Israel, EEUU y la OTAN, un año de genocidio e ignominia
Isabella Arria y Álvaro Verzi Rangel
Hace un año, la organización palestina Hamas lanzó un mortífero ataque de cohetes contra Israel y una serie de acciones relámpago en los alrededores de la Franja de Gaza, que dejaron un saldo de 1.200 personas muertas, tomando como rehenes a 240 israelíes.En el año transcurrido, Israel asesinó a 42 mil personas en Gaza, de las cuales casi 30 mil fueron mujeres, niños y ancianos, en un genocidio que aún persiste.
Netanyahu, jefe de gobierno de Israel, es ya el mayor criminal de guerra del siglo XXI, pero sus delitos contra la humanidad no podrían haberse llevado a cabo sin la entusiasta complicidad de Occidente, y en particular de Washington, Londres y Berlín, quienes se han mantenido inconmovibles ante la pesadilla de dos millones de gazatíes acorralados, llevados hasta la inanición y sometidos al terror permanente de no saber cuál de las bombas que vuelan sobre sus cabezas habrá de matarlos.
El delirio bélico de Netanyahu, financiado por Estados Unidos y la Unión Europea, no se ha limitado a Gaza, sino que sigue atacando a los palestinos que habitan los jirones de Cisjordania en que los mantiene recluidos el ejército ocupante, además de bombardear Siria, Irán, Yemen y Líbano. En este pequeño país, se han ensañado golpeando más de 200 objetivos en un solo dia.
Joseph Biden y Kamala Harris, presidente y vice de Estados Unidos son los principales financistas de la guerra deNetanyahu. Sin los miles de millones de dólares en armas que les regala Estados Unidos, el gobierno israelí ni siquiera se atrevería a disparar a mansalva. Netanyahu es el autor material de esos crímenes, pero los autores intelectuales y propiciadores son Biden, Harris (antes Barack Obama), y los gobiernos “democráticos” de la “civilizada Europa”, en particular el inglés, el francés y el alemán.
Biden y sus diplomáticos es quien obliga a sus aliados árabes, las dictaduras tan sanguinarias como la de Israel (Arabia Saudita o Egipto), a mirar para otro lado y colaborar con hechos u omisión con los crímenes israelíes. Son los protectores y financiadores de Netanyahu y otros criminales.
Los gobiernos europeos, liberales y socialdemócratas, disfrazan su apoyo activo al genocidio contra Palestina, en la ridícula excusa de lucha contra el “antisemitismo”. El pueblo palestino y, por extensión los árabes y musulmanes, no han sido antisemitas. Los antisemitas son los muy cristianos pueblos europeos que eligen esos gobiernos.
La diferencia entre el gobierno nazi de Adolf Hitler y el socialdemócrata de Scholz, es que la “solución final” que han encontrado no son las cámaras de gas, sino convencer a los judíos alemanes que su lugar está en Palestina y no donde nacieron, Alemania. Estos gobiernos europeos, travestidos en demócratas y “defensores de derechos humanos”, también arman a Netanyahu a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
Hace apenas un año
Hace un año, el gobierno ultraderechista de Benjamín Netanyahu en Israel, tomó como excusa el atque de Hamas para subir un escalón más en el genocidio permanente contra el pueblo palestino. Con la excusa del restate de los rehenes, rechazó la propuesta palestina de intercambiar los 240 por nueve mil palestinos secuestrados. Algunos de los israelíes retenidos, fueron asesinados por los bombardeos israelíes, otros fusilados por sus compatriotas, que los confundieron con palestinos que llevaban banderas blancas.
Genocidio, masacre, supremacismo judío. A Netanyahu y sus mandantes les interesan los rehenes solo como arma propaganística,
En este penoso año, Israel asesinó con sus misiles, balas y buldóceres que arrasan cada centímetro e territorio palestino, a 42 mil personas en Gaza, entre ellas 169 bebés nacidos después del 7 de octubre. Netanyahu no quiere que quede nada en pie: 21 mil niños están desaparecidos. En los primeros dos meses de genocidio, Israel ya había matado a más periodistas y trabajadores de Naciones Unidas de los que han muerto en cualquier otro conflicto.
Al genocidio de palestino se le deben sumar los asesinatos de altos mandos iraníes, la detonación a distancia de miles de dispositivos de comunicación usados por el grupo islamista Hezbollah y el exterminio de la práctica totalidad de sus dirigentes y los de Hamas, lo que refuerzan la percepción de que el régimen de Netanyahu estaba al tanto del ataque y lo dejó ocurrir.
Netanyahu ha basado toda su carrera política en explotar el odio racista de sus conciudadanos. El genocidio contra el pueblo palestino y el incendio que ha creado a su alrededor le han sido muy útiles para desviar la mirada de sus variados escándalos de corrupción.
El gobierno fascista israelí, envalentonado por el respaldo activo y pasivo a su genocidio en Gaza, ha dado un paso más allá asesinando a los dirigentes políticos palestinos de Hamas y libaneses de Hizbulá. Además, ha extendido la guerra al Líbano y amenaza con una conflagración, que puede llegar a ser nuclear contra Irán.
Cuando palestinos, libaneses e iraníes se defienden y le mandan los cohetes a Israel en respuesta asus muchos crímenes y ataques, Estados Unidos y la OTAN salen a defender al genocida Netanyahu con sus portaaviones y sistemas antimisiles. Esa guerra no es sólo de Netanyahu, es de Biden, Kamala y los “humanitarios” gobernantes del occidente europeo.
Otro tanto sucede en la guerra de Ucrania y Rusia, donde es bastante claro que el imperialismo que se expande militarmente hacia el este es la OTAN que, contrario al Pacto de Varsovia (que se disolvió hace 30 años), sigue activo en expansión cercando a Rusia. A los ¿ingenuos? europeos se les ha hecho cree de que es Vladimir Putin quien les amenaza con invasiones al estilo “blitzkrieg”. No se trata de legitimar a Putin y su forma de hacer la guerra en Ucrania, sino darle la dimensión global al conflicto .
La barbarie que hoy padece el pueblo palestino ya la han padecido en Afganistán, Irak, Libia en las múltiples guerras civiles que azotan a los pueblos de África azuzadas por las empresas mineras europeas y estadounidenses. ¿Será el capitalismo que cada vez más se acerca al pronóstico de Rosa Luxemburgo: la barbarie?
*Arria es una periodista chilena residenciada en Europa. Verzi Rangel es sociólogo, codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia. Ambos son analistas del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.