Argentina: De modos opuestos aparecen ideas de raíces anarquistas
Juan Guahán
Desde hace cerca de un siglo, en Argentina el anarquismo estaba abandonando la calle y se recluía en los anaqueles de bibliotecas con viejos y nuevos libros sobre ese fenómeno social y político; también reaparecía en algunos relatos de los más antiguos abuelos sobre la presencia de algunos anarquistas en los inicios del peronismo; no deja de pesar, en la memoria colectiva de politizados lectores, la reivindicación que hizo Osvaldo Bayer de Severino Di Giovanni y otros “anarquistas expropiadores”.
Tampoco quedó en el olvido la protagónica presencia de los anarquistas en las gigantescas huelgas y duras represalias estatales y paraestatales (en el trienio 1919/1922) padecidas por miles de trabajadores en los conflictos de los peones rurales de la Patagonia Rebelde, los obreros de la Semana Trágica de los Talleres Vasena o los trabajadores de La Forestal, en el norte santafesino.
León Gieco recuerda que: “todo está guardado en la memoria”. Es por eso que, ante la irremediable crisis de nuestro modelo productivo agro-minero-forestal exportador; ante los avances del concentrador capitalismo financiero y el distanciamiento con el pueblo de un sistema institucional caduco y escasamente participativo; frente al crecimiento de ese futuro, sin futuro, no faltaron algunas reivindicaciones que tienen como antecedente a pensamientos clásicos provenientes del anarquismo, con puntos de contacto con algunas ideas de una nueva izquierda no apegada a la estrategia parlamentaria.
Allí van madurando fuertes críticas al modelo estatal vigente, con escaso interés en facilitar y promover una mayor participación del pueblo organizado.
Discursos distintos y opuestos critican al actual Estado
Tales críticas no superaban el límite de debates internos, sin haber llegado a formular una alternativa de masas al sistema imperante.
Hasta que la sociedad se vio conmovida por un agresivo discurso fuertemente crítico a la dirigencia política, a la que calificaba de “casta” y se identificaba con un anarco-capitalismo. El portador de ese discurso, Javier Milei, también se proclamaba como un liberal a ultranza que reivindicaba corrientes de pensamiento europeas, que empezaron a tener vigencia política –en esa región- en los últimos años.
Su negación del Estado y la –muchas veces legítima- crítica a la dirigencia que, en realidad encubre una negación de la política, se emparentaba con la pretensión de los promotores de un totalitario poder mundial. El mismo estaría en manos de sectores que pudieran dominar a las diferentes sociedades, sin los límites que les pudiera imponer un Estado u organización social o política.
Esa confluencia hizo que los grandes medios aplaudieran la “aparición” de este nuevo dirigente, pretendidamente díscolo, rebelde y –sobre todo- liberal. De la nada pasó a constituirse en una figura política, reivindicada por grandes porciones de la juventud. Ahora –algunos- empiezan a preocuparse ante la evidencia que su vuelo está más allá del “círculo rojo” y come en la mesa del gran poder financiero trasnacional.
Milei, alaba al anarco-capitalismo o capitalismo de libre mercado, conocido como “minarquismo”. Éste demanda la existencia de un Estado de tamaño, poder e influencia mínimos, al gusto de los nuevos “dueños del mundo”.
En el reciente debate parlamentario sobre el Proyecto de Ley sobre Ganancias, Milei sostuvo –justificando su apoyo al Proyecto destinado a reducir notablemente el número de contribuyentes- “Como libertario que soy, desde mi punto de vista, el Estado es una organización criminal violenta, que vive de una fuente coactiva de ingresos, llamada impuestos. Y por lo tanto los impuestos son un robo”.
Esas palabras era impensable escucharlas en ese reciento y mucho menos que las mismas fueran de la mano de posiciones que contaron con mayoría parlamentaria y aval electoral.
¿Qué pasó? ¿Se trata de un simple juego de palabras, de un comentario meramente provocativo o ellas esconden otras realidades que están saliendo a borbotones?
