La rara pelea por las tierras raras

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Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican)

La pantalla táctil de tu teléfono móvil o de computadora, tubos fluorescentes, turbinas eólicas, los componentes de un vehículo eléctrico y gran cantidad de los dispositivos tecnológicos que manejamos día a día necesitan para su correcto funcionamiento unos elementos químicos con una denominación peculiar: las tierras raras.

Pocos habían oído sobre ellas, hasta que el 28 de febrero el presidente estadounidense Donald Trump impuso a su par ucraniano Voldomir Zelenski un acuerdo sobre los recursos minerales de Ucrania, por el que se otorga a EEUU un control sobre los recursos naturales del país, sobre todo en la explotación de las tierras raras.

Un informe geológico de la era soviética es el que está utilizando Ucrania para evaluar sus depósitos de «tierras raras» y se centra en una exploración realizada entre 1960 y 1990, datos que, pese a los avances tecnológicos, no se han actualizado desde la disolución de la Unión Soviética en 1991, hace 34 años ya.

El boom de las tierras raras se destapó en los últimos 15 años, debido a su importancia en la fabricación de tecnologías y productos de consumo. Pero en realidad ni son tierras ni son raras. no se encuentran en cualquier parte, y su consecución se ha vuelto objeto de ansiedad de las grandes potencias engarzadas en la lucha sin cuartel por la prevalencia en el mundo contemporáneo.

Bajo esta denominación se agrupan 17 elementos químicos que encontramos en el medio natural y que se caracterizan por tener propiedades similares entre sí y por ser, en su mayoría, escasos en la corteza terrestre.

Ellos son lantano (La), cerio (Ce), praseodimio (Pr), neodimio (Nd), prometio (Pm), samario (Sm), europio (Eu), gadolinio (Gd), terbio (Tb), disprosio (Dy), holmio (Ho), erbio (Er), tulio (Tm), iterbio (Yb), lutecio (Lu), escandio (Sc) e itrio (Y). Pese a que el descubrimiento de las tierras raras tuvo lugar el siglo XVIII, no fue hasta las décadas de 1950 y 1960, cuando comienzan a utilizarse sobre todo en la industria militar.

Según el Servicio Geológico de Estados Unidos, China posee casi la mitad de las reservas mundiales de tierras raras, mientras Brasil, India y Australia también figuran como puntos importantes. Son consideradas minerales críticos, cada vez más necesarios para la economía global de forma que una interrupción en la cadena de suministro podría provocar consecuencias graves.

Las propiedades físico químicas de estos elementos son únicas, lo que los convierte en componentes necesarios de productos de consumo de alta tecnología, como teléfonos móviles, discos duros, vehículos eléctricos e híbridos y monitores, entre otros.

El sector energético se beneficia con el gadolinio y el terbio, que se emplean en las células fotovoltaicas o el del lantano y el neodimio, necesarios para las baterías que dotan de autonomía a los autos eléctricos. Incluso sirven para la iluminación, como el caso de las LED que a menudo contienen europio y cerio, esenciales para la producción de luz de alta calidad y eficiencia.

El descubrimiento de las tierras raras se inició en 1787 cuando el teniente de artillería Carl Axel Arrhenius encontró en Suecia un extraño mineral negro y le llamó ytterby (el nombre del pueblo más cercano). Su análisis posterior permitió la identificación de las tierras raras.

En América Latina, por ejemplo, es famoso el Triángulo del litio por su riqueza de uno de estos recursos. De él forman parte Bolivia, Argentina y Chile.  En África, Nigeria, que además tiene petróleo suficiente como para estar en la mira de la voracidad de las transnacionales estadounidenses y chinas.

El profesor de la argentina Universidad Austral, Alberto Carlocchia, indica que “la transición verde y digital está acelerando la expansión de las fronteras de extracción de minerales críticos. Esta es una gran oportunidad para que América Latina pueda convertirse en un destino importante de producción en el mercado de tierras raras, posicionándose estratégicamente como una región clave para reducir la dependencia de China”.

