Trump es marxista

President Andrew Jackson (L), Donald Trump (C), Groucho Marx (R) REUTERS/File
29

Pedro Brieger

Leyendo el título muchas personas pensarán en Groucho más que en Karl.  Pero, cuando se menciona a Donald Trump, se puede decir que es una mezcla de ambos.  Del gran Groucho tiene todo lo ridículo que se nos ocurra, como la frase que se le atribuye: “la clave del éxito es la honestidad. Si puedes evitarla, está hecho».   Del Marx alemán, las lecciones de economía política. 

La mención a los Marx es pertinente: Trump parece decidido a desmontar el mito del libre mercado —más bien el cuento del libre mercado— como si fuera un marxista de Karl, pero con el toque irreverente de Groucho.

El cuento del libre mercado todavía funciona.  Es el que los países industrializados más poderosos imponen a los países llamados “en desarrollo”.  Todo el tiempo les exigen que “hagan las reformas pro mercado” y que eliminen las regulaciones y el proteccionismoEduardo Galeano, que escribió el texto “La fama es puro cuento”, suscribiría que “el libre mercado es puro cuento”.Marx vs. Trump: A Symbolic Conflict | Stable Diffusion Online

¿Quién no leyó alguna vez en su infancia una fábula que comenzara con la frase “había una vez…”?  Es una hermosa frase que abre puertas a las fantasías.  Pues bien, había una vez un Imperio muy poderoso que conquistó gran parte del planeta y prometió a los habitantes de los territorios conquistados la libertad de comercio, diciéndoles que serían tratados como iguales. Vaya gesto noble: gracias a las bondades del libre comercio, el “free market”, se suponía que iban a gozar de los mismos derechos comerciales.   

En el siglo XIX las reglas se dictaban desde el Palacio de Buckingham en Londres.  Es así que en 1825 se firmó el “Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre las Provincias Unidas del Río de la Plata y su Majestad Británica”. 

El tratado estipulaba que “los habitantes de los dos países gozarán respectivamente la franqueza de llegar segura y libremente con sus buques y cargas a todos aquellos parajes, puertos y ríos en los dichos territorios, a donde sea o pueda ser permitido a otros extranjeros llegar, entrar en los mismos y permanecer y residir en cualquiera parte de dichos territorios respectivamente”. 

Una de las principales potencias de la época le ofrecía con generosidad a los (escasos) buques del sur llegar hasta Inglaterra y navegar libremente por el Támesis.  Todo en nombre del libre mercado.  Cualquier marxista (de Karl) diría que el poderoso imponía sus condiciones, ya que –obviamente- no podía existir igualdad alguna entre el Reino Unido y la incipiente Argentina.  

Aranceles y contradicciones

¿Estará Donald Trump de acuerdo con los marxistas (de Karl)?  Al fin y al cabo hoy, con la imposición de aranceles a medio mundo, hace lo mismo que antaño el poderoso Imperio: impone sus condiciones.

 Repasemos algunos de los fundamentos básicos de la teoría del libre mercado, pilar del capitalismo.

La idea central es que los mercados tenderán a organizar eficientemente la producción y distribución de bienes y servicios siempre y cuando se dejen funcionar sin interferencias o regulaciones estatales.  Religiosamente se dice que el Estado NO debe intervenir en la economía, NO debe haber control de precios NI subsidios que “distorsionen” el mercado.  Los consumidores y productores deben tener libertad para decidir qué comprar, qué vender, a qué precio, y con quién comerciar. 

En un mercado con libre competencia las empresas compiten entre sí por atraer consumidores, lo que empuja los precios hacia el nivel más bajo posible. “La mejor protección para el consumidor es la competencia” decía el gurú ultraliberal Milton Friedman.   

“Puro cuento” masculla el marxista Donald Trump. Mientras, amenaza con aplicar aranceles del 50 por ciento a los productos que llegan desde Brasil o la India, lo que deja a sus propios ciudadanos sin la libertad de elegir lo más barato al momento de comprar.  Los aranceles encarecerán lo importado y forzarán a los consumidores a comprar productos nacionales que hoy son más caros.

Veamos algunos ejemplos concretos de lo que puede pasar.  

Telas indias imagen de archivo. Imagen de objeto, ropas - 911721Estados Unidos importa toallas de la India.  Hoy, las toallas locales son más caras debido a los costos laborales (seguridad, beneficios, horas extras), las normativas ambientales, los estándares de calidad y múltiples certificaciones.  Estados Unidos es un país de muchísimas regulaciones.  Si se aplicara un arancel del 50 por ciento, las toallas indias perderían su ventaja comparativa y la población tendría que “optar” por las locales.  Cualquier marxista (de Karl) diría que Trump aplica los aranceles para fomentar la famosa y criticada “sustitución de importaciones”.

Brasil es un gran exportador de carnes a Estados Unidos. Pocas personas saben que un nugget de pollo puede contener carne brasileña, ya que suelen reempacarse o distribuirse con marcas genéricas o de empresas privadas sin que aparezcan datos de su origen. Si se aplicara el mentado arancel los primeros en celebrar serían las empresas productoras nacionales (Tyson, Perdue, Sanderson Farms) que tendrían una ventaja competitiva porque el pollo brasileño sería más caro debido al arancel. Imagen de consulta de la búsqueda visual

Los nuggets que dependen parcial o totalmente del pollo brasileño importado verían un aumento en su costo que se trasladaría al precio final.  Y si eso llegara a ocurrir, la experiencia enseña que probablemente los nuggets fabricados solo con pollo estadounidense aumentarían de precio porque se aprovecharían de la falta de competencia.   Todo lo contrario de lo que pregonan con el “libre mercado”.

Pues sí, todo indica que Trump es marxista, tanto de Karl como de Groucho.  Lo demuestra día a día con sus múltiples amenazas en la economía y la política.

*Sociólogo y periodista argentino