El no alineamiento: la nueva palanca de negociación de los BRICS
Tim Sahay
China, India, Indonesia, Brasil, Sudáfrica, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos se niegan a sacrificar sus intereses de seguridad y desarrollo para sancionar a Rusia. Incluso creen que su poder de negociación les permitirá obtener acuerdos comerciales, tecnológicos y armamentísticos más interesantes de Occidente. Aspiran al dominio regional y creen que una posición no alineada sirve mejor a sus intereses nacionales.
Estos países representarán tres cuartas partes de la población mundial y el 60% de la economía mundial en 2030. Es urgente entender su posicionamiento.
El 25 de marzo, mientras se intensificaba la guerra de Rusia en Ucrania, el ministro de Asuntos Exteriores de China, Wang Yi, visitó Nueva Delhi y dijo lo siguiente: “Si China y la India hablan con una sola voz, el mundo entero los escuchará. Si China e India se unen, el mundo entero los volteará a ver”. En abril, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, realizó su primer viaje a la capital india, donde inició varias semanas de negociaciones sobre una amplia agenda que abarca desde la defensa hasta la producción ecológica.
Al mes siguiente, en una gira relámpago de tres días por Alemania, Dinamarca y Francia, el primer ministro Narendra Modi obtuvo concesiones que los políticos indios deseaban conseguir desde hace más de dos décadas. Siete jefes de Estado europeos aceptaron inversiones climáticas, transferencias de tecnología y acuerdos de armamento, lo que conforma una asociación estratégica Unión Europea-India relativamente poco desarrollada hasta ahora.
En Berlín, el canciller Olaf Scholz anunció una Asociación Verde (plan ecológico) de 10000 millones de euros para ayudar a la India a cumplir sus objetivos climáticos para 2030 y a integrar tecnología punta. En Copenhague, los países nórdicos firmaron acuerdos sobre energía eólica y solar, así como sobre inversiones en transporte marítimo y ciudades verdes.
En París, Emmanuel Macron firmó un acuerdo1 para invertir en hidrógeno verde, dio un impulso a los acuerdos franco-indios en aeronáutica y construcción naval, mientras que, por otro lado, EDF aceleró una asociación pendiente desde hace tiempo para construir seis reactores nucleares (EPR-1650)2 en Jaitapur. Estos acuerdos vienen en el hilo del importante acuerdo de inversión de 42000 millones de dólares entre la India y Japón para vehículos eléctricos, hidrógeno y amoníaco ecológicos y para la transición de la industria pesada.
El momento en el que se realizan estas importantes concesiones no es casual. Modi está negociando astutamente un orden mundial emergente en el que el divorcio entre China, Rusia y Occidente ofrece una oportunidad sin precedentes para nuevos acuerdos. A medida que el mundo se divide en nuevos bloques –que extrañamente guardan un parecido con los antiguos bloques de la Guerra Fría– resurge la vieja estrategia de no alineamiento de la India3. Y, esta vez, el ascenso de China garantiza que el nuevo bloque contrahegemónico dispondrá de una enorme cantidad de recursos en relación con las antiguas potencias comunistas.
Esta confederación reforzada se extiende más allá del subcontinente. Estados Unidos ha liderado los últimos 30 años de crecimiento de la India. Al igual que otras naciones en vías de desarrollo cuyos intereses son independientes de los de Washington, la India está preocupada por los condicionantes de la hegemonía estadounidense. Brasil e Indonesia, líderes en la orquestación de movimientos de no alineamiento, también están aprovechando su nuevo atractivo. Europa no debe subestimar el interés de las élites poscoloniales por trazar un rumbo independiente.
La divergencia con Occidente es segura. Sin embargo, los diplomáticos de los países en desarrollo están dispuestos a hacer concesiones para evitar un enfrentamiento costoso y arriesgado con el eje China-Rusia. En otras palabras, la respuesta de los países en desarrollo es probablemente afirmativa si se trata de la pregunta de Occidente: “¿quieren frenar el desarrollo de China con nosotros?”. Sin embargo, no sería así en este caso: “¿quieren contener a China y Rusia con nosotros?”.
En la década posterior a los atentados del 11 de septiembre, el Tesoro estadounidense, la Agencia de Seguridad Nacional y el Departamento de Comercio establecieron un panóptico para vigilar las redes principales de la mundialización: la vigilancia financiera a través de la Office of Foreign Asset Control del Tesoro y el sistema de pagos SWIFT; la vigilancia de la información a través del Internet de Silicon Valley de Snowden4; la vigilancia de las cadenas de suministro a través de la lista de control de exportaciones de tecnología5.
