Brasil: Suspensión de X y la urgencia de plataformas públicas no estatales
Jeferson Miola
La suspensión judicial de X (ex-Twittter) no causó depresión colectiva, no generó síndrome de abstinencia, no colapsó la economía nacional, no aisló a Brasil del mundo y no enajenó a la población brasileña con las noticias internacionales.
Además de no haber causado los efectos secundarios alardeados por la extrema derecha, se puede decir empíricamente que la decisión de la Corte Suprema incluso produjo resultados profilácticos debido a la disminución del flujo de mensajes de difusión de odio, violencia e intolerancia.
Es un consenso en la ciencia política, la sociología y la antropología que la manipulación criminal de las plataformas digitales debilita y erosiona la democracia..
Se dispone de una amplia literatura científica sobre la conexión de los medios digitales con el aumento de conflictos sociales, étnicos, religiosos, de crisis políticas e incluso guerras civiles. Sin olvidar, por supuesto, la expansión del fascismo y el extremismo embalados por algoritmos.
El instituto de investigación V-Dem, en Gotemburgo, Suecia, vincula el declive de las democracias liberales en el mundo con la expansión de las redes sociales y los medios digitales, a través de internet.
Barbara Walter, profesora de asuntos internacionales en la estadounidense Universidad de California, autora del libro How Civil Wars Begin and How to Prevent It, afirma que «este retroceso se produce no sólo en lugares donde la democracia es nueva, sino también en los países ricos y liberales cuyas democracias han sido consideradas sacrosantas”.
Bárbara Walter identifica una correlación entre el fenómeno global de la «desdemocratización», y el “advenimiento de internet, la introducción de teléfonos inteligentes y el uso generalizado de las redes sociales”. Facebook, Youtube, X/ex-Twitter, empresas con sede en Estados Unidos, actúan como fuerzas catalizadores de divisiones sociales y polarización política, añade.
Señala que el gran modelo de negocio de las big-tech (grandes empresas tecnológicas) prioriza el contenido que mantiene a la gente comprometida, exactamente aquellos que producen ira, resentimiento y violencia. Con el algoritmo programado de acuerdo a esta lógica, la red social funciona como un “poderoso vehículo que conduce al poder outsiders con impulsos autocráticos navegar por una ola de apoyo popular”.
Es notoria la conexión de Elon Musk, el dueño de X, con Donald Trump, Javier Milei y el lodo de extrema derecha en todo el mundo, y que incluye a la horda fascista dirigida por Jair Bolsonaro en Brasil.
El ataque de Musk contra la Corte Suprema y la soberanía brasileña en la figura del ministro Alexandre de Moraes es parte del arsenal de la guerra del bolsonarismo contra el Estado de Derecho y la democracia.
En esta ofensiva, Musk y el bolsonarismo contaron con la ayuda providencial del presidente del Parlamento, el diputado Arthur Lira, quien enterró el procesamiento de del PL 2630, sobre las noticias falsas, para dejar libre el campo de acción a la criminalidad fascista..
La regulación de las plataformas digitales es una urgencia democrática nacional y global. Las grandes empresas tecnológicas son la principal amenaza mundial para la democracia y también construye entornos fructíferos para la expansión de la extrema derecha y el reflorecimiento de los fascismos.
Junto con la regulación de las redes, es urgente y necesario que Brasil y otros países desarrollen plataformas de carácter público, no estatal, controladas democráticamente por sociedades e instituciones republicanas, que se rijan por las leyes y constituciones de los países y el derecho internacional, para garantizar la amplia libertad, pluralidad y diversidad de una internet libre de crímenes, violencia y odios.
Escépticos respecto a la propuesta argumentan que el Estado carece de la capacidad tecnológica para desarrollar una plataforma digital. También argumentan que las iniciativas «tardías», no logran sumar a la audiencia, ya capturada por media docena de plataformas mundiales dominadas por multimillonarios sin escrúpulos y sus empresas con sede en Estados Unidos, y que manipulan la circulación de información consumida por miles de millones de humanos en el planeta.
La supervivencia del país a la suspensión de X contrarresta estos argumentos. Además, se estaría subestimndoa la capacidad del Estado brasileño y de nuestras universidades y centros de investigación de excelencia para desarrollar soluciones tecnológicas avanzadas y de beneficio público universal.
Brasil, que fue referente mundial con el Marco Civil de Internet, puede innovar otra vez y avanzar en este esfuerzo central para la protección de nuestra soberanía y para la supervivencia de la democracia, aquí y en todo el planeta.
*Miembro del Instituto de Debates, Estudios y Alternativas de Porto Alegre (Idea), fue coordinador ejecutivo del V Foro Social Mundial. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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