Tecnología 6G: un tren sin frenos hacia una nueva arquitectura social
Lucas Aguilera
El 6 de mayo Japón dio a conocer su primer prototipo de dispositivo con tecnología 6G, evidenciando una velocidad veinte veces superior a la máxima teórica del 5G. Este hito, anunciado como resultado de la colaboración entre titanes tecnológicos japoneses como DOCOMO, NTT Corporation, NEC Corporation y Fujitsu, representa un paso significativo en el desarrollo de la nueva fase del capital que estamos transitando. Estos avances tecnológicos nos acercan aún más a un futuro donde las experiencias inmersivas, el llamado “metaverso”, constituirán la base para un nuevo sistema de producción y, posiblemente, también de explotación.
Aunque el ensayo con tecnología 6G se realizó a 100 metros del emisor y la comercialización de este tipo de dispositivos se estima que será posible recién para el 2030, el anuncio significa un gran avance en la competencia por el desarrollo de este tipo de tecnologías. Quienes parecen estar liderando esta carrera son las compañías tecnológicas asiáticas, como es el caso de China Mobile, que anunció en febrero de este año el lanzamiento del primer satélite con tecnología 6G.
Para comprender la importancia de estos desarrollos, es necesario apreciarlos en el entorno tecnológico donde se han producido. El elevado grado de integración que presentan estas tecnologías entre sí, permite hacernos una idea de las implicancias y consecuencias que tendrán estos avances.
Los recientes estudios de la escuela de ingeniería aeroespacial de la Universidad de Tsinghua en Pekín, demostraron la capacidad del 6G para enviar 1TB de datos, en tan solo un segundo y a un 1km de distancia. Este tipo de conectividad promete una latencia prácticamente instantánea, siendo crucial para el desarrollo de tecnologías como la realidad virtual y los vehículos autónomos. Además, el elevado número de dispositivos que pueden estar conectados por unidad de área a redes 6G, es esencial para el crecimiento del internet de las cosas y la interconexión de dispositivos inteligentes.
El crecimiento exponencial en la generación de datos habilitado por la conectividad 6G, no sólo significará un cambio en términos cuantitativos, sino que también repercutirá en transformaciones cualitativas, permitiendo el desarrollo de tecnologías que requieren de enormes cantidades de este tipo de insumo para funcionar, como es la inteligencia artificial generativa. Además, la instantaneidad que permite la conectividad 6G para la transmisión de datos permitirá el avance en tecnologías como la holografía, dejando atrás las reuniones virtuales tal como las conocemos, abriendo el camino para la producción de perfiles virtuales en 3 o 4 dimensiones con una capacidad de streaming de 24 horas.
De esta manera, la importancia del desarrollo e integración de las tecnologías digitales de punta radica en que permitirán el pasaje de un mundo conectado por plataformas, a uno integrado por la inteligencia artificial generativa, en donde las experiencias inmersivas constituirán una nueva forma de conectividad entre las personas y las cosas a nivel global. Algunas compañías ya están dando muestras de estos avances, como es el caso de Open AI, que hace unos días anunció el lanzamiento de chat-GPT 4o, una actualización de su chat con inteligencia artificial capaz de interactuar con imágenes, vídeo, audio y texto, a través de un asistente de voz. Esta nueva versión de chat-GPT posee la capacidad de identificar el tono emocional de los mensajes de los usuarios, adaptando la respuesta otorgada a los mismos según estos parámetros, en lo que podría identificarse como un nuevo paso en el desarrollo de mecanismos de influencia cognitiva.
Estos avances tecnológicos constituyen un elemento esencial en el desarrollo de esta nueva fase del capital, en donde las tecnologías de la cuarta revolución industrial han tomado un rol fundamental. Numerosos economistas, profesionales del sector y tecnólogos están definiendo al momento histórico que transcurrimos como la “era del metaverso”, para referirse a un concepto que parece materializar la conjunción de procesos de financiarización, digitalización y virtualización en una reconfiguración profunda de lo que podría llamarse la “ingeniería” social. Una fusión de tecnologías experimentales que se caracterizan como desintegradoras de las fronteras entre las esferas física, digital, y biológica (Schawb, 14 de enero del 2016).
El desarrollo de tecnologías que permitan experiencias inmersivas representa una mina de oro para los dueños del capital financiero y tecnológico, cuyas inversiones ya están permitiendo el avance del sector a un ritmo inusitado. Así lo demuestran las declaraciones de Klaus Schwab, fundador del Foro de Davos, que en la edición del 2023 anunció la creación de una Aldea Global en el Metaverso, en alianza con las empresas tecnológicas Microsoft y Accenture. Aunque este proyecto se presentó bajo el objetivo del “progreso global, inclusivo y responsable”, las posibilidades evidentes de lucro hacen desconfiar de sus buenas intenciones.
Como el mismo Schwab expresó, “se están invirtiendo miles de millones de dólares en el desarrollo del Metaverso, que se prevé que se convierta en un mercado de 800.000 millones de dólares para 2024”, número que duplica el PBI de Argentina, un país del G20.
Algunas definiciones consideran al Metaverso como un lugar o como un “punto en el tiempo», dos categorías que determinan la constitución de un territorio social. Por un lado, es un espacio donde los usuarios pueden conectarse, interactuar, transferirse a sí mismos y transferir sus pertenencias a través de múltiples ubicaciones digitales. Como punto en el tiempo, definición de Shaan Puri, desarrollador de startups, es considerado un “momento en el que nuestras vidas digitales -nuestras identidades, experiencias, relaciones y activos en línea- adquieren más significado para nosotros que nuestras vidas físicas. Esta perspectiva se centra en la experiencia humana, haciendo de la transición al metaverso un cambio sociológico en lugar de tecnológico” (Ball; 2022).
