Biden, un discurso orwelliano y todo el apoyo al genocidio nazionista
Maxime Doucrot
Al octogenario presidente estadounidense Joe Biden le costó casi un año señalar que debe evitarse una guerra total en Medio Oriente, tras varios días de brutales ataques israelíes contra Líbano, Siria y Yemen, y a casi un año de que Israel lanzara una operación de exterminio contra la población palestina de Gaza.
Todo ello deja dolorosamente claro que Israel está decidido a llevar la barbarie hasta sus últimas consecuencias, incluida una guerra total con un potencial arrasador de destrucción material y humana, con el apoyo de Washington y eso que llaman Occidente. Y parece también indudable que nadie lo detendrá.
La última semana Israel lanzó su campaña de exterminio contra liderazgos de gobiernos y grupos islamitas que apoyan al pueblo palestino en su intento de sobrevivir al genocidio. En un bombardeo que dejó daños en 30 kilómetros a la redonda de Beirut, sus fuerzas armadas asesinaron a Hassan Nasrallah, secretario general del partido-milicia chií libanés Hezbollah. En el mismo ataque murieron otros comandantes de dicho grupo, así como un general de la Guardia Revolucionaria de Irán.
Netanyahu ordenó la carnicería justo antes de dirigirse a la Asamblea General de la ONU, donde mostró su arrogancia y la lógica fascista que guía sus actos. Dijo que no se detendrá ante nada para consumar sus objetivos de dominación y advirtió al mundo que no hay lugar que los recursos militares israelíes no puedan alcanzar.
Ningún líder occidental abandonó la sala mientras Netanyahu se jactaba de que asesina y seguirá asesinando a quien se le dé la gana. Washington, la Unión Europea, sus aliados y satélites, aplauden el delirio bélico de Israel, como hizo el presidente Joe Biden al declarar que el asesinato de Nasrallah fue un acto de justicia.
Netanyahu volvió a comprobar que tiene luz verde de los “faros de la democracia y los derechos humanos” de Occidente para masacrar a millares de niños con misiles, balas, buldóceres y la cruel muerte por hambre.
Desde que inició la destrucción de Gaza, han muerto 52 israelíes a manos de Hezbollah y más de mil 500 libaneses a manos de Tel Aviv. En un solo día, el 23 de septiembre, Israel masacró a diez veces más personas de las que ha perdido en 12 meses, más allá de las décadas de bombardeos arbitrarios y crímenes de guerra atroces como su participación en los actos genocidas de Sabra y Shatila.
Si bien ambos bandos están armados, la pavorosa desproporción entre su poder de fuego y el número de bajas hace imposible caracterizar como una guerra lo que es una masacre.
Nazionismo
Cada día resultan más espeluznantes las similitudes entre la Alemania nazi y el gobierno de Israel. Sus ciudadanos son adoctrinados desde la primera infancia en el odio racial y la deshumanización del pueblo al que han decidido exterminar, mantienen a millones de personas en campos de concentración que luego convierten en centros de exterminio, imponen castigos colectivos, disparan deliberadamente contra civiles inermes, ignoran de manera flagrante la soberanía de otros países.
Y, al igual que la Alemania nazi en su camino hacia la barbarie, Israel cuenta con la complicidad de Occidente. Nadie espera que estados Unidos de pasos hacia el restablecimiento de la paz: la declaración es preparatoria discursiva de su próximo encuentro con el genocida Netanyahu, jefe del régimen nazionista israelí, luego de que el gobierno de Washington respaldara el asesinato de algunos de los más altos dirigentes de la milicia chiíta libanesa Hezbollah mediante bombardeos de la fuerza aérea israelí.
No parece Biden preocupado por el hecho de que Líbano alcanzó en pocos días cerca de un millón de desplazados internos por los intensos bombardeos israelíes, en lo que el primer ministro Najib Mikati, como «la mayor» ola de desplazamientos en la historia del pequeño país mediterráneo.
Estados Unidos fue el principal instigador histórico -y muchas veces perpetrador directo- de las guerras en Medio Oriente, para sostener con todos los recursos bélicos, económicos, políticos y diplomáticos, las atrocidades que las fuerzas de Israel cometen en la región, empezando por el genocidio en curso de la población gazatí.
Israel ya asesinó a más de 40 mil palestinos en la Franja de Gaza, donde cientos de miles han sufrido heridas. Más de dos tercios de los gazatíes se vieron sometidos a desplazamiento forzado y los desaparecidos suman decenas de miles. Estos graves crímenes de lesa humanidad fueron cometidos, en su mayoría, con aeronaves, municiones y tecnología facilitada por el gobierno de Washington.
Estados Unidos es el principal soporte militar de Tel Aviv, con decenas de miles de millones de dólares en asistencia militar y el manto protector del veto de Washington en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para impedir cualquier resolución orientada a detener o atenuar el sufrimiento de los habitantes de Gaza.
El británico Georges Orwell, en su distópica 1984, imaginó un régimen totalitario que tenía como método de control el doble discurso y el doblepensar, aplicados por el Ministerio de la Verdad para manipular y desinformar a la sociedad mediante mensajes que afirmaban exactamente lo contrario a la verdad: de allí el adjetivo orweliano para designar el doble discurso que invierte de manera deliberada el significado del lenguaje.
Las expresiones de Biden son hipócritas y cínicas, y por demás orwellianas: manipulan la verdad y la realidad sobre un régimen nazionista con propósitos de continuar y acentuar la masacre en Gaza, en Cisjordania ocupada y en Líbano, además de extender las hostilidades en contra de Irán y Yemen.
El intento de Biden de mostrar una voluntad ficticia de impulsar la paz cuando ha venido apoyando con toda suerte de recursos la desorbitada violencia genocida de Israel muestra que la mentalidad orweliana está presente tanto en el partido Demócrata como en el Republicano estadounidense.
*Analista francesa,, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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