Trabajadores en peligro por el calentamiento global
Cambio climático, una condena contra la vida
Sergio Ferrari |
El planeta sigue ardiendo con un costo humano cada vez más alto. Siete de cada diez trabajadores y trabajadoras sufren como consecuencia de este calentamiento, que hacia 2050 podría producir pérdidas equivalentes a un 19% del ingreso mundial.
El cambio climático provoca fenómenos meteorológicos a escala planetaria tan dramáticos como persistentes: olas de calor, ciclones tropicales, precipitaciones diluvianas con inundaciones descontroladas e incendios forestales devastadores, entre muchos otros.
Nadie se salva
En 2023, Asia fue la región más afectada por cataclismos climáticos. Las temperaturas de la superficie del mar en la zona noroccidental del Pacífico fueron las más elevadas desde que existe un registro de medición, a tal punto que el propio Océano Ártico sufrió una ola de calor marina. El ritmo de calentamiento de este continente superó la media mundial, duplicando en poco tiempo la tendencia en aumento de 1961 a 1990. Según la Base de Datos Internacional sobre Desastres EM-DAT (Emergency Events Database), el año pasado Asia experimentó 79 desastres hidro-meteorológicos. De ellos, más del 80% causados por tormentas e inundaciones que afectaron directamente a más de 9 millones de personas.
En otro informe regional también de fines de abril, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) describe el impacto del clima cada vez más preocupante en Europa, donde debido a las temperaturas extremas la mortalidad aumentó alrededor de un 30% en las últimas dos décadas.
2023 fue uno de los dos años más cálidos desde que existen mediciones: las temperaturas superaron la media durante 11 meses. También fue el año con más días de «estrés térmico extremo», es decir, desajustes significativos del organismo humano a causa de temperaturas extremas debido al calor o al frío
Trabajadores, las personas más vulnerables
Si bien estos cataclismos afectan a la población en general, golpean en particular a las y los trabajadores, comúnmente las personas más expuestas a los rigores del clima durante periodos más largos y de temperaturas más intensas. Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), intitulado “Garantizar la seguridad y la salud en el trabajo en un clima cambiante”, puntualiza que el cambio climático está causando efectos nefastos en la salud del 70% de estas personas en todo el mundo, como lesiones dermatológicas, cáncer, enfermedades cardiovasculares, afecciones respiratorias, degeneración macular y problemas mentales.
El informe, publicado la tercera semana de abril —el 28 de este mes se celebra el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo—, incluye evidencia irrefutable de seis efectos principales del cambio climático sobre la seguridad y la salud en el trabajo. Estos efectos, muchos de los cuales no son nuevos, se seleccionaron por su gravedad y la magnitud de su impacto: el calor excesivo, la radiación ultravioleta, los fenómenos meteorológicos extremos, la contaminación del aire, las enfermedades transmitidas por vectores (mosquitos, por ejemplo) y los cambios en el uso de productos agroquímicos.
El calor excesivo es uno de efectos más nocivos y generalizados. Según la OIT, al menos 2.410 millones de trabajadoras y trabajadores lo padecen, especialmente en la agricultura, la gestión de recursos naturales, la construcción, la recolección de residuos, el transporte, el turismo y los deportes. Las altas temperaturas pueden producir insolación, agotamiento, rabdomiólisis, síncopes, calambres, sarpullido, enfermedades cardiovasculares y lesiones renales agudas y crónicas. El informe contabiliza más de 22 millones de lesiones en la esfera laboral y casi 19 mil muertes anuales debido al calor extremo.
Además, unos 1.600 millones de trabajadoras y trabajadores están expuestos anualmente a radiación ultravioleta, con graves consecuencias, como quemaduras solares, ampollas, lesiones oculares agudas, debilitamiento del sistema inmunitario, pterigión, cataratas, cáncer de piel y degeneración macular, entre otras. Sólo por cáncer de piel no melanoma relacionado con diferentes formas de trabajo mueren anualmente miles de personas.
En cuanto al impacto de fenómenos meteorológicos e hidrológicos extremos, la OIT calcula más de 2 millones de muertes en los últimos 50 años, especialmente entre personal médico y paramédico, bomberos, trabajadores-as de emergencias en general, así como en el sector agrícola y el de la pesca.