Un mundo donde la fusión hombre-máquina anunciada por la ciencia ficción se concrete, donde cada individuo tendrá su “identidad digital”, lo que llaman “avatar”, un “clon en un mundo paralelo satelital”, donde el cuerpo físico parece perder centralidad y lo que circulará será un “mercado de experiencias” sostenido en una nueva estructura social, donde las empresas manipulen nuestros deseos y necesidades, generando comportamientos adictivos para aumentar el tiempo en disposición a los dispositivos y plataformas, vendiéndonos experiencias, sueños, ante la imposibilidad de aumentar sus ganancias por la venta de mercancías físicas.
La conformación definitiva de dicho territorio, según estos defensores del metaverso, solo será posible con la integración completa de las tecnologías digitales y las finanzas, además de la interoperabilidad de las plataformas, que permitirá una experiencia totalmente “inmersiva”, donde sea imperceptible para los seres humanos la diferencia entre el mundo físico y el virtual, es decir, será posible, literalmente, “sentirse un avatar”. Este cambio estructural estará determinado por el desarrollo del 6G y la computación cuántica, y por supuesto, por quien lo controle. Las experiencias vendidas en el mundo virtual serán percibidas como “realidad”, con chips neurales, lentes de contacto con realidad aumentada, sensores, etc. El metaverso es solo la punta del iceberg de los cambios estructurales que acontecen.
La consolidación de esta nueva territorialidad social, constituye un salto cualitativo que profundiza las transformaciones estructurales que ha traído aparejada la nueva fase del capital. La digitalización de la economía se ha desarrollado bajo una mecánica que ha permitido ocultar los procesos de trabajo en el tiempo de ocio de los individuos, haciendo que los mismos no perciban el tiempo que transcurren en la virtualidad como tiempo de explotación.
Sin duda alguna, el desarrollo del metaverso se está consolidando bajo estos mismos mecanismos de poder, cuyo resultado es la difuminación de los límites entre jornada laboral y tiempo de ocio, permitiendo al capital colonizar todos los tiempos y espacios de actividad de los individuos. El uso de los datos generados por los usuarios al emplear estas tecnologías es empleado por el capital para el desarrollo de las fuerzas productivas, haciendo que la competencia entre capitales por nuestra atención asuma un rol central.
Además, la creación de perfiles personales y producción de contenido por parte de los usuarios ha establecido nuevas formas de distinción social que reproducen las estructuras de clase. De esta manera, la instrumentalización de estos dispositivos ha producido nuevas individualidades, imponiendo la soledad como el estatuto social de los individuos. Los colectivos-tribus resultantes de los procesos de perfilamiento algorítmico conectan selectivamente a los usuarios, profundizando fragmentaciones a partir de determinados intereses que los individuos presentan.
Este es el impacto que produce cada uno de estos nuevos “avances” tecnológicos, teniendo en cuenta que la palabra avance tiene una connotación muy clara: se trata de la manera en que somos conducidos hacia nuevos tiempos y espacios, y establecemos en los mismos nuevas formas de relacionarnos. Es a través de estos mecanismos que ofrecemos información valiosa, entrenamos algoritmos y ayudamos a la microsegmentación de mensajes y audiencias, favoreciendo los procesos de extracción de plusvalía y producción de subjetividad.
De esta manera, el desarrollo de esta nueva fase del capital ha significado la constitución de nuevos mecanismos de explotación económica y dominación política e ideológica de los sujetos, los cuales serán profundizados por la consolidación del metaverso. La creciente expansión de la capacidad de extracción de plusvalía del capital mediante estas tecnologías permitirá entonces una mayor explotación de nuestra capacidad creativa en donde, como hemos visto, hasta el tiempo durante el que dormimos será plausible de ser comercializado.
Aunque los gurúes del metaverso realicen sus profecías bajo promesas de mayor democracia y progreso para toda la sociedad, el análisis de las transformaciones que observamos muestra cómo estas tecnologías serán empleadas para aumentar los grados de explotación y control social. ¿Podés visualizar cómo será tu vida en este mundo que parece extraído de una distopía futurista de Hollywood? Ahora, imagina qué ocurriría si toda esta tecnología estuviera disponible para la humanidad. ¿Y si en lugar de servir para que unos pocos acumulen riqueza, se utilizará para abordar los grandes problemas que enfrentamos en la actualidad? Esta es, sin duda alguna, la centralidad del debate que debemos darnos.
Bibliografía:
Ball, M. (2022). The Metaverse: What It Is, Where to Find it, and Who Will Build It. Recuperado de https://www.matthewball.vc/all/themetaverse
Schwab, K. (2016). The Fourth Industrial Revolution: what it means, how to respond. Recuperado de https://www.weforum.org/agenda/2016/01/the-fourth-industrial-revolution-what-it-means-and-how-to-respond/
Los resultados de las primeras pruebas del 6G han sorprendido a todos. La Opinión. Recuperado de https://laopinion.com/2024/05/08/los-resultados-de-las-primeras-pruebas-del-6g-han-sorprendido-a-todos/
Futuro de la conectividad móvil: 6G. HP Argentina. Recuperado de https://www.hp.com/ar-es/shop/tech-takes/futuro-conectividad-movil-6g
* Magíster en Políticas Públicas y Desarrollo (FLACSO). Analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.