Haaretz, muy crítico con la estrategia de Netanyahu de exterminio y erradicación de los gazatíes. Según testigos citados por la publicación, algunos de los gazatíes que ya se habían desplazado hacia el sur al sonar los primeros clarines de asalto sobre Ciudad de Gaza, han tenido que volver. En la zona donde Israel los quiere encerrar «no hay lugar para nadie más», señalan esos desplazados consultados por Haaretz.
Los médicos se niegan a abandonar Ciudad de Gaza
También se han negado a dejar Ciudad de Gaza muchos de los médicos que aún pueden atender pacientes en los hospitales de esa localidad, desbordados de heridos por los bombardeos y de personas afectadas por la hambruna que está provocando la obstaculización por Israel de la llegada de comida a Gaza.
Así, el director del Hospital Shifa de Ciudad de Gaza, Mohammad Abu Salmia, rechazó el traslado forzoso del personal sanitario de ese centro, el mayor de esa localidad, ni la evacuación de las personas que son allí atendidas. En un intercambio de mensajes con la agencia EFE, Abu Salmia fue claro: «Nos quedaremos con los pacientes, con los heridos en el hospital», a pesar de la situación «extremadamente peligrosa».
La situación no es mejor en el resto de la Franja. Todos los hospitales están colapsados y desabastecidos, sin recursos médicos básicos, con una ocupación cercana al 300%. En tales condiciones, el futuro de Hamás tiene muy poco sentido para la población gazatí, a punto de ser barrida de su propio territorio o cercada en campos de refugiados convertidos en auténticos gulags.
Un ataque a Hamás que no pudo hacerse sin conocimiento de EEUU
El golpe ordenado por Netanyahu contra Hamás «en flagrante violación de la ley internacional», como denunció el Gobierno de Doha, y en un país neutral que además ha intermediado en las negociaciones entre palestinos e israelíes, junto a EEUU y Egipto, no pudo haber sido realizado sin el conocimiento de la Casa Blanca ni sin su consentimiento, pues Catar es uno de los principales aliados de Washington en Oriente Medio. Este domingo, Trump ya había adelantado los acontecimientos cuando amenazó a Hamás sobre las consecuencias de no aceptar la tregua: «Este es mi último aviso, no habrá más».
Tras esta advertencia, el grupo palestino reafirmó su voluntad de llegar a un acuerdo y seguir negociando. En vano. Los palestinos estaban dispuestos incluso a devolver a los 48 rehenes aún en sus manos, la veintena de vivos y los cadáveres, pero seguían demandando la salida israelí de Gaza, algo que Netanyahu nunca ordenará ni tampoco Trump exigirá.
El objetivo de la guerra de Netanyahu no es precisamente la supervivencia de una administración palestina en Gaza, sino su ocupación por Israel y su eventual anexión, en las etapas que sean precisas y con el beneplácito de EEUU.
Como ha ocurrido en todos y cada uno de los procesos de negociación con Hamás para la liberación de rehenes a cambio de prisioneros palestinos en las cárceles israelíes, ha sido de nuevo Netanyahu, esta vez con misiles, el encargado de dinamitar los intentos de un acuerdo cuando estaba a punto de producirse y mediante su estrategia favorita: el terrorismo de Estado. La misma estrategia ha empleado para eliminar a líderes libaneses, sirios e iraníes en sus propios hogares y con toda impunidad.