Los que mandan: Hegemonía del capital financiero
Horacio Rovelli
El concepto de hegemonía en Antonio Gramsci se refiere a la estrategia desplegada por un determinado grupo social para generar la aceptación de sus propias posiciones ideológicas entre los otros grupos sociales por medio de la persuasión y el consenso.
En la gran mayoría de los países occidentales, en la actualidad (Estados Unidos y la Argentina, por ejemplo), la supremacía del cálculo y la renta financieros hace que se acepte su lógica como irrebatible, tergiversando la noción de que la riqueza de una sociedad proviene del trabajo y la producción, y no de la estafa, la especulación y el robo.
En Estados Unidos, por ejemplo, tienen la supremacía los grandes capitales financieros y conforman una economía desigual. Los niveles de pobreza y exclusión social no condicen con un país donde se encuentran las personas más ricas de la tierra (Donald Trump y Scott Bessent son ricos que gobiernan para ricos), que tiene un PIB de 29,1 billones de dólares (58 veces lo que produce la Argentina por año) y que se dice democrático.
Los países del este asiático, con trabajo y producción, han logrado niveles de productividad y eficiencia que les permiten ser superavitarios en el comercio internacional. En cambio, Estados Unidos en el año 2024 tuvo un déficit comercial de un billón de dólares, en su mayor parte con estos países.
El negocio del capital financiero, y esencialmente el que tiene base en Manhattan (BlackRock, Vanguard, PIMCO, Franklin Templeton, Fidelity, etc.), es más la deuda de los Estados y de las empresas que financiar actividades productivas. Esto se debe a que cobran mayores intereses y, cuando sus clientes no pueden pagar, tienen los principales estudios jurídicos con influencias sobre la Justicia del país y del extranjero para ejecutar y quedarse con el patrimonio que les interesa.
Estados Unidos tiene una deuda pública a diciembre de 2024 de 35,3 billones de dólares, y la República Popular China posee bonos del Tesoro de los Estados Unidos por 759.000 millones de dólares (el 2,15% del total). Habrá otras naciones que tengan también títulos del Tesoro de los Estados Unidos, pero es obvio que los mayores acreedores de ese Estado son el capital financiero de ese país.
La renta financiera se potencia con el derrape, con las quiebras, con llevar a la insolvencia al deudor. No se trata de financiar una actividad, una producción o un comercio y de participar del beneficio, sino que se trata de actuar como usureros.
La teoría económica marginalista le concede a los prestamistas la capacidad de saber ver un negocio, su tasa de ganancia a lo largo del tiempo y, a la vez, de contar u obtener los recursos para financiarlo. John M. Keynes cuestionó la capacidad de los mercados financieros para establecer tasas de interés adecuadas y afirmó que la tasa de interés no es el factor clave a la hora de tomar la decisión entre consumir y ahorrar. El ahorro y el consumo no dependen, en el esquema de Keynes, de la tasa de interés, sino del ingreso.
La tasa de interés jugará un rol en la decisión posterior de cómo conservar los ahorros, si en dinero o en bonos; razón por la cual la tasa de interés será un fenómeno monetario. La tasa de interés no garantiza que el ahorro fluya a la inversión.
Es más, Keynes afirma que la conversión del ahorro (riqueza no consumida) en inversión debe ser supervisada por el Estado (con los mejores). Escribe: “El capitalismo internacional, decadente pero individualista, en cuyas manos nos encontramos después de la guerra, no es un éxito. No es inteligente, no es hermoso, no es justo, no es virtuoso y no entrega los artículos”.
Debe existir un Estado que piense en el bien común, que no ponga la tasa de ganancia como principal objetivo y que sepa utilizar los recursos con que cuenta la sociedad para su crecimiento. Keynes habla de la “socialización de la inversión”. En su doctrina, el impulso de invertir viene de que, de alguna manera, los empresarios esperan que la demanda en el futuro, y en particular la demanda de bienes de consumo, se mantenga alta. El crecimiento a largo plazo depende, en primer lugar, de una alta propensión al consumo, que estimula la demanda total y, por lo tanto, las inversiones. Mientras la propuesta de Keynes se cumplía, hubo en la mayor parte del mundo 30 años de crecimiento sostenido (1945-1975).
