Trump cumplió: impuso aranceles a exportaciones de México, Canadá y China
Mirko C. Trudeau
El presidente Donald Trump confirmó que hoy entrarán en vigor los aranceles para las mercancías provenientes de México, Canadá y China y señaló que no hay nada que puedan hacer estos países para impedirlo, porque no son un instrumento de negociación. Es posible que los gravámenes se incrementen, amenazó.
Trump impuso desde hoy aranceles de 25 por ciento a importaciones desde México y Canadá y del 10% al gigante asiático.en una maniobra que está provocando una reacción adversa de empresas y el sector agrario que perderá millones de dólares aun en el corto plazo como resultado de una guerra comercial con sus principales socios. Impuso un arancel de 10 por ciento a China por “el fentanilo ilegal que han abastecido y permitido que se distribuya” en EEUU, declaró la vocera presidencial, Karoline Leavitt.
La medida tiene como principales objetivos frenar el flujo migratorio y el tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos. Todavía no se sabe qué productos abarcará mientras que se evalúa la posibilidad de gravar a la industria del petróleo en el futuro. El anuncio generó revuelo en línea con el impacto económico negativo a gran escala que podría ocasionar, tanto para los países involucrados como para el resto del mundo.
Trump agregó que es posible que los aranceles se incrementen. Reiteró su acusación de que los dos países vecinos han tratado muy mal a Estados Unidos, señalando que el déficit comercial con México es de 250 mil millones de dólares. Afirmó que podría reducir los aranceles sobre petróleo canadiense, aunque éstos podrían provocar interrupciones económicas de corto plazo y recordó que en su primer periodo sus medidas tarifarias no incrementaron la inflación.
Pese a que durante semanas –incluso desde antes de asumir el cargo- condicionó las sanciones a que sus dos vecinos se plegaran a sus exigencias en materia migratoria y de combate al tráfico de fentanilo, en el último momento reveló sus verdaderas intenciones al declarar que no hay nada que México y Canadá puedan hacer para evitarlos, ya que son una respuesta al déficit comercial de Washington con ellos.
Más allá de la retorica está la medular obsesión trumpiana respecto a la balanza de pagos desfavorable entre Estados Unidos y sus principales socios: importa bienes y servicios por un valor mucho mayor al que exporta.
Su insistencia en poner fin a lo que califica como un abuso o incluso un robo contra su país forma parte de la retórica con la que finge defender los intereses de la clase trabajadora, y en particular de los obreros fabriles, mientras pone su gobierno en manos de la plutocracia a la que pertenece y desfinancia todos los programas que atienden las necesidades básicas de la población.
La presidenta mexicana Claudia Sheinbaum aseguró ayer que su gobierno está listo para hacer frente a cualquier escenario, e insistió en que se mantiene el diálogo con la administración estadunidense. “Vamos a esperar, como siempre lo he dicho, con la cabeza fría, tomando las decisiones, declaró en su conferencia matutina. “Tenemos plan A, plan B, plan C para lo que decida el gobierno de EEUU”, dijo.
La amenaza de una disputa comercial entre los tres países del T-Mec amenaza con efectos devastadores. Con un intercambio comercial de unos 776.000 millones de dólares con México en 2024, y 700.000 millones con Canadá, los aranceles podrían alterar gravemente las economías de América del Norte.
Las autoridades canadienses y mexicanas advirtieron que responderán con medidas similares, lo que podría desencadenar una escalada de sanciones económicas. «Tenemos preparada una respuesta firme, contundente, pero razonable e inmediata», declaró en su momento el primer ministro canadiense, Justin Trudeau.
Por su parte, México, que envía más del 80% de sus exportaciones a su vecino del norte, también se prepara para adoptar medidas para contrarrestar la «agresión» comercial de Trump. La presidenta mexicana, Claudia Sheinbaum, expresó este viernes que su Gobierno está preparado para enfrentar lo que denomina un «muro arancelario» una vez que la suba entre en vigor.
Farsa contraproducente
Además de ser una farsa, la supuesta protección de los empleos estadounidenses a través de aranceles muestra la incomprensión de Trump acerca del funcionamiento de la economía actual.
Para el resto de los países del mundo, el déficit comercial es un problema porque las importaciones se liquidan en dólares, o sea que una balanza de pagos desfavorable los priva de las divisas que también requieren para mantener sus reservas internacionales, afrontar sus compromisos financieros y sostener el valor de sus monedas.
EEUU es el único país capaz de imprimir dólares, y carece de esas preocupaciones. Las trabas a la circulación de mercancías debilitan a las monedas de los socios de Washington y fortalecen al dólar estadounidense, abaratando sus importaciones y encarece sus exportaciones, con el saldo de que el déficit se mantiene prácticamente inalterado, pero no así los precios, que golpean directamente a los consumidores.
Los aranceles impactarán en los costos que los hogares estadounidenses pagan por automóviles, computadoras, televisores –México es el principal exportador a EEUU–, frutas, verduras, carne y cerveza. Los aranceles contra México son, en buena medida, contra empresas estadounidenses que directa o indirectamente trasladaron sus procesos productivos a México.
Como ejemplo, basta recordar la industria automotriz; si bien hay una potente industria mexicana de proveedores, no existe una sola compañía nacional que diseñe y comercialice automóviles, como tampoco hay compañías mexicanas relevantes de computadoras o televisores. El principal exportador de México a Estados Unidos es General Motors, por lo que las empresas estadounidenses resentirán tanto como las de México la afectación de la guerra comercial.
México, Canadá, China y otras naciones se encuentran bajo ataque no por algo que hayan hecho, sino por las estrategias propagandísticas y la prepotencia e ignorancia de la persona que ocupa la Casa Blanca, y de sus asesores proteccionistas como el nominado como secretario de Comercio, Howard Lutnick, y el subjefe del gabinete, Stephen Miller,para quienes están “primero las tarifas, después el diálogo”.
El Wall Street Journal reportó que empresas y agrupaciones laborales estadounidenses han argumentado que los aranceles generales enredarán a las cadenas de suministro continentales, elevarán precios e incrementarán la dependencia sobre comercio con regímenes adversarios como China y Venezuela.
El Peterson Institute for Internacional Economics estima que los aranceles propuestos por Trump podrían costarle al hogar típico estadunidense más de 2 mil 600 dólares por año, y otros cálculos sugieren que podrían elevar el precio de un automóvil hasta 3 mil dólares.
Trump afirmó que estos aranceles son apenas el inicio del uso de su, al parecer, arma política favorita. Confirmó que absolutamente aplicará aranceles a la Unión Europea y también indicó que están contemplando gravámenes sobre toda una gama de productos importados, desde chips de computadora, hidrocarburos, acero, aluminio, cobre, productos farmacéuticos, entre otros que próximamente serán sujetos a sus sanciones.
* Economista, politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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