Tratando de evitar caer en simplismos o conspiraciones, cabe tener presente que estas consideraciones tienen que ver con: La profundidad de la crisis social, que forma parte del desbarajuste global o civilizatorio que estamos atravesando; la audacia de un dirigente, en medio de una campaña electoral y por la existencia de un nuevo tipo de poder mundial que se ofrece como alternativa para ocupar el lugar de un decadente modelo económico-financiero y de una organización institucional que está transitando su fin de ciclo, sus últimas décadas, después de algunos siglos de existencia.
De un modo semejante a cómo el feudalismo fue cediendo ante los avances de los Estados-nación capitalistas, originariamente occidentales. Hoy son éstos los que están perdiendo fuerza y espacio ante el intento de poder único mundial del capitalismo financiero y su concentración trasnacional. Pero esta transición está lejos de terminar y encierra novedades que todavía parecen demasiado lejanas.
Cualquier lector de estas reflexiones podrá considerar, con justa razón, que una cosa son las campañas electorales y otra la realidad gubernativa.
Eso es rigurosamente cierto, como también lo es que habrá que ver el destino –en el mediano plazo- del apoyo mayoritario de los jóvenes, al discurso libertario, particularmente en la franja etaria de los 16 a los 25 años, donde –además- el nivel de pobreza e indigencia alcanza una de sus mayores alturas.
En el futuro del discurso de Milei se juega, además de lo que éste haga, en el modo que el mismo sea asimilado en la conciencia y práctica de este sector que recién se está incorporando a la vida social, política y productiva.
Se está rompiendo “el plato” del cual no debíamos, ni podíamos salir
Más allá de la influencia del poder económico y su discurso hegemónico en la cultura actual, es dable pensar que la evolución del pensamiento de ese sector juvenil, el más empobrecido de toda la sociedad, será la clave para determinar las tendencias futuras. Lo llamativo de esto es que -hasta ahora- ese discurso dominante establecía que “esta democracia”, el actual “Estado” y el “capitalismo” en el que se desenvuelven, eran el “plato” del cual no debíamos, ni podíamos salir.
Ahora eso se está rompiendo. Desgraciadamente, ¡para peor! Lo están pregonando los sectores más conservadores y reaccionarios. Pero lo cierto es que la profundidad de la crisis hace que un aluvión de jóvenes, algunos desde la bronca y otros con esperanza, sin contar los casos donde se mezclan ambos sentimientos, los estén acompañando.
Los sectores que –aparentemente- estaban en mejores condiciones de cuestionar al sistema imperante, jóvenes provenientes de las filas kirchneristas y otras variantes progresistas –pensando que los cambios vienen de arriba hacia abajo-quedaron subordinados a una dirigencia que piensa el futuro desde viejas ideas y sus propias conveniencias. Por eso terminaron siendo funcionales a la reproducción del incurable sistema dominante.
La reciente estafa, protagonizada por las cobranzas de pretendidos salarios de “trabajadores” de la Legislatura bonaerense, exime de mayores palabras.
Es por eso que hay una pregunta sustancial: ¿Qué pasara con esta generación y el desarrollo de sus actuales opciones, cuando el discurso libertario choque con sus esperanzas y esta realidad? Difícilmente recorran el trágico camino de aquellos jóvenes europeos de la década del 30’ del siglo pasado. Más problemático aún es que asistan en silencio a la continuidad de esta crisis, que les arrebata el futuro. La historia de rebeldías de las generaciones que los precedieron y sus propias broncas son antecedentes que no se pueden ignorar.
El “plato” (constituido por esta democracia, solo para algunos, el actual e ineficiente Estado y un capitalismo al servicio de los poderosos) tiene sus bordes deshechos y va camino a su descomposición. Privilegios e impunidades han malversado el sacrificio de otras generaciones, estos 40 años de una democracia insuficiente lo están probando.
Frente a quienes se presentan como redentores individuales la historia nos regala la experiencia acumulada en largos años. Esos fracasos abren el camino para que el pueblo como protagonista vuelva a reiterar que “Solo el pueblo salvará al pueblo”.
¿Porqué, no pensar que una nueva hora de los pueblos se asoma y que detrás de las nubes que opacan el horizonte hay esperanzas y un sol que las ilumina?
Las próximas y críticas semanas
Solo restan tres semanas para las elecciones generales del 22 de octubre; 7 para el ballotaje o segunda vuelta en el caso que fuera necesaria y 10 semanas para que asuma el nuevo gobierno.
