Estados Unidos versus Venezuela: la tensión no cede

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Marcos Salgado |

Después del anuncio hace algunas semanas de la reanudación de operaciones de la petrolera estadounidense Chevrón en Venezuela, que coincidió (no casualmente) con el anuncio de la mesa de diálogo entre el gobierno y la oposición de que se destrabarían alrededor de tres mil millones de dólares del Estado venezolano congelados en Estados Unidos, parecía asomar el comienzo del fin de las medidas coercitivas unilaterales de Washington contra Venezuela.

Éstas comenzaron con Barack Obama y recrudecieron con Donald Trump, con el fin de terminar con el gobierno de Nicolás Maduro. Joe Biden, ya en la mitad de su mandato, las mantiene.

El jefe negociador en la mesa del diálogo por el gobierno, Jorge Rodríguez le reclamó a la oposición que cumpla el compromiso de destrabar los fondos, anunciado en diciembre, bajo el paraguas conciliador de la reunión de los presidentes Gustavo Petro, Alberto Fernández y Emmanuel Macron en París.

El encuentro en París, cada vez más frío.

El jefe negociador de la oposición, Gerardo Blyde, le contestó a Rodríguez y relativizó el alcance del acuerdo. Como ya pasó en varios momentos de la tortuosa negociación gobierno-oposición, lo que parece estar claro no lo está tanto, y los actos de firmas de acuerdos parecen desvanecerse en el aire.

En este escenario, además, se produjo el “golpe de Estado” contra Juan Guaidó. Los partidos que lo respaldaban le votaron en contra y lo quitaron del medio. El acto final de Guaidó fue tan triste como la mayor parte de su derrotero: un rendición de cuenta floja de papeles (dijo que su interinato gastó 150 millones de dólares, y justificó la millonada en que es la suma que gasta en un año una alcaldía), en un teatro con la luz cortada, iluminado por linternas de teléfonos celulares. Una despedida a una estrella pop de brillo modesto.

Pero a pesar de la salida de Guaidó, decisión política de la Casa Blanca, la administración Biden sigue sin reconocer a Nicolás Maduro como presidente legítimo. 

La «rendición de cuentas» de Guaidó, iluminada por linternas de celulares.

La tormenta no cede

Con el contrapunto gobierno oposición encendido, el presidente Maduro decidió no viajar a la cumbre de la Comunidad de Estados Americanos y Caribeños, CELAC, en Buenos Aires. Denunció que se estaba fraguando una plan que “no era una simple provocación de una marcha, era algo más grueso”, dijo Maduro.

Dijo que el plan estaba “coordinado desde la Embajada de Estados Unidos con las ratas del macrismo, la Patricia Bullrich y el partido judicial. Era algo más grueso… grueso grueso. Confirmado. Y bueno, era entrar en combate en territorio distinto al de Venezuela”, explicó Maduro.

Maduro interviene con un mensaje grabado en la VII Cumbre de la CELAC.

Recordemos que pocos días antes de la Cumbre de la CELAC referentes de la derecha argentina habían denunciado a Maduro en la justicia local, que es funcional a los intereses de este sector, y Bullrich, jefa del partido del ex presidente Mauricio Macri, hasta pidió que la agencia antinarcóticos de Estados Unidos, la DEA, detuviese a Maduro en Buenos Aires, lo que equivale a pedir la intervención de una fuerza extranjera en territorio argentino, algo que la derecha de estos tiempos no tiene empacho en reclamar, sin que además, claro, los medios adscriptos a este sector se pregunten si tal reclamo no sería una abyecta violación a la soberanía nacional.

Estaba claro, y aquí lo alertamos antes de la cumbre, que había una provocación de alto calibre, en un país donde hace pocos meses se intentó asesinar a la vicepresidenta, Cristina Fernández, y donde el gobierno aparece con las manos atadas (o se queda con los brazos cruzados) ante los embates del partido judicial, que no investiga las evidencias que llevan de los autores materiales del intento de magnicidio (detenidos) a los instigadores. Todo esto con Estados Unidos atrás, donde aún sigue vigente una recompensa de 15 millones de dólares por el presidente venezolano.

Justo en Buenos Aires sigue secuestrado a pedido de Estados Unidos el Boeing 747-300 de la estatal venezolana EMTRASUR. En ese caso Washington actuó primero para armar el escándalo mediático-judicial con la tripulación venezolana e iraní (todos liberados tras meses retenidos en Argentina) y después para incautar el avión, perjudicar a Venezuela y mantener una posición casi monopólica en el mercado de las cargas aéreas de gran porte en el continente. Negocios son negocios. Es solo un ejemplo de todos los frentes que están abiertos.

Petróleo sí, bloqueo no

Entonces Estados Unidos acuerda con el gobierno de Nicolás Maduro la provisión de petróleo pero por otro lado participa en una provocación a gran escala? Parece difícil, pero así es. Tal como lo recordaron varios dirigentes del chavismo en los últimos días, todas las medidas de bloqueo contra Venezuela siguen vigentes.

La Casa Blanca y el Palacio de Miraflores solo lograron ponerse de acuerdo en la provisión de petróleo, algo que los dos lados necesitan. Todo lo demás, sigue en una negociación muy trabada y de muy bajo perfil, que de cualquier manera no está cerrada.

 

*Periodista argentino del equipo fundacional de Telesur. Corresponsal de HispanTV en Venezuela, editor de Questiondigital.com. Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)

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