Guerras, mentiras y videos

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Carlos Fazio

El affaire de esta semana de la narcolancha hundida en altamar y el despliegue de tropas y barcos estadounidenses en el Caribe apuntarían sobre todo a aislar a Venezuela del eje Rusia-China y a reforzar el control de Washington sobre una zona estratégica.

El 2 de setiembre, el presidente estadounidense, Donald Trump, publicó en su red Truth Social un video de 30 segundos, aparentemente grabado desde un dispositivo militar de la Marina de Guerra, en el que se observa una pequeña embarcación con cuatro motores con unos bultos y unas difusas siluetas a bordo. El metraje avanza y se observa una explosión, y a continuación la lancha rápida encendida en llamas.Miembros del Tren de Aragua eliminados en ataque de EEUU

En la publicación que acompañaba el video, Trump escribió: «Esta mañana temprano, siguiendo mis órdenes, las Fuerzas Armadas de Estados Unidos llevaron a cabo un ataque cinético contra narcoterroristas del Tren de Aragua [TDA] identificados positivamente en el área de responsabilidad del Southcom.

El TDA es una organización designada como terrorista extranjera, que opera bajo el control de Nicolás Maduro y es responsable de asesinatos en masa, tráfico de drogas, tráfico sexual y actos de violencia y terrorismo en todo Estados Unidos y el hemisferio occidental. El ataque se produjo mientras los terroristas se encontraban en aguas internacionales transportando narcóticos ilegales con destino a Estados Unidos. El ataque se saldó con la muerte de 11 terroristas en acción».

Por su parte, el secretario de Estado, Marco Rubio, señaló que el incidente se produjo en el sur del Caribe y que había sido un «ataque letal».

El video exhibido por la Casa Blanca carece de información verificable y no aporta pruebas de que el boteEn video | Así derribó Estados Unidos la lancha, que según Trump ... transportara drogas, ni que proviniera de Venezuela, ni datos sobre su destino, y se desconocen las coordenadas del lugar donde habría ocurrido el hecho. Incluso no hay forma de comprobar quiénes eran los tripulantes de la embarcación, porque fueron «eliminados». Tampoco hay contexto. Y además, con la moderna tecnología de la Armada estadounidense, ¿por qué degradar de manera deliberada la nitidez y la claridad del video al extremo de hacerlo inservible para el análisis?

Lo anterior permite conjeturar que bien podría tratarse de un video fake, de una operación de guerra híbrida y psicológica cuyo objetivo es manipular a la opinión pública y escalar la violencia imperial, de un incidente fabricado, tal como ocurrió en el golfo de Tonkín en 1964, cuando Washington inventó un ataque norvietnamita para justificar la escalada de la guerra en Vietnam y décadas después se comprobó que había sido falso.

En la noche del martes 2, el ministro de Comunicación de Venezuela, Freddy Ñáñez, afirmó que el video podría haber sido creado por inteligencia artificial (IA). «Parece que Marco Rubio sigue mintiéndole a su presidente: luego de meterlo en un callejón sin salida, ahora le da como “prueba” un video con IA», escribió en su canal de Telegram. Ñáñez mostró además una consulta a Gemini, la inteligencia artificial de Google, a la que le pidió analizar el video. La respuesta fue que «es muy probable que se haya creado mediante IA».

Un día antes, Maduro había alertado que el despliegue militar estadounidense en el Caribe buscaba generar un falso positivo, es decir, una operación de bandera falsa para justificar una escalada de agresión a Venezuela. Señaló como ejemplos históricos el incidente del acorazado Maine en la bahía de La Habana, que dio pie al inicio de la guerra hispano-estadounidense en 1898 y es el origen del periodismo amarillo de William Randolph Hearst, y el citado incidente del golfo de Tonkín.

No obstante, parece improbable que en el corto y mediano plazo el Comando Sur contemple ejecutar una operación militar formal contra Venezuela, que es lo que quieren hacer ver como inminente. Lo que puede haber es una intensificación de la guerra no convencional. El escenario previsible es un recrudecimiento de la «máxima presión», que incluye el aumento en las operaciones psicológicas para tensionar (recordar la strategia della tensione usada por la OTAN en Italia en los años sesenta y setenta como instrumento de desestabilización).

Trump, el zar de posverdad

La puesta a punto de la renovada «estrategia de máxima presión» de la administración Trump 2.0 sobre Venezuela se montó sobre varios ejes. Uno de ellos fue la reactivación de bulos ideológico-propagandísticos de InSight Crime y la Fundación Heritage, que aluden a la fábula que ubica a Maduro como jefe de los cárteles de los Soles y TDA, y a Venezuela como un «narco-Estado».

