«Abuelas de Plaza de Mayo» recuperaron el nieto 138, pese al negacionismo oficial
Rubén Armendáriz
Casi como un desafío a la política de ajuste del libertario presidente argentino Javier Milei que amenaza con cerrar la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, Abuelas de Plaza de Mayo anunció este viernes la recuperación del nieto número 138, secuestrado por militares durante la dictadura cívico-castrense de 1976-1983, tras torturar y asesinar a sus padres.
En medio del recorte generalizado de fondos hacia los organismos de derechos humanos decretado por Javier Milei y de los ataques contra las políticas de memoria, verdad y justicia realizadas por la vicepresidenta Victoria Villarruel, a sus 94 años, Estela de Carlotto, presidenta de «Abuelas», es una de las últimas supervivientes de esta organización de derechos humanos nacida 47 años atrás, en plena dictadura, para buscar a los bebés secuestrados por los militares.
Las Abuelas de Plaza de Mayo actualizaron el contador de nietos recuperados. Según sus estimaciones, faltan más de 300 por encontrar. Desde 1999 la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI) trabajó en la investigación del grupo familiar Villamayor-Pourtalé para que, a partir de esa reconstrucción, el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) fuera incorporando las muestras biológicas de la familia.
Por otro lado, un joven que fue convocado por la justicia dio su muestra de ADN, que fue ingresada al BNDG en el marco de la causa 188/2000 impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo. El Juez Daniel Rafecas informó al nieto 138 los resultados de las pruebas de ADN. Todo este proceso conjunto permitió la restitución de su identidad y abrió su camino hacia la verdad.
Por la rama materna, el tío Pedro Pourtalé fue quien recibió un llamado de la Comisaría de Villa Ballester para buscar a un menor de cuatro años. Diego, su sobrino, había sido dejado allí, pero le negaron información sobre el paradero de su hermana y su cuñado. Pedro junto a su mamá, crió al niño y, tiempo más tarde, denunció el caso de Marta y Juan Carlos ante la CONADEP.
Estela de Carlotto, encabezó la conferencia de prensa en la Casa por la Identidad del Espacio Memoria y Derechos Humanos, ex campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), donde además reclamó que se sostenga el funcionamiento del área de Derechos Humanos, en peligro por el despido inminente de 600 trabajadores.
“Cerramos el año con la felicidad de un nuevo encuentro: bienvenido nieto 138”, leyó Carlotto, presidenta de la organización. “Encontramos al hijo de Marta Enriqueta Pourtalé y Juan Carlos Villamayor, nacido en diciembre de 1976. Son así 138 los casos resueltos en estos 47 años de búsqueda inclaudicable de verdad e identidad”.
Marta Pourtalé nació el 5 de mayo de 1946 en Azul, provincia de Buenos Aires, y Juan Carlos Villamayor nació el 28 de abril de 1955 y era oriundo de Buenos Aires.
Marta era mayor que Juan Carlos y cuando se conocieron ya tenía un hijo, Diego Antonio, con una pareja anterior. Cuando Juan Carlos cumplió los 21 años, le dio a Diego su apellido. La pareja militaba en Montoneros. A ella la llamaban “La Negra” o “María” y a él también le decían “Ricardo” o “El Negro”.
El «recuperado» nació durante el cautiverio de su madre en la ESMA. Al momento del secuestro, María Enriqueta estaba embarazada de nueve meses. Ambos fueron reconocidos dentro de la ESMA por los testimonios de sobrevivientes.
Marta Enriqueta había nacido en Azul, provincia de Buenos Aires y tenía 30 años. Juan Carlos era porteño y tenía 21 años. Ambos militaban en Montoneros. «La Negra» o «María» y «El Negro», «Negrolín» o «Ricardo» fueron los nombres con que eran conocidos en la organización.
En 1972 Marta tuvo a su primer hijo, Diego Antonio, junto a un compañero anterior, y que es medio hermano del hombre de 48 años que acaba de recuperar su identidad. Marta conoció a Juan Carlos poco después y él le dio su apellido a Diego. Ella cursó el profesorado de Historia en el Colegio Normal de Azul y trabajó como empleada administrativa.
Historial
El 10 de diciembre de 1976 fueron secuestrados en su domicilio de la ciudad de Buenos Aires, en un operativo perpetrado por personas vestidas de civil. Según se informó, ella estaba embarazada de ocho meses y medio. “La pareja fue vista en el centro clandestino de detención ESMA, donde posiblemente se haya producido el nacimiento del nieto 138. Hasta el momento se tienen contabilizados más de 30 nacimientos en este centro clandestino. Sus padres pensaban llamar Soledad o Manuel al bebé que esperaban”, relató Carlotto.
