¿Juntos y revueltos? Brasil acoge efectivos de China y EEUU en un ejercicio militar

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Jorge Riquelme

Acaba de culminar la denominada Operación Formosa 2024, en el municipio del mismo nombre en el estado de Goiás, a pocos kilómetros de Brasilia. Los ejercicios se llevaron a cabo entre los días 4 y 17 del presente mes, contando con la participación de unos 3000 efectivos, entre los cuales se contaban 33 de la Armada de China y 54 del Cuerpo de Marines de Estados Unidos. También participaron uniformados de Argentina, Congo, México, Sudáfrica, Francia, Italia, Nigeria y Pakistán.

Al respecto, el Ministerio de Defensa de Brasil señaló en un comunicado, que el propósito del ejercicio era simular operaciones anfibias donde buques de guerra perpetraran ataques en un área costera hostil, utilizando munición real y reproduciendo situaciones reales de combate. Entre los medios utilizados se encontraban el carroanfibio CLAnf, los blindados multifuncionales JLTV y Guaraní, y los aviones AF-1 Skyhawk, KC-390 y Super Tucano, entre otros.Tropas de la Armada de China y del Cuerpo de Marines de EE.UU. participan  en Brasil del Ejercicio Formosa 2024

Es interesante notar la disposición de China y Estados Unidos para participar en un ejercicio que buscaba impulsar el conocimiento mutuo y la interoperabilidad entre las fuerzas armadas, en un momento global fuertemente determinado por la competencia estratégica entre ambas naciones, que incluso ha marcado el tono de la carrera electoral en la potencia norteamericana. Es curioso, además, que el escenario sea justamente la localidad de Formosa, mismo nombre con que Portugal designó en su momento a la Isla de Taiwán y que actualmente se constituye como focoprincipal de los últimos roces entre ambos países.

Los mismos no participaban en ejercicios de este tipo desde el año 2016, cuando Estados Unidos invitó a China a participar en el RimofthePacific (RIMPAC), el ejercicio naval más importante del mundo, invitación que fue retirada en las siguientes ediciones del mismo.

Junto con ello, cabe destacarque, en un contexto de competencias y sobresaltos globales, efectivos de ambos países compartan espacios en un contexto tan sensible, como son los asuntos militares. Es probable que un anfitrión como Brasil haya entregado las confianzas y las seguridades propicias para este tipo de colaboración, en un intento de la potencia sudamericana por recuperar espacios en la política global, auscultando su posicionamiento e influencia como un actor trascendente en las discusiones y la toma de decisiones internacionales. Además, se debe señalar que China y Estados Unidos son socios comerciales prominentes del gigante sudamericano.

Fotogalería: la Operación Formosa 2024 reúne a militares estadounidenses y  chinos en la Planicie Central de BrasilHasta hace poco, Brasil era valorado desde la literatura especializada y desde ámbitos políticos como una potencia estabilizadora, caracterizada por su softpower, lo que se expresó, por ejemplo, en un papel determinante en la soluciónde crisis vecinales, el liderazgo en la ya extinta  Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), así como en la configuración de instancias de integración regional, como la iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Sudamericana (IIRSA) o la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y su Consejo de Defensa.

Ahora, tras el gobierno de Bolsonaro, nuevamente Brasil busca cumplir un rol como potencia regional, de carácter pragmático, buscando establecer puentes entre los países del Norte y Sur, sin olvidar su papel en la cooperación a nivel del denominado Sur Global, como lo expresa su ingente actividad con países del África o a nivel sudamericano, a través del denominado Consenso de Brasilia, que busca retomar el camino de la integración regional, desde hace años en fase de crisis. Ello, sin olvidar la histórica pretensión de Brasil de alcanzar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, como parte del denominado G-4 (Junto a Alemania, India y Japón).

