El día después de las elecciones y la cara que tendrá el futuro argentino

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Juan Guahán

Faltan menos de 80 días para que el futuro, con un nuevo gobierno, nos dé su presente. Vamos a descartar los sueños de quienes imaginan que se retire antes del vencimiento de su mandato, como lo hizo en 2001 Fernando de Rúa, que abandonó la Casa Rosada en helicóptero.

Es sabido que las campañas electorales crean un clima que no siempre coincide con la vida cotidiana. Las distancias existentes entre la situación y demandas de la inmensa mayoría del pueblo y la realidad de los tiempos sin vocinglería preelectoral, dan cuenta de abismos insondables donde cabe la esperanza de algunos, la desconfianza y desánimo de otros y la indiferencia de no pocos.Otro futuro es posible para la Argentina - LA NACION

Por eso hagamos un esfuerzo para dimensionar el destino de lo que está ocurriendo y las tendencias de lo que allí se está cocinando. Son muchas y variadas las posibilidades de lo que pueda ocurrir en las escasas 11 semanas que nos separan de la fecha puesta para un recambio institucional. Aquí la preocupación mayor no está en la cara de las tres personas (Patricia Bullrich, Sergio Massa o Javier Milei) que aparecen en el horizonte con posibilidades ciertas de gobernar al país luego del 10 de diciembre.

Lo que se plantea es cómo será el perfil de esa sociedad y ese país en el mundo actual. A partir de allí podremos imaginar algo sobre los tiempos que vienen dado el inédito panorama que tenemos por delante.

Comencemos por este “inédito panorama”. En efecto no se pueden encontrar antecedentes, al menos desde un siglo atrás, que dos tercios de las fuerzas -intervinientes en procesos electorales- tengan un discurso y propuestas claramente orientadas a consolidar el statu quo o promover cambios para favorecer abiertamente al mercado capitalista, centrado en la mayor ganancia, que ya está dominando a la sociedad.

Tampoco es menor el dato que tres fuerzas mayoritarias acepten las actuales directivas emanadas de las “condicionalidades” del FMI.Todo ello configura una situación novedosa que tendrá una indudable influencia a partir del 11 de diciembre.

Esta tendencia refleja el predominio de los sectores financieros internacionales, los mismos que sostienen al candidato que tuvo más votos en las PASO. Ya no se trata de “integrarnos al mundo desindustrializando” al país, al costo que fuera necesario, como ocurriera con el golpe genocida de 1976 y las políticas de José Alfredo Martínez de Hoz.

Ellas determinaron la destrucción del mercado interno, remodelando la economía y el país, creando las condiciones para que esta realidad sea tolerada (una vez derrotada la resistencia), aceptada (por la dirigencia política) e impuestas (por las vías institucionales de esta democracia).

Hasta una buena parte del “círculo rojo”, hoy se va dando cuenta del monstruo que ha contribuido a crear y sabe que ahora tendrá que poner las “barbas en remojo”, dado que puede quedar afuera porque son socios demasiado menores de esta globalización financiera que está acelerando su proceso de acumulación económica.

Estos sectores financieros no solo controlan buena parte de nuestro sistema bancario, donde tienen peso en las acciones y en la gestión la de instituciones como Santander, Supervielle, Galicia, entre otros. También son parte del “gobierno mundial” con su protagonismo en la FED -el Banco Central de los EEUU- y su influencia se hace sentir en el FMI y sectores de la Justicia norteamericana, tal como se ha denunciado en la reciente sentencia de la jueza de Nueva York, Loretta Preska.

El fallo condenó a pagar a Argentina seis mil millones de dólares por la expropiación de Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF), beneficiando a un “fondo buitre” -Burford- que compró las acciones de YPF en poder de la familia Eskenazi, que las había adquirido, pagándolas sin poner un solo dólar y con los dividendos de la propia YPF.

“Fondos buitres” es la denominación con la que son conocidas estas empresas y la más importante es la multinacional Black Rock, que comanda el conocido financista Larry Fink, con variados intereses en nuestro país.

Ahí está el “poder detrás del trono” del cual se alimentan las “moto-sierras” y los exabruptos de Milei. Es probable que –por eso mismo- el poderoso Eduardo Eurnekian está tomando distancia del hijo dilecto y empleado ejemplar a quien alimentó y protegió durante largos años.

Esta es la cara que tendrá el 11 de diciembre si triunfa Milei. El “Círculo Rojo” que banca a Bullrich ya va tomando nota de esta situación. Massa –seguramente- lo pudo percibir en sus reuniones con el FMI y funcionarios de estadounidenses, así podríamos seguir hasta dibujar la “cara” del nuevo gobierno.

Pero aún quedan dos cuestiones que no son menores y que inciden en la imaginación que debe contornear esa “cara”. Una está referida a la evolución de los datos económicos y la otra a que el FMI tiene la sartén por el mango para decidir qué hacer con los vencimientos del “Acuerdo” con Argentina, particularmente con los correspondientes al mes de noviembre

La evolución reciente de los datos económicos

Recurrentemente se vienen publicando los informes sobre la evolución de los datos de la economía: la inflación promedio de agosto fue del 12,4%, la más alta desde febrero de 1991, mientras que el incremento mensual de los alimentos fue del 15,6%

El martes pasado, el INDEC publicó algunas cifras complementarias a las ya conocidas. Entre ellas se destaca el dato que la inflación mayorista (la que mide la variación de precios a la que venden productores e importadores) –para el mismo mes de agosto- fue del 18,7%, de lo que se deduce que las expectativas inmediatas, para el gran público, no son de una disminución de la presión inflacionaria.

Mientras tanto, para el segundo trimestre de 2023, el producto interno bruto (PIB) bajó 2,8%, respecto al primer trimestre del año, mientgras las exportaciones registraron una caída del 4,1% y el consumo del 1,3%.

El futuro  en manos del FMI

Vamos a referirnos solo a los vencimientos de este 2023. El ministro de Economía pasó apuros para cubrir los de la quinta y sexta revisión de los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), correspondiente a los meses de junio y setiembre de este año. Todo ello y otros vencimientos pendientes fueron liquidados con los por 7.500 millones de dólares transferidos por el FMI.

Con esos recursos el gobierno se garantizó que tendría un proceso electoral sin necesidad de andar tapando agujeros, en medio de la campaña. Ahora debe pensar acerca de sus alternativas respecto de la próxima revisión en el mes de noviembre, cuando habrá vencimientos comunes y pagos adicionales (octubre, noviembre y diciembre), por cifras que  hoy no se disponen.

Contando con la decisión política del FMI y el acuerdo con las nuevas autoridades, si hubiera cambio en la orientación en el próximo gobierno, se puede llegar hasta el fin de mandato de las actuales autoridades. Pero, obviamente, serán momentos que pueden ser críticos. Desde el gobierno esperan que en noviembre se apruebe un nuevo crédito por 2.500 millones de dólares, que se haría efectivo en diciembre, si en noviembre se aprueba la séptima rendición que el país tiene por delante.

A esta dificultad hay que agregarle la demanda del FMI en el sentido que Argentina cumpla con su objetivo inicial de reducir el déficit fiscal al 1,9% para fin de año. Esa pretensión es prácticamente imposible en las actuales condiciones políticas y económicas. Todo ello hace que el futuro inmediato del país, al igual que el de largo plazo, está en manos de las decisiones del directorio del FMI.

Ese futuro depende de dos circunstancias: El resultado electoral y la medida política que adopte el FMI.

*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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