50 años de la reunificación de Vietnam
Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican)
Hace 50 años, un 30 de abril, Vietnam acaparó las portadas de los principales diarios del mundo. Como suele suceder, las miradas, las fotografías o las filmaciones no son neutras ni objetivas, dependen de quién mire y qué mire.
na de las fotos icónicas de aquel momento muestra a varios vietnamitas subiendo a un helicóptero en Saigón para huir de la capital de Vietnam del Sur. El New York Times tituló “Los comunistas toman Saigón”. Ese título y muchos similares reflejaban en Estados Unidos y gran parte del mundo occidental el “fin de la guerra”. Por razones obvias no iban a aplaudir el triunfo de los comunistas.
No muy lejos de allí y de las fotos que difundían las mayores agencias de noticias internacionales, el periodista Trần Mai Hạnh, corresponsal de la Agencia de Noticias de Vietnam, estaba en el puerto de Saigón y reflejaba otra realidad. En su crónica cuenta que cientos de personas salieron a recibir a las tropas liberadoras portando banderas del Frente de Liberación, rojas con la estrella amarilla, y muchas fotos de Ho Chi Minh.
Anticipándose al cambio de nombre de Saigón el periodista tituló “La ciudad de Ho Chi Minh resplandece con estrellas doradas”, en alusión a miles de banderas que ondeaban por doquier con su estrella dorada de cinco puntas en el interior y la figura del máximo líder revolucionario.
Dos miradas diferentes.
Los relatos del 30 de abril reflejan visiones del mundo que tienen en Vietnam una clase de historia y otra de periodismo. Por eso, la primera pregunta que surge es cómo describir lo sucedido en Vietnam en esos días de 1975. En el mundo occidental se hablaba del “fin de la guerra en Vietnam”. Para la mayoría de los vietnamitas era “la liberación”, y por supuesto, lo más importante: la reunificación del Vietnam dividido después de derrotar a dos potencias como Francia y Estados Unidos.
Un poco de historia
Francia comenzó a ocupar Vietnam en 1858, y en 1887 formó oficialmente la Indochina Francesa, uniendo Vietnam con Camboya y Laos. ¿Por qué “Indochina? Por una concepción eurocéntrica clásica. Para los franceses ese territorio “no tenía” nombre propio, simplemente estaba entre India y China.
Su población local era irrelevante como en todos los procesos que impulsaron las potencias colonizadoras europeas. Irrelevante, hasta que se levantaban en armas contra los invasores y había que combatirlas.
La resistencia a la ocupación francesa existió desde su inicio. A comienzos del siglo XX se intensificó con grupos nacionalistas y luego con el Partido Comunista liderado por Ho Chi Minh.
Aprovechando la debilidad de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, Japón, que ya había ocupado China en 1937, tomó el control de Vietnam. En marzo de 1945 declaró su independencia y puso al emperador Bao Dai como marioneta de Tokio. Agosto fue un mes tumultuoso por la derrota de Japón en la guerra y el retiro de sus tropas.
Ante el vacío de poder, el 2 de septiembre Ho Chi Minh proclamó desde Hanoi, en el norte, la República Democrática de Vietnam. Francia, que mantenía tropas en todo el territorio, no reconoció la independencia. En 1949 creó el Estado Libre de Vietnam y puso a Bao Dai como jefe de Estado, ahora como marioneta de París. Tras prolongados combates y la derrota francesa en la batalla de Dien Bien Phu en el norte, en 1954 se firmaron los Acuerdos de Ginebra.
Allí se decidió que el extenso país de unos 1600 km de largo quedaría dividido entre norte y sur, y en 1956 se realizarían elecciones para reunificarlo. Sin embargo, como desde 1954 la intervención de Washington fue in crescendo, para evitar el triunfo de los comunistas esas elecciones nunca se realizaron para evitar el triunfo de los comunistas.
En 1965 comenzaron a llegar masivamente soldados estadounidenses.
Out now
Los años 60 y 70 del siglo XX estuvieron marcados por la guerra en Vietnam. El envío de tropas originó en Estados Unidos uno de los movimientos antibélicos más importantes de la historia. En abril de 1967 el boxeador Mujamad Ali fue reclutado para ir a Vietnam y se negó. Parecía una bravuconada. No lo era. Le quitaron la corona de campeón y lo condenaron a cinco años de prisión.
