K-mala o Trump-oso, la indecisión cunde en EEUU
Álvaro Verzi Rangel
A tres semanas de las elecciones en Estados Unidos, Donald Trump y Kamala Harris intentan llegar a la relativamente pequeña cantidad de votantes indecisos que podrían marcar la diferencia, en especial en los estados péndulo. Cada cuatro años las miradas en están puestas en los denominados ‘swing states’ o estados péndulo o bisagra, ya que pueden definir la elección presidencial.
Para 2024, Georgia, Arizona, Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Nevada y Carolina del Norte son los estados indecisos que pueden terminar definiendo al jefe o jefa de Estado de la primera potencia, el próximo 5 de noviembre.En EEUU no gana el candidato que obtenga mayor cantidad de votos a nivel nacional: hay estados que otorgaron mayor número de delegados, que se traducen en votos electorales.
California, Nueva Jersey o Nueva York generalmente tienen una tendencia demócrata en las urnas, mientras que Texas o Albama optan por el candidato republicano, No ocurre lo mismo con los estados péndulo, que generan expectativa y sorpresa hasta culminar la contienda. Por ello, pese a que alrededor de 240 millones de personas están habilitadas para votar, solo una fracción de ellas definirán al próximo presidente (a).
En el afán de ganarse a los votantes indecisos, en momentos en que el Partido Demócrata bajo Kamala Harris se ha desplazado mucho hacia la derecha, distanciándose de Joe Biden, Tim Walz y el Partido Demócrata están dando una mano para hacer aceptable la agenda ultraconservadora y xenófoba de Donald Trump y su candidato a vicepresidente JD Vance.
En el debate presidencial Kamala Harris hizo un buen trabajo al hacer que Trump pareciera un niño enojado y desagradable y que ella misma fuera una alternativa tranquilizadora. En el debate con Joe Biden, Trump había ganado por defecto porque el cerebro del aún presidente ya parecía agotado.
Cuando fue precandidata en el 2019 y al comienzo de su gestión como vice, Harris tenía un discurso más empático con los migrantes, pero ahora, evaluando que el discurso de Trump sobre los migrantes ilegales ha calado en buena parte de la ciudadanía, y en vista del aumento récord de cruces en la frontera con México en el gobierno de Biden, Harris ha cambiado su discurso, para parecerse a la retórica de Trump.
La relación con América Latina no parece ser de interés para ambos candidatos, que han mostrado más similitudes que diferencias, principalmente al enfocar tanto Trump como Harris la relación con México con el eje puesto en la inmigración ilegal. Ni Harris ni Trump propone un acercamiento con Cuba o Venezuela, sopesando el impacto que una aproximación podría tener entre el electorado latino, especialmente en la Florida.
La postura contra los inmigrantes se han convertido en el oscuro objeto del odio de Make America Great Ahain (MAGA) de Trump y en el sujeto de la retórica xenófoba de su vice JD Vance, quien culpó a los inmigrantes por hacer subir los precios de la vivienda y por el fentanilo con el que se drogan los estadounidenses y los difamó como criminales, siguiendo la ruta de la promesa trumpista de implementar el programa de deportación masiva más grande de la historia.
El debate vicepresidencial le dio a JD Vance – un parcialmente desconocido y “raro” favorito de Make America Great Again (MAGA)- la oportunidad de naturalizar las ideas de la Nueva Derecha fascistoide y defender su posición como el futuro del Partido Republicano.
Existe un alto grado de acuerdo entre los demócratas y los republicanos sobre la guerra genocida en Medio Oriente. Existe un acuerdo estratégico bipartidista para mantener la alianza con Israel incluso cuando aumentan enormemente las tensiones en la región, pero lo cierto es que la candidata demócrata ha exhibido un discurso más agresivo que el abanderado republicano en temas como la relación con China y el conflicto en Ucrania.
Los temas relacionados con la política exterior no suelen estar entre los asuntos más importantes para los ciudadanos para decidir su voto, pero el número de conflictos globales que agitan el tablero internacional en la actualidad y los frentes abiertos por la administración Biden estos últimos cuatro años hacen que, en este ciclo electoral, estas cuestiones sean especialmente insoslayable para los candidatos presidenciales.
Si bien a la hora responder preguntas de los medios, tanto Harris como Trump han buscado hacer foco en temas más locales y que interesan más al votante promedio, como la economía, el acceso a la vivienda, la salud y el aborto, ninguno de los dos pudo ser cuestionados sobre asuntos como la escalada bélica de Israel contra varios países de Medio Oriente, así como también sobre la trágica retirada de Afganistán de las tropas estadounidenses, dos de los más grandes fracasos en política exterior de la administración Biden.
Trump ha sabido explotarlos durante sus discursos, presentándose a sí mismo como el «candidato de la estabilidad» y prometiendo apaciguar las relaciones con Rusia y Corea del Norte y enfocar una eventual segunda gestión suya en resolver problemáticas internas.
Harris ya es considerada como la «más extrema de la época moderna», resaltando siempre en sus entrevistas sobre que posee un arma, su promesa de que EEUU tendrá la fuerza militar más letal del mundo bajo su mandato y, defendiendo una postura sobre China y el rol de EEUU en un escenario global muy parecido al de la Guerra Fría,
Mientras Trump ve a China como un rival comercial, que perjudica a los trabajadores y las industrias de EEUU, Harris repite la apreciación de Biden de que Pekín no es sólo un adversario sino hasta un enemigo geopolítico, una amenaza existencial para EEUU. El actual gobierno ha aumentado las sanciones contra China, prohibiendo autos, semiconductores, tecnología. Una actitud paranoica, perjudicial para los consumidores estadounidenses y letal si se quiere garantizar la coexistencia pacífica de los dos países.
Otra diferencia entre los candidatos tiene que ver con la guerra en Ucrania y el financiamiento de la OTAN. Trump incluso amenazó con sacar EEUU de la organización si el resto de los países no se ponían al día y aumentaban su cuota de defensa. El expresidente sabe que la mayoría de los estadounidenses desean que los impuestos vuelvan a los ciudadanos y no se usen para financiar conflictos offshore, que sólo favorecen, en definitiva, a los grandes fabricantes de armas.
Parte del éxito de Trump tiene que ver con adoptar una perspectiva que desafía el consenso bipartidisita financiado por el complejo industrial militar, pese a que varios think tanks han calificado a esa visión “aislacionista”, aunque en definitva menos injerencista y hasta más pacifista.
Ambos candidatos exhiben en líneas generales coincidencias ya que persisten pactos que un político que pretende tener poder en EEUU no puede desafiar, como la alianza de décadas con Israel, El dinero del lobby israelí es crucial para financiar las contiendas electorales, y por ello no es casual que Trump, Harris y sus ompañeros de fórmula JD Vance y Tim Walz, repitan el verso del “derecho de Israel a defenderse” y saben que no pueden frenar el envío de armas a Israel, para que aniquile a sus vecinos.
El primer ministro isarelí Benjamín Netanyahu prefiere un triunfo de Trump porque tiene una mejor relación con el republicano que con Biden, Por eso, Harris evita la crítica frontal al líder israelí, aún sabiendo que perder el voto joven y progresista y el electorado árabe-americano, que es crítico del apoyo demócrata a la campaña militar de Israel en Gaza y en el Líbano, es un gran riesgo para sus oportunidades electorales.
Realmente es difícil para el ciudadano estadounidense elegir entre los dos candidatos presidenciales, K-mala Harris o Donald Trump-oso. ¿Será una elección presidencial para los próximos cuatro años?
*Sociólogo y analista internacional, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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