El rotundo fracaso de María Corina Machado y el laberinto opositor en Venezuela
Marcos Salgado
Pasó el 10 de enero en Venezuela. Y lo único que llegó fue el 11. Así como Pedro Carmona tuvo su 13, en 2002, en su brevísima presidencia durante el golpe de Estado contra Hugo Chávez, al ex candidato Edmundo González le llegó su 10. No sucedió nada de lo que prometió y rápidamente sumó a la interminable lista de promesas incumplidas a sus ya cansados y desconfiados seguidores.
Tan grande fue el tamaño de la derrota, que al final del día 10, mientras Nicolás Maduro recibía en el Palacio de Miraflores a las delegaciones de alto nivel de Rusia y China, Edmundo hizo un discurso en donde volvió a nombrar a María Corina Machado (MCM), a quien con una generosidad que se le había esfumado en las últimas semanas, calificó como “nuestra líder”. ¿Edmundo intenta compartir el fracaso? Parece.
Y no es para menos, en rigor, el fracaso de la estrategia (si es que realmente algo de estrategia hubo) de cara al 10E es especialmente de Machado. Ella fue quien fijó el 9 de enero como la fecha clave, y llamó a movilizar en cuatro puntos de Caracas, que ya sobre el mediodía unificó en uno solo, en la calle Élice de Chacao. Ni un plaza, ni un parque, ni una avenida. Una calle, con unos escasos 190 metros de esquina y esquina.
Súbete a mi moto
Allí apareció MCM y después de un discurso intrascendente y disperso, en el que siguió prometiendo lo irrealizable, se fue en la misma moto en la que había llegado, en busca del protagonismo absoluto en las noticias. Así se produjo un incidente que su agrupación Vente Venezuela calificó de “secuestro” y “desaparición” y que todos los medios “serios” del mundo dieron por real sin ninguna verificación.
Cuando la noticia recién empezaba a ser tendencia, se acabó. Los intentos de MCM y su gente (en el gobierno señalan a Magali Meda, asilada en la embajada argentina en Caracas) de reflotarla al día siguiente fueron infructusos. Esto, más la desinflada brutal de Edmundo. El hombre no solo no se subió a un avión rumbo a Venezuela, sino que ni siquiera se mostró en público en República Dominicana, donde se supone que estaba.
Así, los dos grandes derrotados entregaban todo los titulares al presidente Nicolás Maduro, quien se juramentó en la Asamblea Nacional, encabezó una parada militar en el Fuerte Tiuna y luego una fiesta popular masiva frente al Palacio de Miraflores. Sí, hay que decirlo, a quienes les gusta medir la política por las movilizaciones callejeras: en Miraflores había más gente que en la calle Élice.
Donald al rescate
El único salvavidas que María Corina y Edmundo recibieron en el naufragio fue un posteo de Donald Trump, presidente entrante en Estados Unidos. Allí calificó de “presidente electo” a González y -amable- fijó en “cientos de miles” los que manifestaron contra “el régimen”. Cerró con un exiguo reclamo: “no deben sufrir daño y deben permanecer seguros y con vida”. De qué hará él a partir del 20E, ni media palabra.
Mientras la administración Trump no decida cómo encarará la relación con Nicolás Maduro, las estrategias políticas y mediáticas no se alinearán y cada quien atenderá su juego. Como Álvaro Uribe, que desbocado pidió una intervención internacional en Venezuela. Ya Trump falló una vez con la estrategia Guaidó, en buena medida porque la oposición no pudo en ese momento conmover ni movilizar fronteras adentro.
Ahora, el descrédito opositor es todavía peor. Guaidó al menos autojuramentarse en un acto público masivo y en Caracas. Es imposible que en el entorno de Trump no vean esto. Tal vez esperando señales de la Casa Blanca, el resto de los referentes de la oposición disolvente se mantienen más o menos en silencio, dejando aún más solos a Edmundo y MCM. Solo les queda salir de María Corina y barajar y dar de nuevo.
* Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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