Los puntos de bloqueo principales6 fueron localizados y utilizados por los Estados industrializados del G7. Al mismo tiempo, se intensificó el impulso de fortalecer el dólar7 por parte de Estados Unidos. La señal para los países en desarrollo fue clara: si se ve amenazado, Estados Unidos está decidido a mantener un control estricto sobre las tecnologías que sustentan su crecimiento económico y su superioridad militar.
El control del G7 sobre las tecnologías clave aún es la fuente de su poder militar. Así lo demostró la aplicación de sanciones económicas8 tras la invasión de Ucrania. Mientras las sanciones contra los activos del banco central ruso y el bloqueo al acceso a la red SWIFT anunciaban una guerra financiera9, caía un telón de acero tecnológico que bloqueó las exportaciones de alta tecnología a Rusia. El G7 se centró en el suministro de chips de silicio de Corea y Taiwán para inmovilizar al ejército ruso (los chips son un componente clave del hardware militar), mientras que las entregas de componentes aeroespaciales esenciales se suspendieron para inmovilizar la industria de la aviación.
Por lo tanto, no es de extrañarse que los países en desarrollo adopten una postura no alineada para garantizar10 su acceso a las mismas tecnologías esenciales (aviones de combate, tecnologías verdes, chips, submarinos, equipo nuclear, productos farmacéuticos, 5G) que podrían impulsar su crecimiento. El mapa de países que permanecieron neutrales ante las sanciones contra Rusia no es una protesta, sino un acto que responde a necesidades de seguridad. Antes de unirse al nuevo régimen financiero, tecnológico y militar de Occidente, pretenden obtener el máximo de concesiones. La amenaza de abandonar la mesa, como todo negociador sabe, es lo que te hace poderoso.
Países como China, India, Indonesia, Brasil, Sudáfrica, Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos se niegan11 a sacrificar sus intereses de seguridad12 y desarrollo para sancionar a Rusia y, lo que es más importante, creen que su poder de negociación en la nueva Guerra Fría les permitirá conseguir acuerdos comerciales, tecnológicos y armamentísticos más atractivos con Occidente. Estos países representarán las tres cuartas partes de la población mundial y el 60 % de la economía mundial en 2030. Aspiran al dominio regional y creen que una posición no alineada les sirve mejor a sus intereses nacionales. También apuestan a que Occidente tolerará su retraso en la aplicación de sanciones contra Rusia y que se abstendrá de imponer sanciones secundarias (sanciones por violar sanciones) por esta desobediencia.
¿Cuál es el objetivo de su política de no alineamiento? En primer lugar, impulsar su crecimiento futuro mediante la transferencia de nuevas tecnologías; en segundo lugar, reforzar su seguridad mediante la transferencia de equipos militares avanzados; en tercer lugar, reforzar su poder de negociación en el marco de acuerdos comerciales con una Europa que dependa de las exportaciones y con un Estados Unidos que busque aliados geoeconómicos13 en un bloque antichino y antirruso; en cuarto lugar, asegurar las materias primas básicas, como alimentos, energía, metales y fertilizantes del nuevo bloque Rusia-China; por último, reforzar su poder de negociación en la reestructuración14 de la deuda con los acreedores occidentales y chinos durante una crisis mundial de la deuda en dólares que amenaza su soberanía.
El conglomerado indio Reliance Industries, propiedad de Mukesh Ambani, el multimillonario más rico de Asia y partidario de Modi, encarna la relación de los países en desarrollo con el G7. Su refinería de Jamnagar gana actualmente miles de millones con la importación de crudo ruso y la exportación de productos refinados (diesel y gasolina) a Occidente. La misma instalación ha recibido transferencias de tecnología ecológica occidental, incluso al eludir las sanciones contra Rusia. Reliance Industries ha invertido más de 60000 millones de dólares de capital propio y 10000 millones en asociaciones y adquisiciones para fabricar hidrógeno en electrolizadores (con una empresa danesa), placas fotovoltaicas (con una empresa alemana), paneles solares (con una empresa noruega), una batería a escala de red (con una empresa estadounidense) y una batería de fosfato de hierro (con una empresa holandesa).
