2023, ¿el fin de la guerra y un nuevo orden mundial multipolar… o la solución final?
Isabella Arria
El gobierno del presidente estadounidense Joe Biden parece haber resuelto poner fin a la Guerra de Ucrania en 2023, lo que significa que considera fallido su intento de debilitar drásticamente el poderío militar ruso de modo de modificar de forma irreversible su status internacional de gran potencia, ante el costo extraordinario de la operación bélica donde lleva invertidos 68 mil millones de dólares desde febrero pasado y ahora amenaza con derivar en una conflagración nuclear.
Lo cierto es que en EEUU, los ‘demócratas’ se posicionan como el partido de la virtud, encubriendo su apoyo a la industria bélica con un lenguaje moral que se remonta a Corea y Vietnam. Todas las guerras que apoyan y financian son guerras “buenas” y “en defensa de la democracia”. Todos los enemigos con los que luchan -los últimos los presidentes Vladimir Putin de Rusia y Xi Jinping de China-, son encarnaciones del mal.
Los demócratas, especialmente con la presidencia de Bill Clinton, se convirtieron en cómplices no solo de las empresas estadounidenses, sino también de los fabricantes de armas y del Pentágono. Ningún sistema de armas es demasiado costoso. Ninguna guerra, por desastrosa que sea, queda sin financiación. Ningún presupuesto militar es demasiado grande, incluidos los 858 mil millones de dólares en gastos militares asignados para este año fiscal…
Si bien se trata de una cifra casi dos veces superior a la que destinó a Afganistán en dos décadas de conflicto, en momentos de crisis, el riesgo de escalada en la guerra es cada vez mayor, con una implicación directa de los países integrantes de la OTAN (Alianza bélica occidental) vecinos de Ucrania.
Terminar con la Guerra de Ucrania se convierte así en la principal cuestión de la política mundial en 2023 y Washington se ve obligado a modificar su relación con China, en un proceso que comenzó en la reunión Biden/Xi Jinping en Bali, Indonesia, en el marco del G-20, y que ahora se propone acordar el Secretario de Estado Anthony Blinken en un viaje a Bijing en enero/febrero del próximo año.
El giro estratégico de EEUU respecto a Ucrania implica un cambio en las condiciones mundiales, en las que está en juego no solo la finalización del conflicto, sino la formulación de un nuevo orden global de carácter multipolar, alejado tanto de la hegemonía estadounidense como de la OTAN en su condición de alianza militar.
La Guerra de Ucrania ingresó en una nueva fase histórica, y el próximo paso está centrado en las formas y condiciones de terminación del conflicto, con la participación protagónica de la República Popular China, segunda economía del mundo y primera potencia comercial del sistema, y miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con derecho a veto, lo que resulta absolutamente central.
China tienen un interés directo en la resolución del conflicto debido a que Europa es su principal socia comercial, por encima de EEUU y en un nivel semejante al de la ASEAN (Asociación de Países del Sudeste Asiático); y la guerra y sus consecuencias han erosionado severamente esta relación primordial.
Zelenski no hace reir a nadie
La promocionada y publicitada visita del comediante presidente Vladimir Zelenski dejó en claro que el excomediante ucraniano ha escapado en forma reiterada al control del Pentágono, y su objetivo evidente consiste ahora en comprometer en forma directa a EEUU y a la OTAN en una guerra con Rusia en toda la línea, a pesar del obvio y cualitativo aumento que esto implica del riesgo nuclear, la guerra del fin del mundo.
La foto de una radiante presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, y la vicepresidenta Kamala Harris sosteniendo una bandera de guerra ucraniana firmada [con algún que otro símbolo nazi incluido] detrás de Zelensky mientras se dirigía al Congreso fue otro ejemplo del abyecto servilismo del Partido Demócrata a la maquinaria de guerra, señala Chris Hedges.
En su visita, agradeció las cuantiosas donaciones recibidas de Estados Unidos en equipamiento militar, aunque afirmó que de momento «no es suficiente» para ganar la guerra y remarcó a los congresistas que «su dinero no es caridad» sino “una inversión en la seguridad y la democracia globales, que gestionamos de la manera más responsable”.
El general Mark Milley, Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas estadounidenses señaló públicamente a Zelenski la necesidad de iniciar negociaciones diplomáticas con Rusia para cesar los combates y poner término a la guerra, luego que (el 3 de diciembre) el presidente francés Emmanuel Macrón advirtiera la necesidad de establecer un sistema de seguridad en Europa que incluyera a Rusia después de la guerra, y que al mismo tiempo excluyera definitivamente a Ucrania de la OTAN, como ha reclamado Putin.