A su vez, las inversiones son alentadas por una baja tasa de interés. Además, en la medida en que la inversión se realice, se genera el ingreso que da lugar al ahorro correspondiente que financia la inversión. Por eso un sistema bancario que genere crédito con fluidez es esencial para el crecimiento. La preocupación central es alentar el consumo y la inversión, porque el ingreso no es decidido por las decisiones de ahorrar, sino de consumir e invertir; el ahorro es residual. “El ahorro, de hecho, no es más que simple residuo. Las decisiones de consumir y las decisiones de invertir determinan conjuntamente los ingresos.
El carry trade en Agentina
La penetración cultural del capitalismo financiero se refleja en el carry trade. Este no es otra cosa que especular con una tasa de interés que supere el precio esperado del dólar (también cuando se ajusta por inflación, más en un país como el nuestro con una larga y persistente historia inflacionaria).
Dada la puesta en escena y el crédito acordado con el FMI y otros organismos internacionales, informado el día viernes 11 de abril de 2025 por el inefable ministro de Economía, Luis Caputo, el lunes 14 de abril de 2025 la Secretaría de Finanzas de ese Ministerio colocó cinco billones de pesos, de los cuales se adjudicaron Lecap (letras capitalizables) por 3,7 billones de pesos y Boncer (ajustados por inflación) por 241.000 millones de pesos.
Las Lecap son letras del Tesoro que capitalizan interés (esto es, pagan el monto al final, en su vencimiento). Las Lecap con vencimiento al 16 de mayo ofrecieron una tasa mensual de 3,75%. Estas recibieron colocaciones por 2,362 billones de pesos. Las Lecap con vencimiento al 18 de junio ofrecieron una tasa de 3,61% y recibieron colocaciones por 1,292 billones de pesos. Las que tienen vencimiento al 31 de julio con una tasa de 3,17% recibieron 239.000 millones de pesos.
La letra de menor plazo de vencimiento y mayor tasa se volvió la más demandada. Además, se emitió un título TAMAR (tasa variable) por 600.000 millones de pesos con una tasa efectiva del 3,17% mensual más cinco puntos. Las tasas finales se ubicaron entre 45,40% y 55,46%, lo que implicó un mayor costo financiero para el Tesoro.
En la ampliación del acuerdo en el marco del fondo ampliado con el FMI firmado por Luis Caputo como ministro de Economía y Santiago Bausili como presidente del BCRA, el 11 de abril de 2025, se asevera que la Administración nacional registró un superávit primario de caja de aproximadamente el 1,8% del PIB (equivalente a unos 9.000 millones de dólares) en el año 2024, y que el ajuste se debió principalmente a una fuerte contracción del gasto primario (30% interanual), con profundos recortes en subsidios al transporte, a la energía, a las jubilaciones y pensiones, transferencias provinciales y gastos de capital, a lo que se sumó el veto del presidente Milei a iniciativas de gasto del Congreso de la Nación Argentina de aumento del presupuesto en educación superior y jubilaciones y pensiones.
También afirman que la continua y estricta disciplina del gasto, junto con las reformas fiscales en los impuestos, coparticipación de los ingresos y pensiones, debería seguir reforzando el ancla fiscal. Se proyecta que el superávit primario aumente a alrededor del 2,5% del PIB a medio plazo (equivalente a unos 12.500 millones de dólares). Esto se debe a que se espera que los costos generales de los intereses aumenten en consonancia con una flexibilización gradual de las restricciones cambiarias y la refinanciación prevista de los bonos en divisas.
A confesión de parte, relevo de pruebas. En efecto, el gobierno capitaliza intereses que no puede pagar por la magnitud que tiene la deuda pública, que no trepida en aumentar sistemáticamente. Esta no se puede cancelar por el flujo presupuestario y por el flujo comercial. El default de la deuda solo va a ser paliado por la venta de las empresas públicas y la concesión, en el marco del RIGI (Régimen de Incentivos a Grandes Inversiones), de nuestros recursos naturales (objetivo último de la renta financiera).
