Las izquierdas avanzan y se consolidan en América Latina
Pedro Brieger
El contundente triunfo electoral de Claudia Sheinbaum en México ratifica que las izquierdas, en sus múltiples variantes, avanzan y se consolidan en América Latina. Todo lo contrario de lo que sucede en Europa.
En estos últimos tiempos es muy común escuchar que la derecha avanza en todo el mundo, que hay un “clima de época” y que las ideas progresistas y de izquierda están acabadas. La mirada eurocéntrica de los grandes medios de comunicación occidentales se replica en los medios latinoamericanos más influyentes y contribuye a instalar una idea que es falsa.
Pero lo hacen porque son parte del combate ideológico-político contra los gobiernos progresistas y de izquierda, que —además— tocan sus intereses económicos.
Sheinbaum, ahora como continuidad de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), se suma a gobernantes de izquierda en Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Guatemala, Honduras y Venezuela.
Y si ponemos la lupa en los cinco países más poderosos de la región (Argentina, Brasil, Colombia, México y Venezuela) veremos que en cuatro de ellos hay gobiernos de izquierda. Desde ya que existen diferencias entre todos los gobiernos mencionados, a los que algunos podrían incluso sumar al controvertido Daniel Ortega en Nicaragua.
Las categorías izquierda y derecha no son tan claras como en otras épocas y en América Latina también se habla de lo “nacional”, “nacional y popular”, “populista”, “socialista”, “socialdemócrata” o incluso “peronista”. Cabe decir, que la mayoría de quienes gobiernan intentan escapar de los encasillamientos ideológicos. De todas maneras, con sus diferencias —que a veces son profundas— o, a pesar de ellas, son parte de una corriente que cuestiona el neoliberalismo, pugna por la integración regional y no depender de los proyectos continentales de la Casa Blanca.
El bombardeo mediático asegura de manera insistente en el irreversible avance de las derechas. Sin embargo, desde 2005 venimos afirmando que América Latina está en disputa entre una corriente “progresista” y una liberal, conservadora y de derecha, que tampoco es homogénea.
Ese año se realizó la Cumbre de las Américas en la Argentina con la presencia de George Bush (h), cuyo propósito era concretar un Área de Libre Comercio de todo el continente (ALCA), excluyendo a Cuba. Bush fracasó por el rechazo de Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela. Y retornó a Washington con las manos vacías. Desde entonces, los gobiernos de izquierda y progresistas, con avances y retrocesos, se han multiplicado, ratificado ahora con el triunfo de Sheinbaum.
La aparición vertiginosa de Donald Trump y su capacidad de potenciar a conservadores y de extrema derecha a través de las redes sociales han creado la sensación de que las derechas, y sus versiones más extremas, son imparables. En un mundo cautivado por twitter, tiktok, instagram y otras plataformas, pareciera que la realidad solo existiera allí, como si los problemas de la vida cotidiana pasaran a un segundo plano, eclipsados por lo que sucede dentro de las plataformas. Por eso Javier Milei puede decir exultante que lo siguen millones en todo el mundo y que es una de las personas más influyentes del planeta.
¿Lo es realmente? Está claro que se desvive por estar dentro de ese mundo virtual y que eso lo lleva a fantasear con que es el nuevo mesías que lidera el experimento del inexistente “modelo” libertario de la marginal “escuela austríaca”.
Por más que se multipliquen los videos en las redes, en el mundo real la situación es muy diferente. La cuestión central en América Latina sigue siendo la inclusión social, la salud, la vivienda, el trabajo y la alimentación, banderas que levantan solo los gobiernos progresistas, aunque no cumplan con todos sus objetivos.
La corriente progresista no se detuvo ni siquiera con las destituciones de Manuel Zelaya en Honduras (2019), Fernando Lugo en Paraguay (2012), Dilma Rousseff en Brasil (2016), Evo Morales en Bolivia (2019) y Pedro Castillo en Perú (2022). Tampoco han logrado frenarla con la estigmatización sistemática de que están “financiados por el narcotráfico”, que son “aliados del régimen teocrático iraní”, “del grupo terrorista Hamás” o de “las dictaduras rusa y china”.
Nada de esto ha logrado frenar el avance y consolidación de las izquierdas y los progresismos en América Latina. El triunfo de Sheinbaum por más de treinta puntos lo ratifica.
* Periodista y sociólogo argentino, especializado en política internacional. Es titular de la cátedra de Sociología de Medio Oriente en la Universidad de Buenos Aires. Director de Nodal.am, Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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