¿Cumbre por Venezuela en puerta?
Marcos Salgado
Las posibilidades de una cumbre virtual entre los presidentes de Venezuela, Nicolás Maduro; de Brasil, Luis Inacio Lula da Silva; de Colombia, Gustavo Petro y de México, Andrés Manuel López Obrador, van tomando cada vez más cuerpo, a medida que pasan los días y se consolidan algunas variables, internas y externas, del momento político en Venezuela.
El viernes pasado, en su tercera conferencia de prensa en poco más de una semana, el presidente Maduro dijo que estaba “con el teléfono abierto las 24 horas” para dialogar. El canciller colombiano, Luis Murillo, confirmó que hay conversaciones y agradeció a Nicolás Maduro la disposición.
“Maduro tiene razón en decir que ha estado muy pendiente y atento a recibir esta llamada y tener la conversación que será virtual con los tres presidentes, que están en una gestión diplomática para mediar respetando la autonomía y la soberanía de Venezuela”, dijo Murillo en W Radio.
Murillo dijo además que el mismo junto a los cancilleres de Brasil y México están “en una conversación fluida con líderes de las distintas oposiciones” de Venezuela.
En el segundo comunicado de los tres países conocido la semana pasada, afirmaron que era el Consejo Nacional Electoral el organismo al que le corresponde “la divulgación transparente de los resultados”, también anunciaron que “continuarán con conversaciones a alto nivel, y enfatizan su convicción y confianza de que las soluciones a la situación actual deben surgir de Venezuela.”
Quien aparece al frente de la iniciativa es Brasil. El asesor principal de Lula en temas internacionales, Celson Amorin, estuvo en Venezuela los días previos al 28J, es un viejo conocido de Nicolás Maduro, con quien coincidió como canciller durante la sintonía política Lula-Chávez, en la primera década del siglo.
Lula y Petro, por la tranquilidad en la frontera
Si logra destrabar con cierto consenso regional la crisis venezolana, Lula se anota un punto ante Estados Unidos y Europa, y desactiva la amenaza de un gobierno de ultraderecha en su frontera norte, que tendría adscripción directa a Washington, y simpatía con el Jair Bolsonaro, todavía -demasiado- presente en la escena brasileña.
Algo parecido sucede con Petro, aunque con razones tal vez más poderosas e inmediatas. Un gobierno de ultraderecha en Venezuela supondría un grave problema para su proyecto de paz total. A la inversa de lo sucedido durante los últimos cinco lustros, Venezuela se convertiría en un laboratorio de desestabilización para Colombia. Los vínculos estrechos de Machado y la vieja guardia dirigencial de la oposición venezolana con Uribe y Duque certifican ese escenario.
Hasta aquí, el juego activo de Brasil en el conflicto venezolano ya sirvió para la desarticulación temprana del Grupo de Lima 2.0, encabezado esta vez por el recién llegado a la presidencia de Panamá, José Mulino, quien -por lo que mostró hasta ahora- quiere moverse en la arena regional como un elefante en un bazar.
La Machado, por un nuevo Guaidó
Mientras la cumbre cuatripartita se corporiza. Las cosas siguen más o menos igual a lo interno, al menos en la superficie. La Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia recogió lo que considera son elementos probatorios para abocarse a resolver el contencioso interpuesto por el presidente Maduro. En el arranque de la semana no se conocieron nuevas medidas del tribunal.
Mientras tanto, María Corina Machado bate el parche de lo que parecer ser un nuevo experimento Guaidó en ciernes. El lunes declaró que Edmundo González (sigue sin apariciones públicas) se juramentará como presidente, aunque aclaró que sería en enero del año que viene. Falta mucho, demasiado.
Parece difícil que la oposición pueda congelar el momento y recobrar fuerzas el año que viene. Por el contrario, el pulso es ahora. Un forcejeo para el que no tienen calle ni aliados externos lanzados. Tal vez esa sea la razón por la que el gobierno de Nicolás Maduro se lanza a la tarea de terminar con el extremismo de derecha en versión Machado.
Algunas voces postulan que los Estados Unidos mirarán para otro lado mientras dure esta compulsa, al menos hasta el año que viene, cuando la Casa Blanca tendrá nuevo inquilino o inquilina. Si esto es así, no parece haber más cartas para echar en la mesa y el desenlace parece cosa de días, no de semanas.
*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la).
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