Sus palabras fueron contundentes: «Mi conciencia no me permite ir a disparar a mi hermano, o a algunas personas más oscuras, o a pobres personas hambrientas en la jungla de Vietnam. Ellos nunca me llamaron negro, nunca me lincharon, nunca me pusieron perros encima, nunca me robaron mi nacionalidad, violaron y mataron a mi madre y a mi padre… ¿Cómo puedo disparar a esas pobres personas?”.
Muhamad Alí se había negado a ir a Vietnam pocos días después del fuerte discurso de Martin Luther King que pronunció contra la guerra en una iglesia de Nueva York. “Esta locura debe cesar, debemos parar ahora” había declarado sin eufemismos. Exactamente un año más tarde el pastor afroamericano, luchador por los derechos civiles y Premio Nobel de la paz, sería asesinado. Para entonces la consigna “Out Now” (fuera ya) era más popular y las manifestaciones contra la guerra se expandían por todo el país.
En paralelo, cruzando el Atlántico, comenzaba a sesionar en Estocolmo el Tribunal Internacional de Crímenes de Guerra, más conocido como Tribunal Russell por el apellido del premio Nobel de literatura, el británico Bertrand Russell.
Acompañado por Jean Paul Sartre e intelectuales de renombre internacional, en la apertura habló de los “crímenes bárbaros, que se reportan a diario desde Vietnam. Son crímenes de un agresor, de un ocupante, de un torturador. Nuestra tarea es mostrar esta verdad al pueblo del mundo. Los niños quemados de Vietnam son martirizados por el mundo occidental. Su sufrimiento, como el de los judíos gaseados de Auschwitz, es una característica básica de la civilización que hemos construido”.
El clima antibélico fluía entre Europa y Estados Unidos y fue el espíritu del festival de Woodstock en 1969. Varias bandas interpretaron temas alusivos a la guerra y la sociedad convirtió un tema de Country Joe McDonald en himno del movimiento contra la guerra de Vietnam en los años 60.
“Vamos, todos ustedes, hombres fuertes, -cantaba- el Tío Sam necesita su ayuda otra vez, se ha metido en un tremendo lío, allá abajo, en Vietnam. ¿Para qué estamos luchando? ¡No me lo preguntes, me importa un carajo, el próximo destino es Vietnam! Tenemos que ir a matar rojos, el único buen comunista es el que está muerto, y todos saben que solo habrá paz cuando los hayamos volado al reino del más allá. Manden a sus hijos a Vietnam. Envíenlos antes de que sea demasiado tarde. Sean los primeros en su vecindario, en tener a su hijo de regreso en una caja.”
América Latina, por su parte, convulsionada por la revolución cubana de 1959 y la expansión de los movimientos guerrilleros, tenía una mirada aún más radical que la consigna Out Now. No alcanzaba con pedir el retiro de las tropas estadounidenses. En 1966 el Che Guevara envió un claro mensaje a la Conferencia Tricontinental en La Habana: había que “crear dos, tres, muchos Vietnam». Había que apoyar la lucha antiimperialista de los vietnamitas abriendo otros focos de combate para debilitar a los Estados Unidos.
Entre 1954 y 1975 unos tres millones de estadounidenses participaron de la guerra en Vietnam; casi 60 mil volvieron en ataúdes. A su vez, se calcula que cerca de tres millones de vietnamitas murieron, más de la mitad civiles.
La letalidad de los bombardeos estuvo en línea con la frase atribuida al general estadounidense Curtis LeMay: “bombardearlos hasta devolverlos a la edad de piedra”.
Después de más de cien años de lucha, el pueblo de Vietnam logró liberarse de las invasiones y ocupaciones extranjeras y consolidar un país independiente. En 1973, mientras se combatía, le otorgaron el Premio Nobel de la Paz a Le Duc Tho junto a Henry Kissinger por sus esfuerzos para lograr la paz. Le Duc Tho lo rechazó porque el Comité Nobel “puso en un mismo plano al invasor y al invadido”.
Cuando la reunificación ya se había consolidado en una entrevista se burló del premio y de Kissinger diciendo que si se lo fueran a dar lo aceptaría, pero si se lo daban a él solo, ya que gracias a su lucha contra Estados Unidos se había logrado la paz en el país.
La historia de Vietnam es, tal vez, la que deja con mayor claridad al desnudo la hipocresía del discurso de “los valores civilizados compartidos de derechos humanos y democracia” que siempre se pregona cínicamente desde las capitales del mundo occidental.
*Colectivo del Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican), Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA)