El neofascismo europeo en un año electoral… y el posible triunfo de Trump
Isabella Arria
La Eurocámara analizó la semana pasadaa el ascenso del neofascismo en Europa, en el comienzo de un año electoral clave para el futuro de la Unión Europea en el que las principales fuerzas proeuropeas temen un fuerte crecimiento de la ultraderecha euroescéptica en los comicios europeos de junio.
Desde España a Hungría, pasando por Italia, Francia, Alemania o Finlandia, los partidos de extrema derecha están situando a la Unión Europea frente a una crisis existencial. La preocupación es mayor porque se teme que en Estados Unidos, el republicano Donald Trump, vuelva a instalarse en la Casa Blanca tras las elecciones de noviembre, dodne nuevamente se enfrenatará al ahora alicaído Joe Biden.
Que el Parlamento Europoeo haya celebrado un debate sobre “la lucha contra el resurgimiento del neofascismo en Europa” no es casual: llegó tras escalofrío que provocaron las imágenes desde Italia de la concentración de un millar de personas realizando el saludo fascista, en la conmemoración del 47 aniversario del asesinato de tres militantes del posfascista Movimiento Social Italiano (MSI), del que procede el partido Hermanos de Italia, de la presidenta italiana, Giorgia Meloni.
En los últimos días, muchos eurodiputados recubieron en sus buzones panfletos con la imagen del presidente español Pedro Sánchez con el bigote de Hitler bajo la palabra “dictador”, una acción atribuida a la organización Hazte Oír. Fuentes socialistas, que han denunciado el caso ante la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, indican que este grupo debió contar con la ayuda de alguien desde dentro del Parlamento.
Hoy la ultraderecha cuenta con el respaldo numérico y la confianza suficientes para constituir oficialmente un grupo político en Europa. La creación en 2007 del Grupo Identidad, Tradición, Soberanía (ITS) en el Parlamento Europeo permitió asociarse a los partidos ultraderechistas y racistas de Austria, Bélgica, Francia e Italia, así como de Bulgaria y Rumania, los dos últimos países en ingresar en la Unión Europea .
Entre los 785 eurodiputados hay más políticos racistas que representantes de los 15 millones de personas que viven en países de la Unión Europea que pertenecen a minorías étnicas o son nacionales de terceros países y que, considerados conjuntamente, constituirían el octavo «país» con más población de los 27 países de la Unión Europea, es indicativo de las tendencias imperantes.
El acierto estratégico de los populismos derechistas consistió en presentar a todos sus rivales como un conjunto indiferenciado frente al cual se erigían como la única alternativa, como los auténticos representantes de los intereses nacionales. La simpleza de sus consignas facilitó el establecimiento de una política tribal, emocionalizada y casi exclusivamente identitaria.
El neofascismo es una ideología de extrema derecha y de la posguerra de la Segunda Guerra que incluye importantes elementos del fascismo como el ultranacionalismo, ultraconservadurismo, supremacía blanca, antifeminismo, populismo autoritario, nativismo, xenofobia, homofobia y oposición a la inmigración, así como oposición a la democracia liberal, la soberanía parlamentaria, el liberalismo, la socialdemocracia, el laborismo, el socialismo y, por supuesto, el marxismo y el comunismo,
Entre los 19 miembros del Grupo ITS figuran algunos de los principales referentes de los partidos de extrema derecha de Europa. El líder es el eurodiputado francés Bruno Gollnisch, número dos del Front National de Jean-Marie Le Pen, procesado en enero de 2007 por negar el Holocausto. Andreas Moelzer fue el responsable del éxito del Partido Liberal de Austria (FPÖ) de Jörg Haider, el mismo que se negó a condenar un atentado terrorista que acabó con la vida de cuatro romaníes.
Frank Vanhecke es el líder del partido flamenco Vlaams Belang, que defiende que los inmigrantes deben integrarse totalmente en la cultura occidental o ser repatriados. Los tres están tratando de reposicionar al Grupo ITS y un indicio de ese cambio de imagen es que finalmente decidieron rechazar el nombre de «Europa de las Patrias», que evoca a Hitler y a los nazis, pese a que utilizaron ese nombre en el boletín publicado conjuntamente por la mayoría de sus integrantes actuales.
El de este 2024 es similar al momento populista del año 2016, cuando Trump se hizo con la presidencia y el Brexit desencajó por completo el proyecto europeísta. Lo más extraordinario, sin embargo, no es ya solo que fenómenos similares puedan seguir replicándose (en Francia con Le Pen, por ejemplo) por la incapacidad para contrarrestarlos:
Muchas de las propuestas de dichos grupos van calando cada vez más en los partidos conservadores del continente y también en algunos socialdemócratas, como atestigua el giro del partido socialista danés en el tema migratorio,o incluso en partidos de extrema izquierda, como en la tan prometedora escisión de Die Linke alemana liderada por Sahra Wagenknecht.
Afirmaba Antonio Gramsci, la clave para el éxito político es la búsqueda de la hegemonía en el discurso: no cabe duda de que la extrema derecha no está errando en su estrategia, al menos en todo lo referido a la supuesta “invasión migratoria” y a la demonización de la política establecida.
El neofascismo
La negación del Holocausto han dejado paso al choque de civilizaciones y al fundamentalismo islámico. Asimismo, los partidos fascistas tradicionales de derechas han optado por moderar su mensaje y el perfil de sus simpatizantes y profesar un «fascismo edulcorado». Los que antes eran partidos puramente fascistas son ahora partidos populistas de derechas, incluyendo a racistas, xenófobos y los blancos alienados de clase trabajadora.
Ahora se expresan en términos de nación, tradición, soberanía y comunidad, en vez de eugenesia, exterminio y patria. Estos partidos intentan deliberadamente reducir las diferencias que los separan de los partidos democráticos tradicionales rebajando el tono de su discurso, al tiempo que los partidos tradicionales se apropian de esas expresiones de gran efecto con fines electorales y propician así que el nuevo lenguaje racista se deslice en el discurso moderado.
La expansión de Europa hacia el Este, no ha contribuido a fomentar la tolerancia, los prejuicios reprimidos durante decenios por los regímenes comunistas han vuelto a aflorar y sirven de argumento a nuevos y estrafalarios políticos y partidos de ideología racista, xenófoba e intolerante.
Pero la vida da sopresas: una delegación de altos miembros del partido de extrema derecha de Suecia, los Demócratas Suecos, llegó a Israel en una visita no oficial y se reunió con el Ministro de Asuntos de la Diáspora israelí, Amichai Chikli, en la Knesset. El partido, actualmente el segundo más grande en el parlamento sueco, tiene raíces en ideologías neonazis y antisemitas. Era uno de varios partidos europeos con los que Israel se había abstenido de establecer vínculos oficiales.
Simbología
La simbología más evidente es la llama tricolor, el símbolo del Movimiento social Italiano que Hermanos de Italia ha mantenido y que también adoptó el Frente Nacional en Francia -aunque con los colores de la bandera gala- y que, más estilizada, conserva la Reagrupación Nacional de Marine Le Pen.
«Pero en su propaganda hay muchísimas más referencias al fascismo, algunas más o menos escondidas porque están hechas para ser comprendidas por los fascistas y aquellos que están familiarizados con su simbología», explica Luciano Cheles, de la Universidad de Grenoble, experto en iconografía política.
Uno de los ejemplos que ha encontrado Cheles es el mismo himno de las juventudes de Alianza Nacional, que Meloni dirigió durante años: «se trata de ‘Mañana me pertenece’, que es una canción que canta un joven nazi en la película «Cabaret» de Bob Fosse (1972), que sigue siendo un eslogan que aparece en gran parte de la propaganda de Giorgia Meloni».
Preocupación en la Unión Europea
El primer ministro belga Alexander De Croo, presidente de turno del Consejo de la UE advirtió al inicio de la sesión plenaria que “2024 será un año crucial. Mucho está en juego en Europa, es un año en el que nuestras democracias y libertades serán puestas a prueba, no solo con las elecciones en esta casa. Si 2024 nos vuelve a traer el América primero [lema de Trump], eso significará, más que nunca, una Europa sola”.
La comisaria europea del Interior, la sueca Ylva Johansson, llamó a actuar con “celeridad, decisión y unidad” ante los extremismos por su “efecto corrosivo” en la democracia. Defenderla es, subrayó, una “batalla diaria” que habrá que librar especialmente de cara a las elecciones europeas de junio, combatiendo sobre todo la “desinformación, que es la gasolina del neofascismo”.
Muchos eurodiputados se encontraron además con la sorpresa de encontrar en sus buzones, panfletos con la imagen del presidente español Pedro Sánchez con el bigote de Hitler bajo la palabra “dictador”, acción atribuida a la organización Hazte Oír, obviamente con la ayuda de alguien desde dentro del hemiciclo europeo.
Que los europeos hayan debatido sobre “la lucha contra el resurgimiento del neofascismo en Europa” quizá fue estimulado por el escalofrío que provocaron las imágenes desde Italia de la concentración de un un millar de personas realizando saludo fascista, en el 47 aniversario del asesinato de tres militantes del posfascista Movimiento Social Italiano (MSI).
Del MSI procede el partido Hermanos de Italia, de la presidenta italiana Giorgia Meloni, una de las formaciones que se prevé saldrán reforzadas de los comicios europeos de junio y que no ha condenado la manifestación. Y “quien calla otorga”, advirtió la eurodiputada italiana Rosa D’Amato (Verdes). Meloni ha recuperado un lema que popularizó «Il Duce» Mussolini: «Dios, patria y familia».
El laborista inglés Glyn Ford señaló que el fascismo causó estragos en Europa en los años treinta, y cuando acabó la segunda guerra mundial, en 1945, los vestigios de los partidos de extrema derecha volvieron a hacer aparición en los márgenes de la escena política.
Añadió que en los años ochenta, cuando todo aquello había comenzado a caer en el olvido, algunos de esos partidos empezaron a nutrirse de votos de protesta al desatarse la polémica en torno a la inmigración, avivada por la prensa sensacionalista en busca de noticias fáciles. En el nuevo milenio el panorama ha cambiado radicalmente en Europa con el nuevo racismo político.
Ante este escenario, las principales fuerzas proeuropeas han empezado ya a mover ficha y a exigir que todas las formaciones de la cámara, especialmente un Partido Popular Europeo (PPE) acusado de haber hecho el último año constantes guiños a las fuerzas más ultras, definan sus posiciones y líneas rojas.
En estos momentos de retorno de la Realpolitik la identidad nacional no tiene rival. Más aún cuando los que tiene enfrente se enredan también en particularismos de diverso signo y compiten entre sí por hacerse un hueco en el mercado electoral o, llegado el caso, cuando su anterior abominación retórica de los populistas se transforma en aceptación cuando los necesitan para acceder al gobierno.
*Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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