Pero, desde luego, no todo es color de rosa. Un ejercicio militar entrega un escenario propicio para el intercambio, el mutuo conocimiento y la cooperación entre los participantes, pero, al mismo tiempo, es un contexto relevante para demostrar capacidades y generar disuasión, además de vigilarse mutuamente. En suma, es un contexto útil para cooperar y disuadir, para ejercer el softpower, tanto como el hardpower. Aunque, de todos modos, son espacios que es preferible que existan. Las comunicaciones son fundamentales para cimentar, aunque sea de manera precaria, la confianza, elemento que brilla por su ausencia estos días en la política internacional.La Operación Formosa 2024 reúne a militares estadounidenses y chinos en la  Planicie Central de Brasil

Por separado, autoridades de China y Estados Unidos han valorado la realización de la Operación Formosa. Pese a la conocida hostilidad bilateral, lo cierto es que desde la Embajada de Estados Unidos han destacado el valor de las relaciones entre ese país y Brasil, subrayando la importancia de las maniobras conjuntas para mejorar la interoperabilidad y la preparación delas fuerzas armadas.

Al mismo tiempo, desde China se ha sostenido que la participación en el ejercicio “es el último paso en la ampliación de la cooperación militar entre Pekín y Brasilia”, en tanto efectivos del país asiático ya han participado en instancias similares en el Centro de Entrenamiento de Guerra en Manaos, el año 2015, y luego en el Centro de Entrenamiento Conjunto de Operaciones de Paz de Brasil, en 2017. Por lo demás, Brasil y China ya comparten espacios en el marco del BRICS, instancia minilateral donde la cooperación en defensa entre sus miembros esta paulatinamente cobrando fuerza.

Como se aprecia, Brasil se ha presentado como un anfitrión propicio para estos gestos, dando cuenta de una potencia regional que busca asumir un papel mediador ante los desafíos de la nueva geopolítica, que se decanta en un contexto de transición de poder global, donde el gigante sudamericano, todavía de manera tímida, busca nuevamente posicionarse como una potencia estabilizadora. Ello, teniendo como plataforma una región caracterizada como una Zona de Paz, libre de conflictos bélicos, y que mayoritariamente busca situarse al margen de las grandes contiendas globales.Lo anterior parece especialmente relevante, si consideramos que el mundo atraviesa un periodo de turbulencias, conflictos y debilidad del multilateralismo, como consecuencia, entre otros elementos, de la carencia de un liderazgo estructurador de la gobernanza global.

La Operación Formosa 2024 reúne a militares estadounidenses y chinos en la  Planicie Central de BrasilEn esta línea, Esteban Actis y Nicolás Creus, en el libro La disputa por el poder global. China contra Estados Unidos en la crisis de la pandemia (2020), señalan que el sistema internacional está determinado por procesos sincrónicos de difusión y transición del poder, que evidenciarían una crisis de liderazgo donde ni Estados Unidos, ni Europa, China, Rusia o India, poseerían por sí mismos los recursos de poder necesarios para actuar como organizadores de la política mundial. De este modo, asistiríamos a un mundo esencialmente entrópico, definido por el caos y el desorden, situación radicalizada por la competencia estratégica entre las señaladas potencias globales, cuya conducta, de todos modos, resulta fundamental para la estabilidad global.

Como se desprende de un reciente artículo del profesor Charles Kupchan, de la Universidad de Georgetown, aparecido en la revista Foreign Affairs, China y Estados Unidos deben aprender a convivir en un mundo de diversidad ideológica y con múltiples concepciones respecto del orden global, trabajando de manera conjunta con otros centros de poder, ya sean democracias o no, bajo una mirada pragmática y no ideológica, que contribuya de manera eficaz a la estabilidad global.

Los ejercicios representan un acercamiento modesto, pero no menos significativo, en tanto pueden marcar la pauta para un futuro relacionamiento cooperativo y funcional para el enfrentamiento de grandes problemas globales, ya sea desde el punto de vista de los conflictos bélicos tradicionales, fuertemente radicalizados en la actualidad, como de la nueva agenda de seguridad que ha ido delineando la globalización y su secuela de interdependencia.

*Doctor en Relaciones Internacionales, Universidad Nacional de La Plata

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