Integración o dependencia en el fondo del debate sobre el acuerdo UE-Mercosur

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Aram Aharonian

El futuro del Mercado Común del Sur (Mercosur) dependerá de cómo sus miembros resuelvan las actuales tensiones. Una, si se flexibilizarán las normas para permitir acuerdos bilaterales sin romper el bloque; otra si se logrará finalmente la firma del tratado con la Unión Europea. La tercera, no menos importante, es si China se convertirá en el socio comercial prioritario del treintañero bloque sudamericano.

Mientras algunos países defienden la necesidad de fortalecer el bloque como una herramienta para negociar desde una posición de fuerza, otros consideran que la flexibilidad y la autonomía en las negociaciones individuales podrían generar mayores beneficios a corto plazo. Este debate interno será fundamental para definir el futuro del Mercosur y su relevancia en un contexto global en constante cambio.

El nuevo gobierno de centroizquierda en Uruguay definió su lugar en el mundo: priorizará el fortalecimiento del Mercosur, la ratificación del acuerdo del bloque con la Unión Europea, un rol activo en la Comunidad de Estados de Latinoamericanos y Caribeños y el diálogo con países emergentes a través de una posible participación en el BRICS.

Hoy el Mercosur se encuentra ante una disyuntiva fundamental: ¿debe conservar la unidad del bloque para mantener una posición conjunta en el diálogo con otros actores globales, o sería más conveniente que cada miembro busque acuerdos bilaterales por separado, adaptándose a sus propias prioridades económicas y geopolíticas, rompiendo más de dos décadas de esfuerzos integradores?

Es que desde hace años, los países del Mercosur mantienen diferencias sobre la dirección que debe tomar el bloque. Uruguay impulsa acuerdos bilaterales, como su negociación con China, el gobierno ultraderechista de Argentina habla de un tratado de libre comercio con Estados Unidos desviando totalmente el foco de atención, mientras que Brasil prefiere optar por una estrategia de negociación conjunta. Paraguay, por su parte, ha oscilado entre ambos enfoques, sin lograr un consenso claro,

Esta falta de avances ha llevado a varios líderes a cuestionar si el acuerdo con la UE sigue siendo viable o si el bloque debería redirigir sus esfuerzos y enfocarse en otros socios comerciales. Y en momentos decisivos, siempre aparece alguna interferencia del gobierno estadounidense, con alguna propuesta que supuestamente puede mejorar la del acuerdo UE-Mercosur, pese al rotundo fracaso del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) impulsado en su momento desde la Casa Blanca.

El nuevo gobierno uruguayo señaló que se propone “ser con otros” en la arena internacional, compensar el pequeño tamaño buscando agregaciones de intereses en la vecindad inmediata, en América Latina y con actores de otras regiones acomunados en la vocación por el desarrollo. De concretarse finalmente, será uno de los acuerdos más importantes del mundo desde el punto de vista comercial, ya que incluye a 31 países.

La implementación, que se daría a mediados del año próximo, exige desde ya trabajar para construir realmente ese gran mercado. Uruguay ha sido el principal impulsor de un acuerdo comercial con China. En 2022, anunció negociaciones para un Tratado de Libre Comercio (TLC) con el gigante asiático, lo que generó tensiones dentro del Mercosur debido a las normas que requieren negociaciones conjuntas con terceros países. El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, ha enfatizado la urgencia de finalizar el acuerdo con la UE antes de considerar negociaciones con China.

En cuanto al acuerdo con la Unión Europea (UE), el Mercosur lleva más de 20 años negociándolo. En 2019 se alcanzó un principio de acuerdo, y a fines de 2024 se anunció lo mismo, pero la firma definitiva aún se ve opacada por diversos obstáculos. Francia, por ejemplo, rechaza la competencia de los productos agrícolas sudamericanos y exige mayores compromisos ambientales de parte de Brasil, que. teme que la apertura de sus mercados a productos manufacturados europeos perjudique a sus industrias nacionales.

Mientras la Unión Europea postergaba año tras año el acuerdo, China se convertía en un actor clave en la economía sudamericana. Su interés en un TLC con el Mercosur (o con países individuales) ha abierto un debate dentro del bloque.

Para Brasil el comercio con China ya es esencial, pero teme que un acuerdo de libre comercio pueda profundizar la dependencia de la región en la exportación de materias primas sin generar un desarrollo industrial sostenible.  Uruguay y Paraguay ven en China una oportunidad para expandir sus mercados sin las restricciones impuestas por el Mercosur.

Brasil reconoce la importancia de China como socio comercial, pero ha expresado que un acuerdo bilateral entre Uruguay y China podría debilitar al Mercosur. Argentina y Paraguay no han mostrado un interés explícito en negociar un acuerdo con China y han mantenido una postura más conservadora.

El canciller uruguayo Mario Lubetkin descartó que se produzca “un brexit del Mercosur” (en referencia a la salida del Reino Unido de la Unión Europea), a pesar del planteo del libertario presidente de Argentina, Javier Milei, quien busca alcanzar un Tratado de Libre Comercio (TLC) con Estados Unidos y amenazó con abandonar el bloque regional, si fuera la única alternativa para lograrlo.

*Periodista y comunicólogo uruguayo. Magíster en Integración. Creador y fundador de Telesur. Preside la Fundación para la Integración Latinoamericana (FILA) y dirige el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)