A 42 años de Malvinas, entre el dolor popular y la manipulación oficial
Rubén Armendáriz
“Lo que necesitaba en estos momentos el pueblo argentino no era que el Ejército y la Marina entraran en las Malvinas sino en los cuarteles”/ Julio Cortázar, 29 de abril de 1982
Un 2 de abril, hace 42 años, comenzaba a escribirse uno de los capítulos más dolorosos de la historia argentina reciente. El desembarco en Malvinas, pensado e impulsado por la dictadura militar que perseguía la búsqueda de perpetuarse en el poder, fue el preludio de una guerra que aún sigue recordando el pueblo, que causó el sacrificio de tantos jóvenes, las vidas que quedaron truncadas en suelo insular y las que se perdieron al regreso como consecuencia de no poder superar el trauma y el posterior olvido.
Los argentinos mayores recuerda el modo improvisado con que esa guerra fue iniciada, la falta absoluta de preparación del ejército, el desamparo de los jóvenes conscriptos y soldados, quienes sin pertrechos ni formación, fueron arrojados a un campo de combate en el que la desigualdad militar produjo una derrota previsible, traducida en centenares de víctimas.
La última dictadura militar carga sobre sus espaldas no solo la responsabilidad criminal por los miles de asesinados y desaparecidos, sino también por estos jóvenes soldados que fueron enviados al frente de combate y luego recibidos, en territorio continental, con impune indiferencia. Fueron despedidos con plazas multitudinarias y discursos exaltados, fueron recibidos en silencio y con plazas vacías, casi clandestinamente.
Durante el homenaje por el 42º aniversario de la Guerra de Malvinas, el presidente argentino Javier Milei, ratificó el “inclaudicable reclamo de soberanía” sobre las islas, afirmó que la única manera de plantear con fuerza ese reclamo es insertando a la Argentina como “protagonista del comercio internacional”, y llamó a la sociedad a abrir una etapa de “reconciliación con las Fuerzas Armadas”.
«Para que una nación soberana sea respetada en el concierto de las naciones hay dos condiciones esenciales que deben darse: esa nación debe ser protagonista del comercio internacional y también debe contar con fuerzas armadas capaces de defender su territorio frente a cualquiera que intente invadirlo», lanzó.
El 14 de junio, la guarnición argentina a las órdenes del general mario Benjamín Menéndez se rindió ante el general británico Jeremy Moore: más de 10.000 soldados cayeron prisioneros en las Islas y durante el desarrollo del conflicto se produjo la muerte de 649 argentinos y resultaron heridos otros 1063. En su condición de prisioneros de guerra permanecieron en las Islas unos días más (en algunos casos hasta julio) concentrados en el aeropuerto hasta que fueron embarcados de regreso al continente y luego devueltos a sus guarniciones y hogares.
En la mayoría de los casos en condiciones de semiclandestinidad, con la orden expresa de no hacer declaraciones de prensa y no contar lo que habían vivido a sus familiares, que en muchos casos implicaba callar los malos tratos recibidos de sus propios jefes.
El llamado Informe Rattenbach elaborado por una comisión creada en diciembre de 1982, integrada exclusivamente por militares y presidida por el general Benjamín Rattenbach, es lapidario: califica como «aventura militar» la decisión de la Junta Militar y es contundente a la hora de probar la improvisación, la falta de una adecuada preparación y la impericia con que condujeron a la guerra.. Las conclusiones, nunca fueron publicadas oficialmente, estuvieron listas en septiembre de 1983.
Varias voces
El Presidente Javier Milei dijo en el acto conmemorativo realizado junto al monumeto a los caídos en la guerra, en la céntrica Plaza San Martín de Buenos Aires, que su «gran inspiración es el general Julio Argentino Roca» (genocida de la llamada Guerra del Desierto) y volvió a apuntar contra las políticas de memoria, verdad y justicia al afirmar que en los últimos años se estuvo «hostigando y humillando» a los militares.
“El mejor homenaje a lo que dieron la vida por nuestro país es defender el reclamo inclaudicable por la soberanía argentina sobre las Malvinas, Georgias del Sur, Sándwich del Sur y los espacios marítimos circundantes, pero un reclamo real y sincero, no meras palabras en foros internacionales, con nulo impacto en la realidad y que sólo le sirven al político de turno para impostar un falso amor por el país”, señaló.
El aniversario de esa acción militar llegó con un presidente que, durante la campaña electoral, se definió como un admirador de Margaret Thatcher, primera ministra de Gran Bretaña durante la guerra, y con una vicepresidenta hija de un ex combatiente y con ciertos cortocircuitos en esa relación del poder. Pero esta vez, luego de dejar una ofrenda florar en el Cenotafio, abrazó a la vicepresidenta Victoria Villarruel, hija de un veterano del conflicto bélico del Atlántico Sur, Eduardo Villarruel.
