A los 100 años, murió Jimmy Carter, ex presidente de EEUU y Nobel de la Paz 2002
Mirko C. Trudeau
A los 100 años de edad, Jimmy Carter, agricultor de maníes que intentó limpiar la imagen de la Casa Blanca después del escándalo de Watergate y la guerra de Vietnam, y que luego de una derrota electoral aplastante se convertiría en defensor global de los derechos humanos y la democracia, falleció el domingo 29 de diciembre.
El presidente 39 de Estados Unidos murió más de un año después de que comenzó a recibir cuidados paliativos en su casa en la localidad de Plains, Georgia, donde él y su esposa, Rosalynn (fallecida un año atrás a los 96 años) pasaron la mayor parte de su vida. El 1º de octubre celebró sus 100 años.
Era gobernador de Georgia cuando en la filas del Partido Demócrata empezó su carrera rumbo a la presidencia antes de las elecciones de 1976. En 1977, derrotó al entonces presidente Gerald R. Ford, capitalizando su condición de forastero de Washington tras la guerra de Vietnam y el escándalo de espionaje y conspiración en la Casa Blanca que destapó el Watergate, y que provocó la renuncia de Richard Nixon en 1974.
Ante la crisis del precio del petróleo, ofreció a sus compatriotas una salida responsable, sensata: les advirtió acerca del calentamiento global y urgió a cambiar los patrones de consumo, comenzando por hacer de lado los automóviles innecesariamente grandes y dilapidadores de gasolina. Ante los múltiples desafíos externos, apostó por el diálogo, la construcción de la paz y el respeto a la legalidad internacional.
Durante su mandato (1977-1981), se involucró directamente para lograr la paz entre Egipto e Israel, devolvió la soberanía del Canal de Panamá a ese país centroamericano y acabó con ocho décadas de ocupación estadounidense, recortó el apoyo militar a las dictaduras latinoamericanas y criticó el golpismo de sus antecesores.
Disfrutó de dos primeros años brillantes. El 7 de septiembre de 1977 firmó con el general panameño Omar Torrijos los históricos Tratados Torrijos-Carter por los que el país istmeño recuperó la soberanía del Canal de Panamá. Un año después, el 17 de septiembre de 1978, firmó con los entonces presidente egipcio, Anuar al Sadat, y primer ministro israelí, Menaguen Beguin, el pacto de paz conocido como los Acuerdos de Camp David.
Asimismo, Carter se comprometió con los derechos humanos y plantó cara a las dictaduras militares latinoamericanas que entonces se imponían atrozmente en América Latina, e hizo esfuerzos para normalizar la relación con Cuba y fue uno de los primeros políticos en reconocer el cambio climático causado por la acción humana como uno de los grandes retos para el futuro.
Pero su presidencia acabó plagada de crisis económicas y de política exterior. En el ámbito interno, una escasez energética continua hizo que el precio del petróleo se triplicara entre 1978 y 1980, lo que provocó colas en las gasolineras estadounidenses.
También sufrió numerosos contratiempos, como la toma de rehenes estadounidenses en Irán y el desastroso y fallido intento de rescatar a los 52 estadounidenses cautivos en 1980 y la invasión soviética de Afganistán. Así, en noviembre de ese año perdió la relección ante el republicano Ronald Reagan, quien ganó de forma abrumadora e inauguró una era de conservadurismo.
James Carter fundó en Atlanta el Centro Carter en 1982 para impulsar el desarrollo, la salud y la resolución de conflictos en el mundo. También viajó por el mundo como emisario de paz, observador electoral y defensor de la salud pública. Visitó Corea del Norte en 1994 y Cuba en 2002. En 1999, recibió la Medalla Presidencial de la Libertad, la mayor condecoración civil de Estados Unidos, de manos del presidente Bill Clinton.
En 2002 obtuvo el Premio Nobel de la Paz por sus esfuerzos en pro de la justicia social y económica. En 2007, se sumó a Los Ancianos (The Elders), un grupo de líderes internacionales que analizaba problemas globales, creado por Nelson Mandela.
En 2004, el expresidente y el Centro Carter reconocieron los resultados del referéndum revocatorio presidencial celebrado el 15 de agosto de 2004 en Venezuela para decidir la permanencia de Hugo Chávez en la jefatura del Estado, cuyo resultado oficial fue de no revocarlo, pese a los alegatos de fraude de la oposición y los medios estadounidenses..
El aún presidente, Joe Biden, lo describió como un hombre de principios, fe y humildad, mientras el mandatario electo, Donald Trump, quien recientemente señaló que entregó totamente el Canal de Panamá a la nación istmeña, dijo que el fallecido líder hizo todo lo que estuvo a su alcance para mejorar la vida de todos los estadounidenses.”Carter nos enseñó a todos lo que significa vivir una vida de gracia, dignidad, justicia y servicio”, señaló el exmandatario Barack Obama.
Elogiaron por separado la trayectoria de Carter los mandatarios de Cuba, Miguel Díaz-Canel; Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; Panamá, José Raúl Mulino; el primer ministro canadiense, Justin Trudeau; el de Francia, Emmanuel Macron; su par de Egipto, Abdel Fatah al Sisi, y Tedros Adhanom Ghebreyesus, director de la Organización Mundial de la Salud, entre muchos otros personalidades así como los gobiernos de Venezuela, Guatemala, Honduras y Ecuador.
Carter contribuyó a combatir con éxito enfermedades en las naciones pobres, medió en la resolución de conflictos, lideró misiones de observación electoral en las que tuvo la valentía de contradecir a Washington cuando éste descalificaba comicios sin fundamento, y promovió los derechos humanos de manera auténtica, no sólo cuando convenía a los intereses corporativos. Todo ello le valió el Premio Nobel en 2002, lo que lo convierte en uno de los únicos jefes o ex jefes de Estado que lo han recibido con merecimientos reales.
Hoy, volver la mirada al legado de Carter parece una tarea urgente para esa sociedad carcomida por el odio racial, la irreflexión y la incapacidad de tomar vías sensatas al encarar sus problemas.
* Economista, politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
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