Día de la Tierra: Soberanía latinoamericana para enfrentar el Nuevo ALCA
Luz Eggel
Este 22 de abril se celebró un nuevo Día Internacional de la Madre Tierra, más conocido como el Día de la Tierra, fecha fijada por la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). “Preocupados” por el deterioro ambiental, los impactos negativos resultantes de la actividad humana junto al acelerado agotamiento de los recursos naturales, los países miembro de la ONU invitan a “hacer uso del Día de la Tierra” para llamar a la reflexión y pensar alternativas para alcanzar “una vida en armonía con la naturaleza”.
Sin embargo, lejos de alcanzar sus objetivos, cada 22 de abril pone en evidencia el progresivo daño y saqueo que sufren nuestros ecosistemas, el cual va de la mano con una profundización de las desigualdades en nuestras sociedades.
La región latinoamericana no está exenta de este mal, signada con la mayor desigualdad en la distribución de la tierra en todo el mundo. Un puñado de minorías acaparan grandes extensiones de tierra y la mayoría de agricultores, campesinos y familias se encuentran sin tierra para trabajar o están siendo explotados en pequeñas parcelas.
Si buscamos un poco más, vemos que los últimos datos publicados datan del año 2016 cuando la Oxfam publicó un informe sobre la tierra y la desigualdad en Latinoamérica, indicando que la región registra la mayor inequidad del planeta. Aplicándose el coeficiente de Gini (donde 0 es homogéneo y 1 completamente desigual), América Latina obtiene un 0,79 en la distribución de la tierra, frente al 0,57 de Europa, el 0,56 de África o el 0,55 de Asia.
A pesar de que los datos pueden parecer desactualizados, la falta de reformas profundas en la distribución de la tierra no solo ha sostenido este modelo desigual si no que se ha profundizado con el paso de los años. Tal es que tan solo en Latinoamérica el 1% de las grandes unidades agrícolas ocupa más tierra que el 99% .
La desigualdad en la tierra no sólo se relaciona con su distribución y acceso, sino que además tiene que ver con el control de la misma. El dominio de nuestros territorios se relaciona con la capacidad de decidir sobre su uso, lo que se produce (qué y cómo), los beneficios económicos que se generan, entre otros.
El control también se da en el manejo de los recursos naturales que allí se encuentren. Así, este modelo extractivista se ha encargado de controlar y dirigir principalmente las tierras históricamente más fértiles y productivas, así como también aquellos territorios ricos en agua, minerales y recursos no renovables como gas, petróleo, carbón.
Con la mirada puesta en nuestros recursos naturales
El pasado 17 de abril visitó la Argentina por segunda vez Laura Richardson, jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, como parte de un viaje regional por el continente. Las alarmas se encendieron luego que Richardson hablara un mes atrás en un video para Atlantic Council, un think tank con estrechos lazos con la OTAN, en donde enumeró las razones por las cuales Estados Unidos muestra un fuerte interés en Latinoamérica.
«¿Por qué es importante América Latina?». Esa fue la pregunta retórica de la jefa del Comando Sur de Estados Unidos, en el video grabado para dicho think tank. Luego de mencionar un largo listado de razones, todas confluyen en “los recursos y elementos de tierras raras”. Destacó además el triángulo del litio, zona estratégica que comparten Argentina, Bolivia y Chile.
«60 por ciento del litio del mundo se encuentra en ese triángulo», expresó Richardson y agregó que ese elemento es «necesario hoy en día para la tecnología». Además, menciono la concentración de “las reservas de petróleo más grandes”; “los recursos de Venezuela, con petróleo, cobre, oro”; los bosques de la Amazonia, “los pulmones del mundo”; y, finalmente “el 31 % del agua dulce del mundo”.
Pocas horas después de que se conozca el video, Evo Morales, expresidente de Bolivia, le respondió en su cuenta de Twitter. «Le recordamos a la jefa del Comando Sur de EEUU, Laura Richardson, que América Latina no es patio trasero ni su hacienda para explotar recursos naturales», escribió
Las declaraciones de la Jefa del Comando sur junto a sus viajes por el continente latinoamericano no son un hecho menor luego de que la OTAN en el 2010 haya modificado algunos de sus objetivos estratégicos, agregando el del “uso militar para la defensa energética y climática”. Es decir, el uso de la fuerza para el control de los recursos naturales en regiones que el imperialismo del norte global no controla directamente.
Estados Unidos tiene cerca de 800 bases militares a lo largo del mundo, de ellas más de 76 se encuentran en América Latina. Entre las más conocidas resaltan: 12 en Panamá, 12 en Puerto Rico, nueve en Colombia y ocho en Perú, concentrándose la mayor cantidad en Centroamérica y el Caribe.
Así, mediante distintas operaciones en nombre de la “paz”, adiestramiento militar y el establecimiento de grandes complejos militares extraterritoriales con el fin de salvaguardar la seguridad internacional, Estados Unidos continuó reforzado su presencia militar a lo largo y ancho del continente latinoamericano.
Se empieza a conformar un “nuevo ALCA”, el cual hace alusión al intento de consolidar un Área de Libre Comercio de las Américas impulsado por EE UU en el año 2005. Ahora, esta nueva estrategia imperialista estaría orientado a conquistar y saquear gran parte de los recursos naturales de nuestra región, teniendo por objetivo quedarse con nuestro Agua, Litio, Combustibles y Alimentos (a lo que podríamos sumar también la “A” de Antártida ya que almacena el 70% del agua dulce del planeta)
Es por esto que resulta fundamental defender los intereses de nuestra Patria Grande frente a las potencias del Norte Global y los grandes poderes económicos que se vienen disputando históricamente el saqueo y reparto de nuestras tierras y los recursos naturales que estas poseen.
Recuperar la soberanía plena y legítima de nuestros territorios, junto a sus espacios marítimos e insulares correspondientes, es una cuestión estratégica para los pueblos de América Latina, caminando hacia un proyecto de soberanía sobre nuestros territorios, océanos, mares y cielos a mediano y corto plazo.
De no poseer América Latina un plan soberano para la defensa de sus territorios e intereses, el 1% mundial continuará interviniendo nuestra región y extrayendo los bienes comunes de todos, destruyendo todo a su paso y sembrando más miseria y desigualdad en nuestro continente. Aún nos queda mucho por defender y cuidar en nuestra casa común, para que el próximo día mundial de la Tierra encuentre a Latinoamérica más justa, libre y soberana.
*Licenciada en Biología Molecular. Becaria de CONICET. Miembro del Centro de Estudios Socioambientales (CESA), asociado a Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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