Venezuela: Petróleo e industrialización
José Félix Rivas Alvarado
El aporte de la actividad petrolera a la economía venezolana se ha conocido, por más de un siglo, por su enorme capacidad de captura de renta internacional a través de las exportaciones, generando unos ingresos que por su magnitud, determinaban la dinámica económica nacional.
Esta función rentista de la actividad petrolera es la más notoria. Sin embargo, tal capacidad generadora de ingresos oculta otra cara relevante de la extracción de hidrocarburos: su incidencia sobre el aparato productivo venezolano a través de su encadenamiento intersectorial e interindustrial.
Los eslabonamientos o enlaces, hacia delante de la cadena productiva de los hidrocarburos nos conducen -como las vertientes de un río- a diversos sectores (y sus productos), donde destacan, entre otros, la industria química y el sector agrícola, pasando por la industria petroquímica.
El petróleo está presente en otras actividades productivas y en la vida cotidiana venezolana, a través de sus derivados producidos por otras industrias transformadoras, alimentando una oferta importante de bienes muy variados.
Adicionalmente, desde los eslabonamientos hacia atrás de los hidrocarburos, encontramos un conjunto de actividades productivas de bienes y servicios necesarios para la actividad exploratoria y extractiva, que han posibilitado la existencia de un sector productivo asociado a las cadenas de apoyo que orbitan la producción petrolera. La producción industrial de válvulas, diversos insumos y hasta los servicios de ingeniería, nacieron y maduraron con el arrastre de la extracción y exportación de hidrocarburos.
Si consideramos la producción de gas, tanto de gas asociado a la extracción de petróleo (que por lo general se quema) como de las reservas de gas no asociado, se cuenta con una fuente de energía -amigable ecológicamente- poderosa para la industrialización, la agricultura, otros sectores productivos y para el consumo de los hogares.
Sectores industrIales venezolanos con experiencia acumulada en años, están en condiciones de proveer los servicios y equipos que actualmente la actividad petrolera requiere. Muchos de estos equipos, piezas e insumos son importados, lo cual implica -en un contexto de extrema restricción de divisas- una importante vena abierta por donde éstas se fugan. Un programa de sustitución estratégica de importanciones, tiene en la industria petrolera y en sectores nacionalistas del empresariado industrial venezolano, una posibilidad cierta.
La actividad petrolera, hasta ahora se ha explotado desde sus ventajas comparativas propias de un recurso natural que mueve el aparato productivo del planeta. Eso es lo que nos condena al subdesarrollo, al capitalismo periférico, a la condición de dependencia dentro del sistema capitalista mundial,que desde sus centros hegemónicos industrializados nos perciben, y nos tratan, como simples proveedores de un recurso natural energético fundamental para la industria y el desarrollo, pero de ellos. Es decir, como compradores de espejitos a cambio de oro.
La industrialización de los hidrocarburos significa ir más allá, construyendo y fortaleciendo ventajas comparativas dinámicas. Los eslabonamientos nacionales de las actividades que requiere la exploración, extracción y comercialización del petróleo (y del gas), además de desarrollar el capital nacional directamente vinculado, tienen un efecto de arrastre hacia otras actividades industriales,gestando, de esta forma, una parte crucial del mercado interno, la provisión de bienes intermedios y de capital.
Conclusión preliminar: si se industrializan las cadenas vinculadas, hacia atrás y hacia adelante con la extracción de petróleo, se lograría industrializar una parte importante del país.
El sesgo rentista
¿Por qué esta industrialización no ha ocurrido en toda su potencialidad? Porque ha dominado un sesgo rentista que conspira con la dimensión productivo-industrial. En la actividad petrolera ha predominado la importación de gran parte de los insumos y del capital real (equipos, partes, estructuras, maquinarias, insumos…) por tres motivos:
El primero,el objetivo corporativo de Petróleos de Venezuela (PDVSA)ha sido extraer la mayor cantidad de petróleo posible, porque es una industria tan rentable que hace que esta propensión exportadora-rentista no coloque como prioridad la industrialización y el fortalecimiento del capital (físico) nacional.
El segundo motivo es que, en una actividad donde los volúmenes y los valores de las importaciones son altos, importar se constituye en un negocio y en el cultivo de un ecosistema pernicioso para la economía productiva por parte de los intermediarios comercializadores/importadores.
Las altas autoridades del gobierno pueden anunciar mil veces la necesidad de “sembrar el petróleo” o de “industrializar la economía nacional”, pero quienes tienen la palabra final son las instancias gerenciales que deciden la procura y la compra, ellos conspiran de facto contra la industrialización nacional. Los administradores de las compras y los suministros, bajo una visión miope, le darán prioridad a comprar importado, aún más si hay una red logística sesgada a la importación.
El gen del sesgo importador y anti-industrializador ha estado dentro de PDVSA desde su nacimiento. Fue una herencia del metabolismo de compras intrafirmas de las empresas trasnacionales petroleras.
Si se elimina o se reduce al máximo el sesgo importador, si se profundizan las iniciativas, para apalancarse enel capital nacional, que han surgido -en estos ultimos años del bloqueo-desde el gobierno, dentro de PDVSA y en el sector privado vinculado con la actividad, buscando sustituir importaciones, potenciar encadenamientos y, por tanto, promoviendola industrialización, vamos a tener una PDVSA que no sólo se plantea metas -indudablemente necesarias- de producción y exportación, sino que además impulsa el desarrollo socio-económico.Vale decir, una actividad petrolera que promueva estructuralmente la independencia y la soberanía nacional.
Otras economías bloqueadas y asediadas por la guerra imperialista, han logrado industrializar sectores asociados a la explotación de ese bien primario que es el petróleo. La República Islámica de Irán ha logrado que el 90% de la infraestructura de producción petrolera sea hecha nacionalmente..
Industrialización y desarrollo
Hay que reconocer que, el gobierno bolivariano alcanzó un gran logro económico ejerciendo la fiscalidad soberana de los ingresos petroleros, de ahí surgieron los recursos que financiaron las misiones y muchos proyectos productivos y de infraestructura. La ley de hidrocarburos es una ley revolucionaria por el lado de la captación de la renta y su distribución popular. Pero la tarea aún se debe completar: además de la generación de renta, el petróleo tiene una gran capacidad de generar industrialización y desarrollo.
Muchos pensarán que en las condiciones actuales del bloqueo que sufre Venezuela, se hace muy difícil la viabilidad de esta propuesta. Paradójicamente, tales condiciones adversas han demostrado que la internalización de los hidrocarburos no sólo es una necesidad macroeconómica, sino que es una gran oportunidad para llevar del discurso a los hechos el cambio estructural que necesita la economía venezolana. Los actores protagónicos existen, desde el sector público y desde una fracción (cuantitativa y cualitativamente) importante del capital nacional.
Si se internaliza el encadenamiento productivo de la actividad petrolera (y del gas), estaremos impulsando la industrialización nacional de los hidrocarburos y, con ello, dado los efectos multiplicadores de los encadenamientos industriales, una parte importante de la industrialización del país.
Vimos dos motivos por el cual la industria petrolera, teniendo importantes relaciones intersectoriales, no tiende espontánemente a promover el desarrollo diversificado de la economía nacional. El tercer motivo, tiene que ver con las concepciones dominantes en el pensamiento económico que prevalece en los hacedores de política económica, y por tanto en las visiones de la mayoría de los economistas formados en “macroeconomía del crecimiento” y no en macroeconomía del desarrollo. No obstante, ese es un tema para un episodio posterior de esta serie.
* Economista, profesor universitario, fue ministro, director del Banco Central, y embajador ante Mercosur y Aladi
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