La forma en la que la India gestiona sus asociaciones extranjeras para participar en las cadenas de suministro ecológicas depende fundamentalmente de la posición de Dubai. Los EAU son el nuevo Londres del capital ruso-indio-chino-oriental. El presidente de los EAU, Mohammad bin Zayed, ha convertido el reino del Golfo en una jurisdicción offshore del nuevo Far West para todos los oligarcas y bancos de inversión que temen las sanciones occidentales. Se espera que los países productores de petróleo y de gas del Golfo obtengan 1.3 billones de dólares adicionales en exportaciones de petróleo en los próximos cuatro años.
Dubai ofrece una forma de eludir las sanciones al utilizar productos básicos cotizados en yuanes, rupias y rublos para evitar el dólar. Los fondos soberanos del Golfo (Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Arabia Saudita) pretenden invertir en la transición energética en Eurasia. Es la misma ruta comercial indio-árabe-europea del azúcar, las especias y el algodón utilizada durante siglos; es el viejo mundo y vuelve en toda plenitud.
Bajo el mandato del presidente Joko Widodo, Indonesia está tomando el control de sus abundantes recursos minerales15 para la transición energética, lo que fomenta la inversión en infraestructuras de procesamiento para ascender en la cadena de valor y cambiar el equilibrio global del poder económico. Aunque el sueño de convertirse en un “electroestado” es nuevo, los métodos son antiguos. Indonesia, uno de los miembros fundadores del movimiento de los no alineados, está reproduciendo los métodos de desarrollo de los tigres de Asia Oriental16 y las campañas de nacionalización setenteras de los países de la OPEP. Ante las protestas de la Comisión Europea en la OMC, Jokowi prohibió las exportaciones de níquel, obligó a las empresas internacionales a refinar y procesar el mineral localmente y trató de transferir la tecnología a las empresas estatales.
Indonesia cuenta con las mayores reservas de níquel del mundo, controladas, en su mayoría, por la empresa minera pública MIND ID. Mientras que la Unión Europea, la brasileña Vale y las estadounidenses Ford y Tesla al principio buscaron abastecerse de níquel sin procesar en el país, Indonesia insistió en captar más de la cadena de valor creando un campeón nacional en la producción de vehículos eléctricos. Indonesia Battery Corporation, un productor de baterías para vehículos eléctricos creado recientemente, ha establecido asociaciones con CATL (China) y LG (Corea del Sur) para obtener la tecnología crítica necesaria para procesar el níquel de las baterías.
Después de que Jokowi prohibiera las exportaciones de níquel17 en 2020, las empresas chinas acordaron establecer filiales en Indonesia con tecnología de lixiviación de ácido a alta presión (HPAL). Los siguientes recursos que Jokowi quiere “prohibir en exportaciones y nacionalizar” son el estaño (Indonesia es el segundo productor a nivel mundial y este metal se utiliza como soldadura para conexiones eléctricas), el aluminio (Indonesia es el quinto productor a nivel mundial y este metal se utiliza en la industria eléctrica y automovilística) y el cobre (se utiliza en todo lo eléctrico).
Estas contundentes manifestaciones del poder de los no alineados son una fuerza que contrarresta las sanciones estadounidenses. Estados Unidos ha aprovechado su posición en el corazón del sistema financiero global para influir en la venta de armas a nivel mundial, lo que amenaza con una guerra económica contra cualquier cliente de armas rusas. Indonesia acabó cancelando sus compras de aviones de combate rusos Sukhoi-35, a pesar de las ofertas rusas de un programa de intercambio de aceite de palma por aviones de combate.
En cambio, en el marco de un importante aumento del gasto de 22000 millones de dólares en defensa, Indonesia compró 36 F-15 estadounidenses y 42 Rafale franceses, así como dos submarinos Scorpène franceses (lo que sólo compensa parcialmente el hecho de que Francia perdiera su contrato con Australia). En 2021, Rusia envió dos sistemas de misiles de defensa aérea S-400 a la India, lo que provocó una furiosa reacción por parte de Estados Unidos, que amenazó con sancionar a Nueva Delhi por este acuerdo en rupias. Las peticiones de sanciones constructivas, no coercitivas, no se han atendido.
Quizá lo más sorprendente, dada la creciente proximidad de su régimen a Estados Unidos, es que el presidente brasileño Jair Bolsonaro haya optado por la neutralidad. Lo que está en juego podría hacer obvia esta elección: el complejo exportador de soya, maíz, azúcar y carne de Brasil, que depende mucho de los fertilizantes rusos18, tiene interés en preservar sus relaciones. Además, el superávit comercial de Brasil con China es mayor que todas sus exportaciones a Estados Unidos19. El gobierno de Lula (2003-2010) había profundizado sus relaciones con Estados Unidos, con los BRICS y otros gobiernos de la “marea rosa” latinoamericana.
