Brasil: Un breve interregno al avance fascista

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Jeferson Miola

En un artículo publicado en Folha de Sao Paulo, Francis Fukuyama, autor de El fin de la hitoria, evalúa que la elección de Donald Trump está inaugurando una nueva era en la política estadounidense y tal vez en el mundo en su conjunto. Los estadounidenses votaron por él con pleno conocimiento de quién era Trump y de lo que representaba.

Fukuyama recuerda que cuando Biden ganó la Casa Blanca [en 2020], parecía que las cosas habían vuelto a la normalidad después de una desastrosa presidencia del tenebroso republicano. La ilusión pronto se difuminó. El ruinoso gobierno de Trump no fue una anomalía. En realidad, lo fue la victoria del demócrata Joe Biden en 2020. ”Después de la votación del 5 de noviembre, ahora parece que la anomalía era la Presidencia de Biden”, escribió Fukuyama.

En la misma línea de razonamiento, al día siguiente de las elecciones la eportera Patricia Campos Mello señaló que, cuando ganó en 2020, Joe Biden afirmó que Trump había sido “un momento de aberración” en la historia de Estados Unidos. Cada vez más, parece que el interludio fue Biden, y el futuro, al menos en los próximos años, tiene la cara de Donald Trump.

La administración de Biden habría significado, en este sentido, sólo un breve interregno para el avance fascista, muy lejos de significar la aniquilación del trumpismo y el extremismo. Así como la derrota de Bolsonaro en 2022 no signó el fin del fasci-Bosonarismo en Brasil.

Para Fukuyama, la victoria de Trump representa un rechazo decisivo a los votantes estadounidenses al liberalismo y la forma particular en que la comprensión de” una sociedad libre” ha evolucionado desde la década de 1980.

Él, un intelectual del establishment que en la década de 1990 proclamó el triunfo definitivo e inexorable del neoliberalismo sobre el socialismo y cualquier alternativa anticapitalista, hoy reconoce que fenómenos como Trump se deben precisamente al «ascenso del neoliberalismo durante el último medio siglo, una doctrina que canonizó los mercados y redujo la capacidad de los gobiernos para proteger a los perjudicados por los cambios económicos”.

El mundo se ha vuelto mucho más rico en todo, mientras que la clase obrera ha perdido empleos y oportunidades, afirma.

liberalismo progresista | ¡A los molinos!Fukuyama también considera como la causa de la seducción del electorado por el extremismo, el surgimiento del identitarismo, o lo que podría llamarse liberalismo “woke”, en el que la preocupación progresista por la clase obrera ha sido sustituida por protecciones dirigidas a un conjunto más estrecho de grupos marginalizados: minorías raciales, inmigrantes, minorías sexuales y similares.

Opina que debido al identitarismo, la clase obrera sintió que los partidos políticos de izquierda ya no estaban defendiendo sus intereses, y comenzó a votar por los partidos de derecha, “ya que el poder del estado [era] cada vez más utilizado para promover resultados sociales específicos para estos grupos”.

Independientemente de la valoración que se haga sobre el impacto de las agendas identitarias, es dudoso atribuirles la razón determinante para el reflorecimiento de los fascismos en el mundo y para el desplazamiento social y electoral de las masas populares hacia la extrema derecha.

En su etapa ultrafinanciera, el capitalismo neoliberal sufre de una crisis estructural; es un sistema que se ha apagado y necesita profundizar aún más la barbarie humana, climática-ambiental y civilizadora para lograr mayores niveles de acumulación.

El fascismo no es una fuerza antisistema, y tampoco es un movimiento anticapitalista. Es una opción endógena del propio sistema para la reconfiguración del capitalismo en crisis profunda cuando existe la exigencia de formas autoritarias y violentas de gestión de la barbarie neoliberal.Cambio de época: ¿se puede evitar la barbarie neoliberal? - NODAL

Mientras, los gobiernos de izquierda y progresistas frustran las expectativas sociales manejando la crisis neoliberal sin saciar los pilares de esta crisis –manteniendo el Estado mínimo, los servicios públicos mercantilizados, la sobreexplotación de trabajo con bajos salarios, derechos de seguridad social, trabajo y sociales destruidos – la extrema derecha captura la frustración y el desaliento social con un mística salvacionista y antisistema.

El escenario para las elecciones de 2026 en Brasil añadió desafíos más complejos a partir del resultado de las elecciones estadounidenses. Así como en Estados Unidos, la extrema derecha brasileña sigue pujante, en una ofensiva político-ideológica y con capacidad de liderazgo sobre la derecha partidaria y todo el espectro conservador y reaccionario.

Las oligarquías dominantes no dudarán en volver a abrazar el fascismo, como abrazaron a Jair Bolsonaro en 2018, si ven la posibilidad de derrotar a Lula. Si consiguen su intención, al igual que Biden en Estados Unidos, Lula será sólo un breve interregno para el avance fascista en Brasil.

*Miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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