La carrera por el aprovechamiento de las tierras raras se ha acelerado en Latinoamérica, ya que junto con el litio serán imprescindibles para la transición energética, puesto que son la materia prima necesaria para toda la tecnología renovable (eólica, solar) y de las baterías.   A propósito de este potencial de Brasil, la empresa Mineração Serra Verde (MSV) anunció inversiones por 170 millones de dólares en un proyecto de tierras raras de la empresa en Minaçu, en el estado de Goiás.

Mientras, EEUU, China y la Unión Europea avanzan en sus planes para garantizar el aprovisionamiento y acceso a esos minerales estratégicos como productores de tecnología renovable, en el marco del desarrollo de los paneles solares, torres de generación eólica e incluso infraestructura de transmisión de energía.

Estos países están buscando tener mayores garantías a través de contratos con operaciones mineras en diversas partes del mundo que les permita tener un acceso confiable a todos estos minerales estratégicos. Mientras, China es el país que alberga en su territorio la mayor cantidad de minerales críticos en el mundo, incluido también las tierras raras.

En el caso de Ucrania, China no tiene nada que reclamar, ahí las cosas se dirimen entre Estados Unidos y Rusia. Hasta la Unión Europea fue echa a un lado sin miramientos por su antiguo socio privilegiado trasatlántico, que parece ya no diferenciar entre amigos y enemigos a la hora de repartir a rajatabla aranceles y restricciones comerciales.

China está disputándole la hegemonía a Estados Unidos en África y América Latina, sobre todo en esta última, coto cerrado de caza de Washington, en donde Washington no vacila en castigar con sanciones, especialmente con veto de visas para viajar a su territorio, a cualquier funcionario que realice gestiones o exprese simpatías por las compañías chinas, además de amenazar con los consabidos aranceles y otras medidas a los países

Perú está en capilla, porque construyó en Chancay, con el concurso chino el puerto más moderno y grande de la costa pacífica de América del Sur como parte de la Ruta de la Seda, y no sería extraño que en cualquier momento sufra el mismo destino que Panamá que, como se sabe, Trump quiere incorporarlo a su territorio.

Además de este contexto de escasez y monopolio, este “oro verde” tiene graves implicaciones medioambientales. Su producción a menudo se asocia con graves impactos en la naturaleza, ya que los procesos de extracción y refino son altamente tóxicos y generan grandes cantidades de residuos,

Por este motivo, la búsqueda de formas más sostenibles de producir y reciclar tierras raras se ha convertido en una prioridad en todo el mundo, siendo al mismo tiempo otra estrategia clave para reducir la dependencia de EEUU y de Europa, de la producción china.

Una de las estrategias para reducir la dependencia de China pasa por reducir la utilización de tierras raras reemplazándolas por otros elementos más comunes. Por ejemplo, la empresa Tesla (de Elon Musk), confirmó que su próxima generación de motores eléctricos incorporará imanes sin la presencia de tierras raras. El propio Musk fue quien instruyó a Donald Trump en la apropiación de las tierras raras de Ucrania.

Todas las tierras raras son potencialmente recuperables, reutilizables y reciclables aunque, frecuentemente, las tecnologías para hacerlos sean complejas. Según el experto Simon Jowitt, geólogo económico de la Universidad de Nevada, solo el 1% de las tierras raras del mercado son recicladas.

A pesar de este escaso porcentaje, este escenario de transición presenta un horizonte esperanzador: la economía circular en la industria de las tierras raras impulsará nuevas oportunidades económicas, sociales y medioambientales, creando una realidad más resistente y sostenible.

Los líderes europeos  avalaron el plan de rearme cocinado por Ursula von der Leyen y que pretende movilizar 800.000 millones de euros para aupar a la industria bélica en la próxima década bajo la excusa de defender a Ucrania. En tres años de guerra llevan gastados casi 300 mil millones de dólares, más de 150 mil vidas perdidas y más de 10 millones de desplazados. ¿Todo eso para apoderarse de tierras raras?

* Colectivo del Observatorio en Comunicación y Democracia (Comunican) – Fundación para la Integración Latinoamericana