Chile: Las campañas del terror

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Juan Pablo Cárdenas S. 

La política chilena está en pleno proceso electoral. La última cuenta del presidente Boric sonó más a despedida que a un último esfuerzo por promover sus objetivos pendientes. Los partidos la verdad es que miran más a su contienda presidencial y parlamentaria de fin de año que a la posibilidad de consolidar otros avances legislativos.

Por otro lado, las múltiples denuncias de corrupción, como aquella de los más de 25 mil funcionarios públicos que durante sus licencias médicas aprovecharon de viajar al extranjero, o la de los alcaldes y gobernadores involucrados en la danza de millones de pesos desviados por sus titulares para provecho propio o de sus colectividades políticas. Dineros que estaban destinados a los sectores más modestos de la población, especialmente en favor de los sin casa y sin atención médica.

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Carolina Tohá

En el oficialismo se va a vivir próximamente una elección primaria de sus cuatro candidatos destinada a elegir al abanderado o abanderada única del sector. Todos en el compromiso de apoyar unidos al ganador para enfrentar la primera vuelta electoral. Sin embargo, desde un comienzo se han expresado duras desavenencias entre los candidatos, y ya hay quienes advierten que, de no imponerse la candidata socialdemócrata, Carolina Toha, será muy difícil que los votos se vuelquen para la representante del Partico Comunista, Jeannete Jara, o del Frente Amplio, Gonzalo Winter.

En un comienzo se daba por entendido que Carolina Tohá sería sí o sí la triunfadora, pero ahora las encuestas registran un gran avance en la intención de voto de la precandidata comunista que podría tirar el mantel de los compromisos adquiridos entre todos. Esta renuencia hace posible que, aunque gane la Tohá, las agrupaciones más radicales podrían buscar una opción presidencial propia, habida cuenta la desconfianza de estos sectores en que un futuro triunfo electoral de la socialdemócrata retrotraiga la política a lo que fue la Concertación o la Nueva Mayoría, un escenario que se creía superado por la elección de un izquierdista como Boric.

En esta disputa, desde luego, no se expresan ideas discordantes, sino solo las aspiraciones propias de los partidos en competencia y su avidez por instalar en La Moneda a uno de los suyos. Los desacuerdos radicaron solamente en relación a sus posiciones en materia internacional, respecto de su cercanía o lejanía con el proceso político venezolano o la dictadura de Nicaragua. Soslayando entre todos, por razones más afectivas que ideológicas, la situación de Cuba.

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Jara, Winter y Tohá

Con todo, lo más posible es que se imponga Carolina Tohá, aunque se dice que desde la derecha podría concurrir a votar mucha gente por Jeannete Jara o Winter, a objeto de inflar al candidato menos competitivo para enfrentar después a él o los candidatos de derecha.

En todo caso, falta mucho al respecto. El número de chilenos que declaran sus intenciones electorales son muy pocos hasta aquí, predominando los que no tienen preferencia, no le interesan las primarias o no van a concurrir a una elección voluntaria. Ni sumadas las preferencias de estos candidatos (los tres nombrados más el diputado Jaime Mulet), no alcanzan a quienes aún no marcan preferencia o no les interesa esta consulta primaria. Los organizadores de esta consulta estiman que debieran contar en este proceso unos dos millones de ciudadanos. Y que cualquier cifra por debajo significaría llegar en muy precarias condiciones a la primera vuelta electoral de diciembre.

Como se sabe, en la derecha no habrá primarias y tenemos a tres candidatos en plena campaña para las elecciones de fin de año: a Evelyn Matthei, José Antonio Kast y a Johannes Kaiser, a tres apellidos alemanes que les pesa haber sido pinochetistas, aunque todas las encuestas los posicionan, por ahora, muy por encima del respaldo de todos los candidatos del oficialismo. De allí que en las primeras manifestaciones callejeras hayan salido a luz afiches con el rostro del ex dictador.

Pese a los fuertes reproches entre los tres abanderados de derecha, lo cierto es que tampoco aquí se aprecian diferencias significativas. Por sobre todo éstos parecen animados más bien a sumar voluntades y convertirse en la primera opción para competir posteriormente con la abanderada o el abanderado del oficialismo.

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Parisis, Enríquez Ominami, Artés

Respecto de esos precandidatos, lo cierto es que en los sondeos entre todos superan por un elevado margen a sus contrincantes de centro izquierda. Tanto así, que se ve muy posible que, en una segunda vuelta electoral, sean sus dos primeras mayorías las que compitan. Dejando sin opción de llegar al Gobierno a todos los candidatos del actual oficialismo.

Sobre todo si se considera las votaciones que obtendrán un Marco Enríquez Ominami, Franco Parisi y Eduardo Artés, acostumbrados a competir en cada elección presidencial, aunque con pobres resultados. . Pero con quienes se podrían visualizar francas opciones políticas que los diferencian de lo que llaman la casta electoral.

A todo esto, lo que más se evidencia es la escasa influencia de los partidos políticos y de un conjunto de figuras que, afincados al pasado, se resisten a retirarse a sus cuarteles de invierno. Colectividades que se dividen y se subdividen; referentes que aparecen y desaparecen y que en esta hora solo aguardan por alguna cuota de poder en el próximo gobierno y parlamento ya sea que se imponga un derechista o centroizquierdista.

Definitivamente no hay competencia ideológica. Los discursos de todos los candidatos lo que más enfatizan es en los riesgos de que un triunfo del adversario pueda amagar la paz social. Que en cualquier de los dos casos retorne el fantasma de un nuevo estallido social.

Mientras tanto, por ahora lo que predomina en la ciudadanía es su apatía política y el creciente descrédito de la democracia. Incluso el apoyo a figuras como la de Bukele, Milei y el propio Trump.