Alicia Castro, exembajadora argentina ante el Reino Unido, señalo»el cinismo de Milei y Villarruel hablando de sobernía. Promueven un régimen neocolonial servil a los intereses geopolíticos y económicos de Estados Unidos e Israel. Milei, admirador de Margaret Thatcher, hoy propicia los intereses del usurpador británico en nuestro Atlántico Sur», señaló en las redes sociales.
“Malvinas nos interpela y nos llama a reflexionar sobre el concepto de patria. Vemos con mucha preocupación lo que pasa con la cuestión Malvinas, con un gobierno nacional que no ha sido claro en su postura que tomará por la soberanía ante los organismos internacionales”, afirmó Claudino Chamorro, presidente del Centro de Ex Soldados Combatientes en Malvinas de Rosario,
Mientras, la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner publicó en sus redes un mensaje en conmemoración por la fecha. «2 de abril. A los caídos y a los excombatientes, con respeto y honor», «las Malvinas son argentinas».
Al margen de los graves errores tácticos y estratégicos, resultan inconcebibles los malos tratos y crueldades de oficiales y suboficiales hacia los soldados, hechos denunciados como delitos de lesa humanidad. Se podría decir que el genocidio que se inició el 24 de marzo de 1976, continuó en Malvinas, señaló el Sindicato Unificado de Trabajadores de la Educación de Buenos Aires (Suteba) .
La información durante la guerra no escapó a las condiciones generales de la dictadura. Al severo control de la prensa que existía desde el golpe de Estado se agregaba la censura típica de todo conflicto. Los comunicados oficiales sugerían que Inglaterra no se molestaría en defender unas Islas tan lejanas y sin importancia para ellos.
Durante todo abril, lxs argentinxs siguieron con inquietud los cables internacionales que informaban acerca del avance de la flota inglesa contrariando los continuos mensajes «tranquilizadores» emitidos por los medios gráficos y audiovisuales de mayor circulación. Los mandos militares seguían ocultando la situación detrás de noticias triunfalistas, como se desprende de las portadas de los diarios de la época, recordaron los educadores.
Malvinas y Unión Europea
En julio del año pasado, el gobierno británico expresó su enojo con la Unión Europea (UE) por haberse referido a las Islas Malvinas con ese nombre -y no con el de Falkland Islands- en la declaración que suscribió en Bruselas con la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) en la que se reconoció la existencia de una disputa entre la Argentina y el Reino Unido por la soberanía sobre el archipiélago del Atlántico Sur.
Apenas unas horas después de que los presidentes de ambos bloques reconocieron en un documento por primera vez a las Islas Malvinas como un territorio en disputa de soberanía por parte de Argentina, el gobierno británico reaccionó duramente con un mensaje poco diplomático: «Todos los países deberían reconocer el derecho de los isleños a decidir su propio futuro», expresó Londres.
Voceros del Foreign Office, la cancillería británica, añadieron que «las Islas Falkland (Malvinas) han dejado claro su deseo de seguir siendo británicas y sólo a ellas corresponde decidir su futuro», mientras que el primer ministro de Reino Unido, Rishi Sunak, criticó con dureza el documento de la UE-Celac por haber mencionado a las islas como «Malvinas» ya que ellos las denominan «Falklands».
El documento de la UE rompió con el Tratado de Lisboa que es fundacional de la Unión Europea y que cuando estaba Gran Bretaña incluía a las Malvinas como «territorios de ultramar» de Europa. Pero el Reino Unido se fue de la Unión Europea… «En cuanto a la cuestión de la soberanía sobre las Islas Malvinas, la Unión Europea ha tomado nota de la posición histórica de la CELAC, basada en la importancia del diálogo y el respeto del Derecho internacional en la solución pacífica de controversias», se cita en el punto 13 del documento firmado por la UE y la CELAC en Bruselas.
Y el punto 14 continúa: «Reafirmamos además nuestra adhesión fundamental a todos los fines y principios de la Carta de las Naciones Unidas, en particular la igualdad soberana de todos los Estados y el respeto de su integridad territorial y su independencia política, así como la solución de controversias por medios pacíficos y de conformidad con los principios de justicia y de Derecho internacional.»
El Foreign Office insistió en que la decisión de los isleños de seguir siendo británicos es una posición respaldada por el derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas, que es vinculante para todos los miembros de la ONU.Lo que olvida decir es que se trata de un territotio ocupado militarmente por sus fuerzas coloniales.
A 42 años de la Guerra de Malvinas, los argentinos de a pie siguen enarbolando las banderas de la paz, la diplomacia, y la soberanía de los pueblo, mientras rinden su anual homenaje a las veteranas y veteranos, a los caídos y a sus familiares, por su plena entrega por la defensa de la soberanía nacional, ratificando el reclamo a ejercer los plenos derechos sobre los territorios insulares del Atlántico Sur y los espacios marítimos correspondientes, que fueron usurpados hace ya casi 200 años.
¿El gobierno? Más allá de flores y palabras, deberá convencer que está dispuesto a defender la soberanía del país, que mucho tiene que ver con la defensa de los recursos naturales que tanto anhelan las corporaciones trasnacionales.
*Periodista y politólogo argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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