Cada una de esas 2 ó 3 instancias, según haya o no segunda vuelta, tiene sus propias reglas de juego y tensiones diferenciadas. Esas diferentes presiones no solo responden a la lógica institucional de lo que significan cada una de ellas. También tienen un rol determinante en su despliegue y desarrollo otras cuestiones de una realidad envuelta en una crisis nacional e internacional de contenidos y perspectivas inéditas.
Al solo efecto de señalar las lógicas de esta compleja perspectiva se pueden señalar tres cuestiones que determinan los sucesos de estas pocas semanas.
Una, son los aspectos institucionales; dos: la evolución de los datos y cuestiones económico-sociales y tres: el marco geopolítico en el que se desenvuelven algunos actores centrales.
Desde el punto de vista institucional es importante saber si habrá o no segunda vuelta, la mayoría de las previsiones estiman que habrá ballotaje. Siendo lo más probable que éste tenga por protagonistas al peronismo y sus aliados, confrontando con los libertarios, es decir Sergio Massa y Javier Milei. Si bien las tres fuerzas que competirán en la primera vuelta tienen componentes que evidencian su transversalidad social, cada uno de ellos tiene un sector que le sirve de apoyo principal.
Para Patricia Bullrich ese sector está constituido por una buena porción de la clase media y los de mayor edad, ambos fuertemente identificados con el radicalismo. Javier Milei ha encontrado en la juventud de los sectores medios y medios bajos su mayor aceptación, en el marco de una amplia transversalidad que le permite acoger a las fracciones más liberales, desde el punto de vista económico.
Massa está logrando mantener a la mayoría del peronismo. Su manejo del Estado le ha permitido promover una serie de medidas de última hora, con las cuales aspira llegar a la segunda vuelta, desplazando a Patricia que ratificó la fuerza provincial de JxC con el triunfo en las provincias de Santa Fe, Chaco y ahora Mendoza.
En lo que respecta a la evolución de la situación social, el gobierno ha tratado de compensar las pésimas noticias en materia de inflación y pérdida de ingresos con variados anuncios. Lo resultados del 22 de octubre permitirán medir la eficacia de esas medidas.
Esta semana el INDEC publicó los datos sobre pobreza y negligencia del primer semestre de este 2023. La pobreza promedio subió al 40,1%, afectando a 18,6 millones de compatriotas, siendo la cifra más alta desde la epidemia del 2020. Ella supera el 36,5% del primer semestre del 2022 y del 39,2% del segundo semestre.
Sin embargo, una de las cifras más dolorosas es el 56,2% de pobreza en los menores de 14 años. A su vez, el rango de edad más crítico se da entre los menores de 12 a 17 años con una pobreza que roza el 60%. La de los jóvenes de 15 a 29 año promedia el 46,8%. La indigencia pasó del 8,2% de un año atrás al 9,3% del primer semestre de este año.
Los peores números de pobreza infantil (0 a 14 años) están en Concordia, Gran Resistencia, La Banda, Gran San Luis y Gran Tucumán.
Evaluaciones privadas (como el Instituto Di Tella y el Observatorio Social de la UCA) estiman que la medición actual sobre la pobreza no baja del 43%. Es bueno recordar que estos datos son previos a la reciente devaluación del mes de agosto.
Cuando se habla del marco internacional, allí confluyen la evolución de la situación geopolítica y la incidencia de ese fenómeno es cuestiones tan críticas como el cumplimiento de los compromisos con el FMI. Es sabido que las condicionalidades impuestas por el FMI pueden derivar en que un incumplimiento lleve a no financiar vencimientos que tienen una fecha ya fijada.
En nuestro caso esas fechas, previas al cambio de gobierno, tienen al mes de noviembre como clave. Si el FMI no acreditara los fondos correspondientes a los vencimientos de ese mes, se podría repetir lo que ya ocurriera con Domingo Cavallo en el 2001, cuando la negativa de ese organismo fue el detonante de una monumental movilización popular que arrasó con varios presidentes en unos pocos días.
Esa decisión está en función de la lógica del imperio y de instrumentos, en este juego, como los son los Fondos Buitres que influyen en geopolítica mundial a través de la FED de los EEUU y el propio directorio FMI.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
Los comentarios están cerrados, pero trackbacks Y pingbacks están abiertos.