Sin acuerdo para la paz, ¿se recrudece la guerra en Europa?
Isabella Arria
La segunda reunión de negociadores rusos y ucranios, celebrada el lunes en Estambul, concluyó en menos de una hora sin acuerdos ni avances para un alto el fuego. El fracaso del encuentro era previsible al darse en un contexto en que ambos bandos han escalado las agresiones y los patrocinadores de Kiev redoblan su apuesta por convertir el conflicto en una derrota para Moscú.

La dinámica de los acontecimientos muestran que el conflicto en Europa del Este sólo terminará cuando Washington corte su provisión de armas a Kiev, y Londres y Bruselas se convenzan de que ninguna oleada de armas llevará a buen puerto su aventura con Vlodomir Zelensky, sino que acelerará el declive europeo.
En una onda suicida, la vieja Europa apuesta por una guerra en la cual, incluso de ganar, perdería su futuro: envejecida y empequeñecida por la combinación de la caída de la natalidad y la xenofobia racista que frena a los migrantes que tanto necesita, de muestra estar cada vez más sometida a un Estados Unidos volátil y también decadente, .
De acuerdo a la lectura de la reunión de Estambul, que concluyó sin grandes avances, el arreglo definitivo del conflicto pasaría «por el restablecimiento paulatino de las relaciones diplomáticasy económicas (incluyendo el tránsito de gas), el transporte y las comunicaciones, incluyendo a terceros países». Según informó este lunes el jefe negociador ruso, Vladímir Medinski, al término de las conversaciones en Estambul, el memorando entregado a los representantes ucranianos tiene dos partes, la propuesta para el arreglo definitivo y los pasos para un posible y total alto el fuego.
Durante la reunión de este lunes, que concluyó sin grandes avances, las partes acordaron intercambiar a todos los prisioneros de guerra menores de 25 años y a todos los heridos o enfermos graves.
Frente antirruso
El pasado 28 de mayo, el canciller alemán Friedrich Merz anunció que facilitará a Ucrania la fabricación de armas de largo alcance a fin de que ataque cualquier punto del territorio ruso, asegurando que su país continuará y ampliará el apoyo militar a Kiev. Una semana antes, los 27 miembros de la Unión Europea acordaron emitir 150 mil millones de euros de nueva deuda para compras conjuntas de material militar. Adicionalmente, el organismo autorizó a sus integrantes romper las reglas fiscales e incurrir en déficit a fin de incrementar el gasto en defensa.
Esta medida fue considerada como una verdadera declaración de principios de Europa, sobre todo por haberse aprobado a instancias de la ultramilitarista alemana Ursula von der Leyen: hace una década, en el punto más álgido de la crisis griega, Atenas pidió que se le permitiera contraer déficit para cubrir las jubilaciones de los ancianos y conjurar la hambruna que se cernía sobre los sectores más vulnerables, pero Berlín se negó tajantemente a escuchar cualquier razón humanitaria.
Para el gobierno alemán, sus bancos estaban por encima de cualquier vida, y hoy la supuesta inamovilidad germana en asuntos fiscales se dejará de lado para nutrir a su industria armamentística. El déficit fiscal se sostendrá con el superávit de muertes.
Hablemos de paz, sigamos la guerra
Por su parte, Rusia ha arreciado sus bombardeos contra ciudades e infraestructuras ucranias, y Kiev llevó a cabo su ataque más demoledor contra las fuerzas armadas de su enemigo. El fin de semana, en una serie de acciones coordinadas ,los ucranios lanzaron drones explosivos contra aeródromos militares en las regiones de Amur, Irkutsk, Ivanovo, Murmansk y Riazan, donde dicen haber destruidos alrededor de 40 aviones, incluido un tercio de los bombarderos estratégicos de que disponía Moscú.
Añaden que lo más significativo es que las explosiones fueron ejecutadas por elementos infiltrados miles de kilómetros dentro de territorio ruso. Fue un golpe muy duro a las capacidades militares rusas, un gigantesco daño financiero y una humillación para las agencias de inteligencia, que no detectaron los preparativos del sabotaje.
Los analistas de los medios occidentales se abstienen de aceptar es que supuso también la confirmación más inapelable de los argumentos esgrimidos por el presidenbte ruso Vladimir Putin para iniciar y mantener la guerra: la integración de Ucrania al bloque antirruso de la OTAN no sólo amenaza de manera directa la seguridad nacional, sino la existencia misma de Rusia, por lo que constituye y constituirá una línea roja intraspasable para cualquier líder del Kremlin que no sea un lacayo de Washington y Bruselas.
El repetido estribillo europeo de que permitir una victoria de Moscú en Ucrania dejaría a todos los países europeos a merced del peligro ruso navega entre un delirio paranoico y una mentira descarada. Todos saben que la OTAN ya apunta sus misiles contra Rusia desde cuatro de sus fronteras terrestres, además de su límite marítimo con Turquía en el mar Negro y que Estados Unidos mantiene 100 mil soldados desplegados en bases militares de 17 países europeos, cuatro de ellos fronterizos con Rusia, en seis de los cuales alberga también armas nucleares.
Las exigencias rusas
Rusia exige a Ucrania para el arreglo definitivo del conflicto el reconocimiento «internacional y legal» de la soberanía rusa sobre la península de Crimea y las cuatro regiones de Donetsk, Lugansk, Zaporiyia y Jersón, anexionadas en 2022 y la renuncia al ingreso en bloques militares como la OTAN, según reza el memorando difundido este lunes por la prensa rusa.
Durante .as negociaciones celebradas en Estambul, Rusia demandó asimismo que Ucrania ponga límite al número de efectivos de sus fuerzas armadas y reclacó que el país debe mantenerse neutral y no permitirá «actividades militares extranjeras, bases o infraestructura militar» de terceros países y que deberá confirmar su estatus de país no nuclear o poseedor de otros tipos de armas de exterminio masivo, con la prohibición directa de suministros, tránsito o emplazamiento de este tipo de armamento en territorio ucraniano.
Para Rusia, Ucrania deberá garantizar «los derechos, las libertades e intereses de la población rusa y rusoparlante del país, la lengua rusa deberá ser reconocida como idioma oficial, y deberá prohibirse «el enaltecimiento y la propaganda del nazismo y el neonazismo, y disolverse los partidos y organizaciones nacionalistas», se indica en el memorando.
Además, Ucrania deberá solucionar «a un conjunto de problemas vinculados con la reunificación de familias y personas desplazadas» por el conflicto, y desechar cualquier reclamación mutua de reparaciones por daños infligidos por las acciones bélicas. Rusia también exigió «el levantamiento de restricciones» en contra de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana vinculada al Patriarcado de Moscú, que las autoridades ucranianas intentaron reemplazar con la autocéfala Iglesia Ortodoxa de Ucrania.
*Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)