En 2011, el ministro de Asuntos Exteriores se jactó de que Brasil tenía más embajadas en África que Gran Bretaña. Su voluntad de hacer amigos en el Pacífico y el Atlántico Norte le ha dado mayor margen de maniobra, como demuestra la ruptura de las patentes de propiedad intelectual de los medicamentos contra el VIH/SIDA en favor de los genéricos indios.
La tendencia librecambista de Bolsonaro rompió con esta tradición y se puso del lado de la India, de Sudáfrica y de China cuando ese bloque exigió vacunas contra COVID libres de propiedad intelectual a la OMC. Brasil también se sumó a la política de libre comercio agrícola del G7 y se abstuvo en las negociaciones sobre propiedad intelectual. Sin embargo, los mejores esfuerzos de la derecha brasileña para suprimir el proteccionismo no han sido suficientes para superar la antigua aversión del país a la agenda coordinada del G7.
En el conflicto de Ucrania, Brasil siguió optando por la neutralidad. Las élites de Brasilia prefieren mantener sus opciones abiertas y sus compromisos flexibles.
La historia avanza a tientas: los ensamblajes de poder, capital, recursos y movimientos sociales que conforman la actualidad sufren innegables desestabilizaciones, sin que surja un orden claro. Las ciencias sociales están llamadas a asumir estas incertidumbres y, en ocasiones, a formular hipótesis sobre posibles futuros.
Sin embargo, el crecimiento industrial ecológico implica tomar decisiones. En el futuro, Brasil tendrá que darles prioridad a los fabricantes nacionales o a los aliados externos, ya que tendrá que elegir entre el desarrollo de vehículos VCM que funcionen con etanol de caña de azúcar local y las baterías de China, Indonesia y del triángulo de litio vecino. Brasil puede aplazar la elección entre el Norte y el Sur, pero la elección entre un Brasil que mira hacia dentro y otro que mira hacia fuera parece realmente inevitable.
La toma de posesión de la derecha brasileña revela una ironía particular. Con Bolsonaro, el país es quizás el más cooperativo de sus pares de los BRICS frente al G7. Sin embargo, Lula, su carismático expresidente, es la oportunidad principal para construir un movimiento global de no alineamiento. A este antiguo trabajador del metal y sindicalista le corresponderá forjar una nueva coalición basada en valores compartidos. Mientras que el antiguo movimiento de los no alineados se basaba en imperativos morales (descolonización, antirracismo, desarme nuclear), la versión emergente carece de una agenda social y ética positiva.
En cambio, se deriva de la fría lógica comercial y de seguridad del desarrollo. A nivel interno, el regreso de Lula al poder fue, en parte, una reacción al descarado desprecio de Bolsonaro por las mujeres, los ecologistas y los más necesitados. No obstante, si Lula puede vender la Brasilia industrial verde a una audiencia global es una cuestión importante para las clases trabajadoras multiétnicas y las otras democracias sudamericanas.
Los países en desarrollo utilizarán las cambiantes condiciones geoeconómicas de esta década20 para inspirarse de los modelos de crecimiento desarrollados en el siglo pasado, incluidos la política industrial y el capitalismo de Estado.
Cabe esperar que Estados como la India e Indonesia sigan condicionando su cada vez más codiciada cooperación y su acceso a crecientes mercados de consumo para sólidos acuerdos de infraestructuras.
Esta tendencia general va acompañada de una serie de matices estratégicos21. El emblemático programa de desarrollo de Brasil a través de la política social puede realizarse plenamente con el regreso de Lula al poder. La India e Indonesia han apoyado políticas centradas en la generación de energía y la construcción de carreteras y puertos, que pueden dejar de lado las cuestiones de derechos humanos y favorecer los acuerdos con poderosos titulares. En su versión extrema, el modelo de Gujarat22 puede considerarse la base de las agresivas campañas electorales de Modi.
Incluso si los países no alineados negocian dentro del nuevo régimen de sanciones y encuentran formas de utilizarlo en su beneficio, no hay que perder de vista el devastador historial de sanciones del G7: un instrumento contundente23 que ha roto las cadenas de suministro y que ha generado presiones inflacionistas. Sin embargo, ni siquiera los acuerdos comerciales más creativos bajo las condiciones del G7 son suficientes para protegerse de la volatilidad de los precios de los alimentos y la energía, provocada por la desregulación de los mercados de materias primas24 en Londres y Chicago.