La génesis de ambas maquinaciones de desinformación (propaganda gris), sin base empírica y carentes de una¿Quiénes están detrás de la persecución contra María Corina Machado y ... investigación seria, de evidencia judicial y de pruebas forenses, remite a un informe fraudulento redactado por Joseph Humire, director del Center for a Secure Free Society, un think tank conservador ligado a la extrema derecha estadounidense, que a su vez retomó una ficción ideológica de InSight Crime que, según el diario The Guardian de Londres, «se basaba en fuentes no verificadas».

Titulado «Descarrilando el Tren de Aragua» y publicado por la Fundación Heritage el 5 de diciembre de 2024, el informe de Humire se presentó como un documento estratégico para la «seguridad hemisférica». Pero lo que revela, según un análisis del 21 de agosto de la página web venezolana Misión Verdad, «no es una amenaza criminal real, sino una mentira calculada, construida a partir de supuestos, generalizaciones y una manipulación descarada del lenguaje».

El texto reproduce, casi textualmente, las líneas centrales del libro-reportaje El Tren de Aragua: la banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina, escrito por la periodista venezolana Ronna Rísquez, que según el analista Diego Sequera «cumple con todas las pulsiones confirmatorias que asocian el Tren de Aragua con el gobierno [venezolano], con más de una pirueta que le dé la cuadratura al círculo». El apoyo en fuentes secundarias y una narrativa deliberadamente ficcional para la consideración de políticas gubernamentales en Washington conjuga una deslegitimación de esa misma matriz, tanto por origen como por sus consecuencias.

El informe de Humire se convirtió en documento rector para la segunda administración Trump, que lo adoptó como base para una estrategia de «seguridad integral» contra Venezuela. No se trata de luchar contra el crimen organizado, sino de legitimar una política de injerencia destructiva para un cambio de régimen.

Entre sus recomendaciones, figura la creación de un grupo de trabajo hemisférico, inspirado en la Operación Resolución Inherente la campaña militar contra el Estado Islámico en Siria e Irak, para «derrotar al TDA» mediante una «aproximación de todo el gobierno» (whole-of-government approach). Eso incluye, eventualmente, el despliegue de fuerzas especiales, asesoría militar desde el Comando Sur y la intervención directa en territorios de países vecinos.Resolución inherente de la operación

Pero lo más grave es la instrumentalización del TDA para criminalizar a toda una nación. Humire afirma que «el TDA es el proxy perfecto y una herramienta de guerra asimétrica para desestabilizar países democráticos mientras conserva un alto grado de negación plausible».

Y en un torpe giro ideológico añade que, dado que está «vinculado» con el gobierno venezolano, el TDA tiene «cimientos socialistas», una asociación absurda que enlaza el anticomunismo del siglo pasado, actualizado con el lenguaje de la «guerra al terrorismo», que cumple una doble función en la actual administración Trump: por un lado, intenta asociar el chavismo con la criminalidad; por otro, se convierte en un dispositivo para generar pánico y justificar el endurecimiento de las políticas migratorias. Así, de pronto, las olas migratorias venezolanas son descritas como «invasiones híbridas», una amenaza existencial que requiere respuestas militares.

El factor Rubio

Genera cuestionamientos presencia en Ecuador de senador Marco Rubio ...En relación con la actual política de máxima presión contra Venezuela, el verdadero punto de inflexión llegó en mayo, tras un reacomodo en la cúpula de seguridad de Washington que llevó a que Marco Rubio fuera designado como asesor de seguridad nacional interino, a la par de ejercer el cargo de secretario de Estado.

Tal dualidad de funciones, que recuerda el poder concentrado por Henry Kissinger en la década del 70, le otorgó a Rubio un rango de acción sin precedentes en materia de seguridad y política exterior, lo que consolidó un viraje más agresivo y centralizado en la agenda de Estados Unidos hacia América Latina, en particular hacia Cuba y Venezuela.

Rubio coordina actualmente todas las agencias de seguridad y defensa estadounidenses, además de articular las recomendaciones estratégicas en materia militar y de inteligencia que recibe el presidente. En este esquema, el asesor se convierte en el verdadero filtro estratégico, capaz de orientar a Trump hacia decisiones más agresivas, sobre todo cuando confluyen factores como la presión de sectores militares y la narrativa de la guerra contra el terrorismo y el narcotráfico.

A la vez, esa condición lo ubica en una posición privilegiada dentro del Ejecutivo para utilizar el aparato de seguridad nacional como una herramienta de su propia agenda política y sus ambiciones presidenciales.

El actual movimiento militar de Estados Unidos en el Caribe –incluido el presunto incidente de la narcolancha–, cuya tutela la lleva el exsenador republicano, puede tener un trasfondo estratégico que sugiere que esas operaciones cumplen varias funciones principales:

1) Se activó un nuevo escenario de operaciones psicológicas que podría abarcar ciberataques, sabotajes contra infraestructura crítica y focos de violencia armada urbana como parte de una estrategia de desgaste.