La “tablita cambiaria” de Martínez de Hoz, el plan de “convertibilidad” de Cavallo y el carry trade de Dujovne-Sturzenegger-Caputo en el gobierno de Macri terminan con una deuda impagable. La diferencia es que esta vez pretenden pagar con la venta de empresas públicas y con nuestros recursos naturales (para eso está la ley 27.742 con el listado de empresas a vender y con el RIGI).
La deuda bruta de la Administración nacional al 31 de marzo de 2025 (último dato publicado) es de 473.557 millones de dólares; el gobierno de Javier Milei ha incrementado la deuda en 102.883 millones de dólares.
A esa deuda deben sumarse los 20.000 millones de dólares del FMI y los créditos de los organismos internacionales de abril de 2023. Los intereses que devengan de esa deuda rondan el 50% del total del gasto público (unos cinco billones de pesos por mes, cuando el total del gasto en personal, en las Fuerzas Armadas, en Justica, en educación, salud, jubilaciones y pensiones, etc., es de unos diez billones de pesos mensuales).
Por eso es que deben recurrir a las Lecap y Nocap que capitalizan intereses, agrandando la deuda pública. Esto se debe a que no se puede pagar ni del flujo fiscal ni tampoco del flujo comercial, porque desde julio de 2024 y en forma creciente la cuenta corriente de la balanza de pagos argentina es deficitaria.
Para asegurar el carry trade, el gobierno dispuso que los no residentes pueden ingresar dólares al sistema financiero argentino y comprar títulos o acciones, pero deben dejarlos por no menos de seis meses (octubre de 2025, mes en que se realizan las elecciones nacionales de medio término) y luego volver a dólares con la renta del carry trade. También, para comprar acciones o bonos argentinos, se hace a través de los ADR (recibos de depósito americanos) o con títulos afuera del país.
Es más, los gurúes de la city recomiendan «comprar y vender activamente», esto es, vender Lecaps y comprar dólares cuando el dólar esté cerca de la banda inferior (1.000 – 1.100 pesos) y, por el contrario, vender dólares cuando estén cerca de la banda superior (1.300 – 1400 pesos) y con el producido de esa venta comprar Lecaps.

Esa lógica de hierro es la que le proponen incluso al sector agropecuario. El principal factor que hace que el productor acelere o frene la venta de granos es el precio y la expectativa futura de ese precio (más allá de sus necesidades financieras puntuales). Como no se espera una suba adicional en el corto plazo, el productor decide vender y se promueve un incentivo de tasa: cuanto más rápido tengo los pesos y los coloco a tasa, más gano.
Y a medida que se desinfla el dólar, hay un trade off, es decir, entre más se desinfla el dólar y menos devaluación hay, menos es la tasa necesaria para mantener la estabilidad. Que Javier Milei matiza con afirmar que el 30 de junio se termina la baja de los porcentajes de derechos de exportación.
En síntesis
¿Cuál es la razón por la que el FMI le otorga a la Argentina una ampliación del crédito para totalizar 61.500 millones de dólares, que la convierte en, por lejos, el mayor deudor de ese organismo, y cuando sabe que la Argentina no puede pagar ni la mitad de los intereses que devenga su deuda pública, que para fines de abril de 2025 supera los 500.000 millones de dólares?
Deuda que vamos a pagar “con sangre, sudor y lágrimas”, como dijo en 1877 el Presidente Nicolás Avellaneda, pero también con el rico patrimonio público, que no le pertenece a este gobierno que lo cede en garantía (que se va a ejecutar por la imposibilidad de pago), ni tampoco a nuestra generación, sino a generaciones y generaciones de argentinos, que tendrán que pagar una deuda que no se investigó ni se investiga y que es una estafa. Y las estafas no se “honran”; al revés, se las castiga.
*Licenciado en Economía, profesor de Política Económica y de Instituciones Monetarias e Integración Financiera Regional en la Facultad de Ciencias Económicas (UBA). Fue Director Nacional de Programación Macroeconómica. Analista senior asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).