Mientras tanto, el caos climático25 en todos los continentes está agravando estas tensiones26 y perjudicando las ya precarias condiciones de vida de muchas personas. Con mayor razón, el G7 habrá de inspirarse del modelo de los BRICS y coordinar27 las inversiones28 en infraestructuras sostenibles a largo plazo.
Notas
- Declaración conjunta India-Francia con motivo de la visita del Primer Ministro a Francia, Ministerio indio de Asuntos Exteriores, 4 de mayo de 2022.
- Declaración conjunta de la Cumbre Japón-India: Asociación para un mundo pacífico, estable y próspero después del COVID, Ministerios de Asuntos Exteriores de India y Japón, 19 de marzo de 2022.
- The Geometry of Fear in Eurasia, India and the Logic of Non-Alignment, Policy Tensor, 28 de marzo de 2022.
- El secreto de los Estados Unidos, documental de PBS, producido por Michael Kirk Jim Gilmore Mike Wiser Martin Smith, 13 de mayo de 2014
- Visión general del sistema de control de las exportaciones de los Estados Unidos, Gobierno de los Estados Unidos, 2009
- La interdependencia militarizada: cómo las redes económicas globales dan forma a la coerción estatal, Henry Farrell, Abraham L. Newman, 1 de julio de 2019.
- ¿Cambio de régimen? Mona Ali, Mundo Fenomenal, 27 de abril de 2022.
- The Cost of Economic Warfare: How sanctions against Russia will disrupt the world order, Nicholas Mulder, 22 de marzo de 2022, Foreign Affairs.
- El arte de la guerra monetaria: las sanciones y la nueva fase de la guerra económica Dominik A. Leusder, Nplusonemag, 12 de marzo de 2022.
- Seguridad económica en los mercados emergentes: Una mirada a India, Vietnam e Indonesia, Matthew P. Goodman, Matthew Reynolds, CSIS, 17 de mayo de 2022.
- Russia’s War on Ukraine: A Chronology of Sanctions, Chad P. Bown , The Peterson Institute for International Economics (PIIE), 15 de agosto de 2022.
- Una nueva Guerra Fría podría exigir la vuelta al no alineamiento: Por qué un número cada vez mayor de países quiere evitar verse envuelto de nuevo en un conflicto de grandes potencias, Shivshankar Menon, Foreign Policy, 1 de julio de 2022.
- Geoeconomía, Instituto Finlandés de Asuntos Internacionales (FIIA), 2022.
- Reducción progresiva de las emisiones en tiempos de conflicto, Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, 2022.
- Geografías en transición, Jewellord T. Nem Singh, Phenomenal World, 29 de junio de 2022.
- La teoría y la práctica de la construcción del Estado desarrollista en el Sur global, Jewellord Nem Singh, Third World Quarterly Volumen 39, 2018 -Número 6: Special issue: Developmental states beyond East Asia, 27 de noviembre de 2017.
- Panorama del sector de los vehículos eléctricos en Indonesia: un enfoque en el níquel, Budiyanto, Cindy Sukiman, Deloitte Indonesia, 2022.
- Brasil/China, importaciones/exportaciones,El Observatorio de la Complejidad Económica, julio de 2022.
- Brasil/China, importaciones/exportaciones,El Observatorio de la Complejidad Económica, julio de 2022.
- Guerra y política industrial, Zoltan Pozsar, Credit Suisse, 24 de agosto de 2022.
- Neoliberalismo en los BRICS: ¿pasado y futuro?, Conferencia del Instituto Watson Brown, 23-24 de abril de 2022.
- El nuevo desarrollismo y sus descontentos: Activismo estatal en el Gujarat de Modi y en la India, Elizabeth Chatterjee, Academia, 2020
- El arma de las sanciones, Nicholas Mulder, FMI, junio de 2022.
- Cómo los altos precios de la energía envalentonaron a Putin, Tim Sahay, The American Prospect, 22 de marzo de 2022
- Fichas de información, Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)
- Impactos, Adaptación y Vulnerabilidad, Conferencia, Copresidentes del Grupo de Trabajo II del IPCC, 2022.
- Clima: Se perfila un esbozo de la nueva era, BEN BEACHY, Democracy, a journal of ideas, Primavera 2022
- Inversión y descarbonización: evaluación de la financiación verde, Anusar Farooqui , Tim Sahay, Phenomenal World, 13 de mayo de 2021
*Intelectual nacido en Mumbai, La India, reside en Nueva York. Ensayo escrito para la revista Green, editada por el Grupo de Estudios Geopolíticos de la École normale supérieure de París. Traducido por Le Grand Continent
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