ONU: variaciones sobre la paz y la justicia social, económica y ambiental
Mirko C. Trudeau
Era de esperar: los discursos daban la impresión de que existe un consenso mundial por la paz, por el respeto a los derechos humanos, contra la injusticia, por la protección de la alimentación, la salud, la educación, la paz, el medioambiente, pero la realidad es que sigue la guerra en Ucrania, y parece muy difícil un acuerdo para resolver el deterioro mundial que declaman.
“La crisis del costo de la vida está haciendo estragos, la confianza se desmorona, las desigualdades se disparan, nuestro planeta está ardiendo… y los más vulnerables son los que llevan la peor parte”, dijo el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, al resumir el estado del mundo en la apertura de la 77 Asamblea General del organismo.
Enumeró como ejemplos de la crisis planetaria la guerra de Ucrania y otros conflictos bélicos, la emergencia climática, la creciente desigualdad entre los países del norte y del sur, el discurso de odio, la desinformación a través de medios sociales, y advirtió que las divisiones geopolíticas están minando la labor de la ONU y el derecho internacional.
Ante todo esto, dijo, necesitamos una coalición del mundo para abordar tres grandes desafíos: alcanzar y sostener la paz, la defensa de los derechos humanos y nuestra guerra suicida contra la naturaleza.
Jefes de gobierno de países desarrollados se enfocaron en la defensa de lo que llaman un orden mundial bajo la ley internacional, al elevar como el tema dominante la guerra entre Rusia y Ucrania. Emmanuel Macron, presidente de Francia, denunció: Rusia rompió nuestra seguridad colectiva con un acto de imperialismo que está minando nuestro único orden mundial posible.
En esta Asamblea General todos recitan crisis (la palabra más repetida al arrancar el debate), confirman que el planeta está al borde de múltiples catástrofes entre guerras, pandemias y cambio climático, todo para lo que Naciones Unidas y su orden mundial fue construida para evitar, pero los países centrales no quieren cambios.
El presidente colombiano Gustavo Petro lo dejó en claro: “sólo en paz podremos salvar la vida en esta nuestra tierra. No hay paz total sin justicia social, económica y ambiental”.
Para los mandatarios del llamado sur global, el tema prioritario son las graves injusticias del actual orden mundial y las consecuencias generadas por la geopolítica de los principales poderes, por lo cual llaman por un cambio estructural.
No se puede seguir así, pero…
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, alertó de un invierno de protestas a medida que la crisis del poder adquisitivo se desata, la confianza se desmorona, las desigualdades se disparan, nuestro planeta arde y la gente sufre, sobre todo los más vulnerables.
Tras afirmar que no podemos seguir así, el portugués instó a una acción coordinada anclada en el respeto del derecho internacional y la protección de los derechos humanos, a la vez que admitió su impotencia ante las divisiones políticas que socavan el trabajo del Consejo de Seguridad, el derecho internacional, la confianza y la fe de la gente en las instituciones democráticas.
Para sumar pesimismo, la Comisión Independiente para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT) advirtió que la economía mundial está en el umbral de una recesión con una espiral inflacionaria a cuestas, crisis energética y alimentaria, desaceleración del crecimiento, mayores déficits presupuestarios y altos niveles de deuda.
En este 2022 el aumento de los precios de alimentos y energía empujará a más de 70 millones de personas a la pobreza, efectos que recaen en forma desproporcionada sobre los hogares más vulnerables, exacerbando la pobreza y la desigualdad.
Guterres llamó a los países ricos a gravar los beneficios extraordinarios que generan las energías fósiles para ayudar a los países víctimas del impacto del cambio climático y a las poblaciones afectadas por la inflación, lo cual proporcionaría un alivio inestimable a quienes padecen las consecuencias más mortíferas del calentamiento global, al tiempo que subsanaría la fractura norte-sur.
Los países ricos miraron, nuevamente, para otro lado, dejando patente la impotencia del secretario general, ante la inactividad y el papel meramente ornamental de Naciones Unidas ante la guerra en Ucrania, por ejemplo. El problema no es Guterres sino la institución, lo que reaviva la urgencia de rediseñar un organismo tan necesario como disfuncional, como lo dejó patente la fracasada distribución de las vacunas anticovid-19.Mientras, las potencias siguen azuzando a rusos y ucranios a la destrucción
Mariposas amarillas
El presidente colombiano, Gustavo Petro, denunció el fracaso de la guerra antidrogas y la destrucción de miles de vidas y de la selva amazónica por parte de la estrategia de persecución. «¿Qué es más venenoso para la humanidad, la cocaína, el carbón o el petróleo?», preguntó.