Al enterarse del secuestro, María del Carmen Villamayor, hermana de Juan Carlos, y su madre, Carmen Antonia Morinigo, emprendieron el recorrido que también debieron atravesar cientos de familiares: presentaron hábeas corpus, visitaron tribunales y cárceles, sin éxito.
En septiembre de 1979, Carmen Morinigo logró presentar la denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de visita en el país para recoger información sobre las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura.
Por la rama materna, el tío Pedro Pourtalé fue quien recibió un llamado de la Comisaría de Villa Ballester para buscar a un menor de cuatro años. Diego, su sobrino, había sido dejado allí, pero le negaron información sobre el paradero de su hermana y su cuñado. Pedro junto a su mamá crio al niño y, tiempo más tarde, denunció el caso de Marta y Juan Carlos ante la CONADEP.
El nieto 138 tenía un hermano mayor, Diego, nacido cuatro años antes que él. Cuando creció se sumó a la búsqueda que habían iniciado sus tíos y su abuela por tribunales, cárceles y la Comisión Nacional de Personas Desaparecidas para dar con el paradero de sus seres queridos. Nunca perdió la esperanza de encontrarlo, pero a sus 52 años, la noticia del hallazgo conmovió a este abogado hasta dejarlo casi sin palabras. “Estoy muy emocionado. Sos muy bienvenido. Muchas gracias Abuelas, son un orgullo nacional”, dijo Diego desde España, donde reside.
Diego supo que esperaba un hermanito desde los primeros días, aseguró Carlotto. Cuando su mamá y Juan Carlos le contaron, hizo un dibujo de la familia incluyendo al bebé. Diego continuó esta búsqueda desde el grupo de familiares que participa activamente de Abuelas.
El nieto 138 también es abogado, como su hermano. Tiene 48 años y hace apenas horas que ha conocido su verdadera identidad. “Esta restitución es, una vez más, la muestra de las consecuencias del terrorismo de Estado en el presente y también de la necesidad de dar centralidad a las políticas de derechos humanos para que los delitos de esa humanidad sean perseguidos”, subrayó Estela Carlotto.
El caso
En 1988, Abuelas había presentado una denuncia que hablaba de un niño que podría ser hijo de desaparecidos. Desde 1999 la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (CoNaDI) trabajó en la investigación del grupo familiar Villamayor-Pourtalé para que, a partir de esa reconstrucción, el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) fuera incorporando las muestras biológicas de la familia. Por otro lado, un joven que fue convocado por la Justicia dio su muestra de ADN, que fue ingresada al BNDG en el marco de la causa 188/2000 impulsada por Abuelas de Plaza de Mayo.
“Esto demuestra, una vez más, la imprescindible e incansable labor de los distintos mecanismos que nuestro país fue creando para lograr resultados por los que somos admirados en el mundo”, subrayó la presidente de la organización.
Junto a la CoNaDI, Abuelas abrió el legajo del grupo familiar Villamayor-Pourtalé. Luego, el BNDG fue cotejando todos los perfiles. A su vez, la Unidad Especial de Investigación de CoNaDI y la Unidad Especializada para casos de apropiación fueron aportando datos relevantes al juzgado a cargo de la jueza María Servini, que finalmente convocó al hombre a realizarse el estudio de ADN. El jueves, el juez Daniel Rafecas informó al nieto 138 los resultados.
“Esta restitución es, una vez más, la muestra de las consecuencias del terrorismo de Estado en el presente y, también, de la necesidad de dar centralidad a las políticas de derechos humanos para que los delitos de lesa humanidad cesen”, continuó Carlotto.
Y añadió: “La CoNaDI y el BNDG fueron instrumentos indispensables para la resolución del caso. En la consolidación de nuestra democracia la Secretaría de Derechos Humanos ha acompañado nuestra lucha en busca de las respuestas que los perpetradores nunca nos han querido dar. Este organismo del Estado se encuentra atravesando uno de los ajustes más brutales, con la reducción de su personal a partir de un plan de desmantelamiento”.
“El delito más aberrante de la dictadura se hace evidente en cada restitución: mantener viva a una mujer embarazada, someterla a las peores vejaciones hasta dar a luz a su bebé en condiciones inhumanas, para luego robarle a su hijo y sustituir su identidad. Aunque tarde, con este encuentro, este crimen cesa”, sostuvo. “Hoy celebramos la restitución del nieto 138 y desde Abuelas pedimos que se sostenga el trabajo de la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, una herramienta imprescindible para la defensa de estos derechos fundamentales”.
*Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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