El Congreso estadounidense tenía previsto votar la aprobación de otros 45.000 millones de dólares adicionales en ayuda económica y militar a Ucrania, como parte de su presupuesto total de 1,7 billones en defensa para 2023. EEUU es el principal proveedor de armamento, ayuda humanitaria y asistencia financiera (50 mil millones de dólares desde febrero) a Ucrania, muy por encima de Reino Unido (siete mil millones) y Alemania (cinco mil millones).
Resurgir del nazismo
Más allá de los grupos ultraderechista y “libertarios”, el nazismo está resurgiendo y parece no incomodar a Estados Unidos y a otros países donde incluso Adolf Hitler llevó a cabo exterminios. El 15 de diciembre la Asamblea General de la ONU adoptó una resolución presentada por Rusia y llamada ‘Lucha contra la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia’,.
Votaron en contra 50 países, la mayoría europeos: EEUU, Ucrania, Reino Unido, Canadá, España, Austria, Bélgica, Croacia, República Checa, Francia, Hungría, Letonia, Polonia y Portugal, son algunos de ellos. Mientras tanto, las delegaciones que se abstuvieron fueron las de Afganistán, Ecuador, Myanmar, Palaos, Panamá, Papúa Nueva Guinea, Corea del Sur, Samoa, Suiza y Turquía..
La estrategia rusa
Rusia ha asumido hace seis meses una estrategia defensiva en el Sur y el Sudeste de Ucrania, sustentada en un sistema de defensas y trincheras formidable, que otorga a la guerra un carácter necesariamente prolongado y de largo plazo que puede extenderla a 2023 y 2024, o aún más todavía.
Las líneas de abastecimiento rusas provienen de la frontera entre Rusia y Ucrania situada a no más de 300 kilómetros de la primera línea de combate; y esto tiene lugar cuando la ofensiva misilística que lleva a cabo el ejército ruso contra la infraestructura energética y de conectividad de Ucrania ya ha destruido más de 50% del sistema.
Alemania, la primera potencia industrial de Europa, y la cuarta economía del sistema global, también ha recuperado su autonomía estratégica frente a EEUU; y ha establecido un nuevo vínculo con China como puso de relieve en el reciente viaje del canciller Olaf Scholz a Beijing, a la cabeza de una delegación de las 80 principales empresas alemanas, entre ellas Volkswagen y BASF, la mayor compañía química del mundo.
En Beijing el canciller Scholz manifestó su rechazo a todo intento de ruptura con la economía china, distanciándose nítidamente de la política de EEUU.
¿Paz?
Nadie puede catalogar al exsecretario de Estado estadounidense Henry Kissinger de blando: estuvo directamente implicado en el golpe de Estado de 1973 en Chile y también en la brutal guerra de Vietnam. Dos semanas atrás, con 99 años, escribió en la revista británica Spectator, sobre un rápido fin de los combates y a entablar negociaciones de paz. De lo contrario, teme otra guerra mundial.
Señala que Ucrania ha tenido algunos éxitos en su defensa contra Rusia. «Gracias a esta guerra, Ucrania ha adquirido uno de los ejércitos terrestres más grandes y eficaces de Europa, equipado por Estados Unidos y sus aliados». Además, el país se ha integrado de facto en la OTAN, por lo que «la neutralidad ya no tiene sentido». Por tanto, según Kissinger, «se acerca el momento de aprovechar los cambios estratégicos ya logrados e integrarlos en una nueva estructura para alcanzar una paz negociada».
Dicho proceso de paz debería, debería abrir una «nueva arquitectura de seguridad internacional en Europa Central y Oriental» en la que Rusia «también debería poder tener cabida». Kissinger pide un alto el fuego en las fronteras donde comenzó la guerra el 24 de febrero. «Rusia renunciaría entonces a sus conquistas, pero no al territorio que ocupó hace casi una década, incluida Crimea. Esa zona puede negociarse tras un alto el fuego».
Pero tanto Ucrania como Rusia siguen planteando condiciones muy duras para comenzar a hablar de paz . Si Kiev no se “desmilitariza”, el “Ejército ruso resolverá el problema”, dijo el canciller ruso Serguei Lavrov. “Nuestro propósito de desmilitarización y desnazificación de los territorios controlados por Kiev y la eliminación de las amenazas para la seguridad de Rusia, incluidas las de nuestras nuevas tierras, es bien conocido por el enemigo”, alertó
* Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)
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