“Vengo de uno de los tres países más bellos de la Tierra. Ahí hay una explosión de vida… Vengo de la tierra de las mariposas amarillas y de la magia. Ahí en las montañas y valles de todos los verdes, no sólo bajan las aguas abundantes, bajan también los torrentes de la sangre. Vengo de un país de belleza ensangrentada”, indicó.
Acusó las fracasadas guerras contra las drogas y contra la naturaleza por tanta sangre. Por destruir o poseer la hoja de la coca muere un millón de latinoamericanos asesinados y encarcelan a 2 millones de afros en América del Norte, y por ello “les demando desde aquí, desde mi Latinoamérica herida, acabar con la irracional guerra contra las drogas.
«La selva se quema señores (…) destruir la selva, el Amazonas, se convirtió en la consigna que siguen Estados y negociantes», dijo el mandatario. «Decidieron hacer de una planta selvática amazónica un enemigo, extraditar y encarcelar a sus cultivadores, les invito a detener la guerra y a detener el desastre climático», añadió.
«Han aumentado los consumos mortales, de drogas suaves han pasado a las más duras, se ha producido un genocidio en mi continente y en mi país, han condenado a las cárceles a millones de personas», señaló en un discurso dirigido a los países consumidores, donde Petro llamó a acabar con la irracional guerra contra las drogas.
El mandatario enfatizó que la estrategia con la que desde hace cuatro décadas se intenta acabar con el lucrativo negocio solo deja cientos de miles de muertos en Norteamérica y prisiones hacinadas en el resto del continente.»Si no corregimos el rumbo y esta guerra se prolonga otros 40 años, Estados Unidos verá morir de sobredosis a 2.800.000 jóvenes y morirán asesinados un millón de latinoamericanos más», sostuvo.
“Mientras dejan quemar las selvas… nos piden más y más carbón, más y más petróleo para calmar la otra adicción: la del consumo, la del poder, la del dinero”, agregó. Declaró que el desastre climático no lo produce el planeta, lo produce el capital, y subrayó que detrás de las adicciones a la droga y los hidrocarburos está la verdadera adicción de esta fase de la historia humana: la adicción al poder irracional, a la ganancia y el dinero.
Vinculó el fenómeno de la migración a estas guerras, señalando que la gente llena de hambre y sed migra al norte donde “ustedes los encierran, construyen muros, los expulsan… ¿Acaso no ven que la solución al gran éxodo desatado sobre sus país es volver a que el agua llene los ríos y los campos se llenen de nutrientes”.
Quizá le regale al presidente estadounidense Joe Biden una versión en inglés de Cien Años de Soledad, de Gabriel García Márquez… como Hugo Chávez le regalara a Barack Obama una copia del libro de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina.
Latinoamericanos
La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, resaltó que representa el primer gobierno electo democráticamente, después de transitar 13 años de dictadura, pero advirtió que la democracia electoral no es suficiente en su país devastado por políticas que han empeorado la pobreza y la miseria y llevado a un éxodo de sus ciudadanos en un mundo que hoy vive bajo la dictadura monetaria.
Denunció que las naciones industrializadas son responsables por el grave deterioro del ambiente, “pero nos hacen pagar a nosotros por su oneroso estilo de vida, sumirnos en sus planes y en una crisis sin fin”, y destacó que Honduras sólo tendrá futuro si da pasos en firme para el desmontaje de la dictadura económica neoliberal.
“Nos resulta inaceptable este orden mundial arbitrario, en el que existen países de tercera y de cuarta categoría, mientras los que se creen civilizados no se cansan de hacer invasiones, guerras, especulaciones financieras y crucificarnos con su inflación una y otra vez, dijo, tras “exigir que se nos respete, queremos vivir en paz. No sigan tratando de desestabilizar a Honduras, dejen de dictarnos sus medidas o de hacernos escoger con quiénes debemos relacionarnos”.
Los presidentes de Argentina, Chile y Perú enfatizaron como prioridades la defensa de la democracia en sus países, la injusticia económica internacional, incluyendo la deuda, y la responsabilidad por el cambio climático de los países avanzados.
El presidente boliviano Luis Alberto Arce, señaló que “nos encontramos frente a una crisis capitalista múltiple y sistemática que pone cada vez más en riesgo la vida de la humanidad y del planeta”, y llamó a cambiar ese sistema y a la construcción de un nuevo orden mundial bajo el lema de otro mundo es posible.
La nota vergonzosa para la región la dio Jair Bolsonaro, mandatario de Brasil, quien ofreció un gran autoelogio de su labor usando a la ONU para su campaña de reelección, donde definió a su país como un pueblo que cree en Dios, la nación, la familia y la libertad.
*Integrante del Observatorio de Estudios Macroeconómicos de Nueva York, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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