Otros/as 850.000 trabajadores/as mueren anualmente debido a la contaminación del aire, víctimas de graves enfermedades como cáncer (en particular, de pulmón), cardiovasculares y respiratorias.
Al menos 873 millones de personas que laboran en el sector agrícola confrontan un mayor riesgo de exposición a productos agroquímicos, con el correlato de una amplia gama de diagnósticos de intoxicación, cáncer, neurotoxicidad, alteración endocrina, trastornos reproductivos, enfermedades cardiovasculares y pulmonares obstructivas crónicas e inmunosupresión. Y más de 300.000 muertes por año se deben a intoxicación con plaguicidas. En este mismo sector, pero específicamente en lo que respecta a ocupaciones como la construcción y el personal de bomberos, cada año son más de 15.000 las muertes producidas por enfermedades parasitarias y vectoriales, como leishmaniasis, Chagas, tripanosomiasis africana, paludismo, dengue y esquistosomiasis.
Manos a la obra: proteger más y mejor
Más de dos de cada tres trabajadores y trabajadoras se enfrentan cada día a graves consecuencias para su salud debido al impacto del cambio climático en su actividad laboral. Según la OIT, es probable que estas cifras mundiales no hagan más que empeorar y que, ya que la inercia es la peor consejera, hay que actuar urgentemente y en diversas direcciones. Algunos sectores, como el de los trabajadores agrícolas, así como el de los trabajadores que realizan tareas pesadas y al aire libre en climas cálidos, son particularmente vulnerables a los efectos del calentamiento global. En ambos casos, es necesario pensar en medidas de protección adicionales.
Además, ver la manera de adaptar las actuales políticas de seguridad y salud en el trabajo en respuesta al cambio climático. No hay que descartar tampoco, según la OIT, la evaluación de la legislación vigente y elaborar nuevas normativas y directrices para garantizar que el ámbito laboral esté debidamente protegido ante las amenazas resultantes del calentamiento global.
Otro paso esencial con vistas a un futuro cercano consiste en asegurar que las preocupaciones climáticas refuercen la importancia de la seguridad y la salud en el trabajo y que las nuevas directrices al respecto se integren a las políticas sobre el clima. Será esencial, además, incrementar la investigación y asegurar una base empírica más sólida para orientar las respuestas necesarias. El punto de partida actual es débil debido a que las evidencias científicas en muchas áreas críticas son extremadamente limitadas.
Se necesita una investigación más exhaustiva para desarrollar y evaluar la eficacia de las medidas preventivas en materia de seguridad y salud laboral en los distintos países y sectores de actividad. Todo esto en el marco de un eficiente diálogo social que provea una respuesta eficaz a dichos problemas en un mundo laboral en cambio.
Prepararse para lo peor
Debido al cambio climático, aun si las misiones de CO2 se mundial podría perder un 19% de sus ingresos potenciales. Tal el cálculo de un grupo de expertos del Instituto de Potsdam para la Investigación del Impacto Climático (PIK) publicado en la revista Nature la tercera semana de abril.
Basándose en datos empíricos recogidos en más de 1.600 regiones del mundo durante los últimos cuarenta años, estos expertos argumentan que dicha pérdida podría ser seis veces mayor que los costos necesarios para limitar el calentamiento global a dos grados centígrados.
La científica del PIK Leonie Wenz, una de las coordinadoras del estudio, comenta que “el cambio climático causará daños económicos masivos en los próximos veinticinco años en casi todos los países del mundo, incluso los altamente desarrollados, como Alemania, Francia y Estados Unidos». Y explica que “estos daños a corto plazo son el resultado de nuestras emisiones pasadas [y que] necesitaremos más esfuerzos de adaptación si queremos evitar al menos algunos de ellos”.
Por tal motivo, propone “reducir nuestras emisiones de manera drástica e inmediata; de lo contrario, las pérdidas económicas serán aún mayores en la segunda mitad del siglo”. Y concluye que “proteger nuestro clima es mucho más importante y más barato que no hacerlo, y eso sin siquiera considerar los impactos no económicos, como la pérdida de vidas o la biodiversidad”. Dentro de este panorama por demás preocupante, el equipo del PIK advierte que Asia meridional y África serán las regiones más golpeadas y que, en términos generales, las naciones más pobres del mundo y que menos responsabilidad tienen por el calentamiento global serán las más afectadas.
*Periodista argentino residenciado en Suiza, colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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