El despliegue militar naval en aguas cercanas a Venezuela buscaría minar la moral y condicionar la toma de decisiones de Caracas, así como enviar una señal de amenaza latente sin disparar un solo misil. De todas maneras, la recompensa de 50 millones de dólares por Maduro ofrecida por Trump podría alentar a militares disidentes a dar un golpe de Estado con apoyo naval in situ, sin descartar una operación de extracción del mandatario por un comando de élite del Pentágono.

2) Al ubicar activos militares cerca de Venezuela (las versiones indican alrededor de 4 mil marines, un número muy poco significativo para una invasión), podría tratarse de una provocación calculada mediante la cual Washington eleva la tensión y fuerza a los gobiernos de la región a pronunciarse, lo que crea un clima de hostigamiento e, incluso, empuja un casus belli.

3) Washington exhibe una capacidad de acción militar real; aunque funcionarios estadounidenses insisten en que se trata de una «demostración de fuerza», la orden ejecutiva de Trump habilita operaciones militares directas.

4) Sumado a la puesta en escena de la lancha rápida, no se puede descartar otra eventual operación de bandera falsa articulada entre ExxonMobil y el gobierno de Guyana, cuyo objetivo sería escenificar un ataque en zonas marítimas en disputa en el Esequibo. Tal eventualidad responde al manual clásico de las operaciones de falsa bandera que se inician con las acciones encubiertas que atribuyen la culpa al adversario, utilizadas históricamente como justificación para intervenciones, sanciones ilegales y guerras. En este caso, Guyana aparece como punta de lanza de un dispositivo geopolítico mayor en el que Washington y transnacionales como ExxonMobil encuentran terreno fértil para avanzar su ofensiva.1

5) Otra variable más grave sería el uso por el Pentágono y la CIA de las metodologías bélicas utilizadas por la OTAN en Siria, Ucrania y Palestina ocupada, en particular, el empleo de drones, modalidad que ha revolucionado las guerras actuales.

En suma, el actual despliegue naval y aéreo de Estados Unidos –que incluye el crucero USS Lake Erie, con capacidad de disparar misiles Tomahawk, aviones de reconocimiento P8 Poseidón y un submarino de ataque nuclear, un verdadero exceso para la lucha contra el narcotráfico– es multifacético y deliberadamente ambiguo: combina disuasión, presión psicológica y preparación bélica, con un claro trasfondo político de ataque contra el gobierno venezolano.

Pero la ficción acusatoria contra Maduro no es un error: es un plan, dice Misión Verdad. Y mientras haya quien repita el guion sin cuestionarlo, la mentira seguirá siendo política. De allí que, más allá de la retórica antidrogas que se presenta como justificativo, lo que está en marcha es un rediseño del tablero regional bajo la impronta de Rubio y de los sectores de poder que lo respaldan («la mafia de Miami», la llamó Maduro), para lo cual es condición sine qua non ejecutar un cambio de régimen en Venezuela.

Desde hace décadas, Estados Unidos ha apelado al discurso antidrogas y a la etiqueta del terrorismo como coartadas para justificar intervenciones en América Latina y el Caribe. De allí que lo que hoy se presenta como lucha contra el crimen transnacional o el terrorismo no es más que una pantomima para revestir con apariencia de «legitimidad» lo que en esencia sigue siendo un plan de cambio de régimen, con la mira puesta en el petróleo, el gas y las tierras raras del país sudamericano, así como el control del Mediterráneo de Estados Unidos (el golfo de México y el Caribe), de cara a una eventual guerra con China. En ese sentido, y dado que la operación no responde a una lógica antinarcóticos –las evidencias públicas son inexistentes–, ¿se montó la operación naval a la manera de un cordón sanitario en el Caribe ante la urgencia de contener la multipolaridad energética que se fraguó esta semana en Tianjin, China, en el marco de la 25.a cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS)?La Organización de Cooperación de Shanghái se reúne en China

Como señaló el analista Tito Ura, «el capitalismo estadounidense, atravesado por sobreacumulación, deuda y pérdida de reservas de petróleo pesado, recurre a la forma más extrema de su reproducción: la guerra como valor de uso para restablecer la renta geopolítica» (Rebelión, 28-VIII-25). ¿Funcionará el cerco naval como una valla aduanera flotante sin necesidad de ocupar territorio venezolano?

¿Percibe Washington la posible incorporación de Venezuela como observador pleno en la OCS como una réplica de la doctrina Monroe invertida, con la multipolaridad desembarcando en su tradicional patio trasero? ¿Quiere mostrar músculo ante su pérdida de hegemonía?

¿Se trata de un aviso preventivo no a los grupos criminales, sino al eje Rusia-China-India-Irán, y a Brasil, mostrando que Washington todavía tiene capacidad de presión militar? ¿Es un arma de disuasión para frenar la expansión de China y Rusia en América Latina, condicionar a Maduro y erosionar el relato multipolar de la OCS en un momento clave?

* Periodista, escritor y analista uruguayo-mexicano, columnista de La Jornada de México