Boric: segundo cambio de gabinete en un año de gobierno
Cecilia Vergara Mattei
A un año de asumir el cargo, el Presidente chileno Gabriel Boric reemplazó a los ministros Antonia Urrejola (Cancillería), Juan Carlos García (Obras Públicas), Julieta Brodsky (Cultura), Alexandra Benado (Deportes) y Silvia Díaz (Ciencia). En su lugar llegaron Alberto van Klaveren, Jéssica López, Jaime de Aguirre, Jaime Pizarro y Aisén Etcheverry, respectivamente.
De los nuevos secretarios de Estado, López es la única militante de algún partido (Socialista); el resto son independientes. Los cambios se dieron luego que la Cámara de Diputados rechazara la idea de legislar una reforma que permitiría financiar el programa de gobierno, incluyendo un nuevo sistema de pensiones. El presidente dijo de forma contundente: “No es al gobierno a quien golpean o le propinan una derrota, sino a millones de chilenos y chilenas que llevan años esperando un país más justo”.
Boric, de 37 años. necesita que el equipo que lo acompañe en esta etapa tenga mayor conexión popular, que esté más preocupado de la gestión y de generar resultados concretos para la ciudadanía; menos promesas y anuncios, más logros y acciones. Según la última encuesta Criteria, solo cuatro de sus 24 ministros tenían un conocimiento mayor al 60%. Según el sondeo de la encuestadora Data Influye de esta semana, un 79% de la gente apoyaba la idea de una transformación en el equipo de Boric.
Con este segundo cambio de gabinete en el primer año de gobierno, las dos coaliciones del Gobierno quedan con una representación equivalente en el Gabinete, como hasta ahora. Tanto el Socialismo Democrático liderado por el Partido Socialista, como Apruebo Dignidad, la alianza del Frente Amplio de Boric con el Partido Comunista, son similares en cantidad de ministros.
Luego de la derrota de la propuesta de nueva Constitución el 4 de septiembre pasado, que el Gobierno apoyó abiertamente, Boric realizó una transformación profunda.
Un corto adiós
Boric decidió informarle personalmente el martes la salida del cargo a la ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola (PS) tras el reconocimiento que hay en La Moneda respecto a que los grandes errores en materia internacional fueron responsabilidad del propio mandatario y de sus asesores del segundo piso.
Los problemas graves comenzaron el primer mes de gobierno con los nombramientos de personas vinculadas al Mandatario en cargos diplomáticos clave como Brasil, España, México y Reino Unido. Entre ellos, causó ruido la nominación de Sebastián Depolo en Brasil, que estuvo un año esperando recibir el agreement y recién aterrizó en la embajada de Brasilia cuando Lula da Silva asumió el primero de enero pasado.
El más serio dolor de cabeza que tuvo que enfrentar la canciller Urrejola fue la instalación de José Miguel Ahumada en la subsecretaría de Relaciones Económicas Internacionales, decidido a frenar la tramitación del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP-11) y a dilatar lo más que pudo la modernización del Acuerdo Comercial de Chile con la Unión Europea.
El último desacierto del Presidente Boric en política exterior que la ministra Urrejola no pudo detener fue cuando aprovechó la cumbre de la CELAC, en Buenos Aires, para opinar de asuntos internos del Perú al acusar al «régimen peruano» de violaciones a los derechos humanos. En Cancillería fue considerado un grave error abrir un flanco diplomático con el único país vecino con el que Chile no tiene diferendos limítrofes.
Pero la alta tolerancia de la canciller Urrejola con los desaciertos del Presidente Boric no fueron suficiente para ocultar el escándalo generado por la filtración del audio de la reunión de gabinete en que se definió la estrategia para enfrentar las declaraciones del embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa.
Un error que sería capital en este proceso fue una previa discusión entre el ministro de Educación, Marco Antonio Ávila -uno de los mal evaluados- con la diputada Viviana Delgado (Comité Ecologista Verde) que la llevó a la enfermería del Congreso por una descompensación, lo que fue difundido por los medios chilenos y que terminó con el partido rompiendo relaciones con el gobierno, debido a la actitud alterada del ministro.
En cadena nacional, el presidente le enrostró estos resultados a la derecha. “Cuando el país comienza a mostrar señales de recuperación, cuando empezamos a salir adelante de una crisis larga, nuevamente hay un sector que intenta hacer que las cosas no cambien. Dejar las cosas tal cual y cómo están. Parece que no aprendemos de las lecciones del pasado. Parece que el objetivo de algunos es golpear al gobierno e impedir los cambios”
“No es al gobierno a quien golpean o le propinan una derrota, sino a millones de chilenos y chilenas que llevan años esperando un país más justo”, añadió Boric, quien parafraseó al experimentado ministro de Hacienda Mario Marcel al señalar que esto “es una buena noticia” para “quienes eluden impuestos de manera impune y vergonzosa y quienes los asesoran”.
Aunque esta cirugía mayor al núcleo del gobierno ha estado preparándose prácticamente todo el verano, entre incendios forestales y ministros interrumpiendo vacaciones para “habitar” sus cargos en medio de la crisis, ha sido manejada con discreción para evitar episodios como la filtración del nombramiento del comunista Nicolás Cataldo como subsecretario del Interior, que generó una presión tal por parte de la derecha que finalmente se lo excluyó.
Nuevas elecciones
El presidente persigue mejorar la percepción de su Gobierno antes del 7 de mayo, cuando la ciudadanía volverá a las urnas luego de un 2020, 2021 y 2022 con una agenda electoral intensa, pero para elegir a los 50 miembros del consejo constitucional que redactará una nueva propuesta de Constitución.
Estos comicios esconden un asunto de fondo: será una elección con voto obligatorio, la primera desde que se repuso este sistema, con lo que los resultados darán cuenta de la fuerza del oficialismo y de la oposición y, a su vez, de las hegemonías dentro de cada alianza. Aunque en este proceso La Moneda ha tomado la decisión de no involucrarse abiertamente, para no repetir el fiasco anterior, Boric necesita un equipo de ministros mejor valorado por la gente, que no cometa errores de incompetencia y desprolijidad.
En mayo, la elección no será probablemente un juicio al Gobierno, como sucedió de alguna forma en el plebiscito de septiembre, pero una derrota del oficialismo le sería impugnada a La Moneda.
Pero parece que la tormenta seguirá su curso: se esperan otros ajustes y enroques de cargos, con el horizonte del nuevo proceso constituyente (casi sin participación ciudadana de momento) y los 50 años del Golpe de Estado contra el presidente socialista Salvador Allende.
*Periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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