En Argentina: tratan de asesinar a Cristina… y a la democracia
Rubén Armendáriz
La Argentina sigue conmocionada tras un intento (frustrado) de magnicidio contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, a quien un hombre que fue detenido apuntó con un arma e intentó gatillar a centímetros de su cabeza cuando estaba por ingresar –la noche del jueves- al edificio en el que reside en Buenos Aires.
Una marea humana rodeaba este viernes el edificio del barrio Recoleta donde vive la vicepresidenta, en momentos en que manifestaciones de condena al ataque llegaban desde el exterior, pero también de todos los bloques del Senado, de diputados, e incluso del expresidente derechista Mauricio Macri.
Desde el exterior también llegó el repudio y la solidaridad. Hasta el embajador de Estados Unidos, Marc Stanley, quien el mes pasado llamó a la oposición de derecha a integrar una coalición contra el gobierno progresista, en clara injerencia en los asuntos internos argentinos, tuiteó: Estamos aliviados de saber que la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner esté bien. Estados Unidos se une a Argentina y a toda la gente pacífica en el rechazo a la violencia, el extremismo y el odio en todas partes.
El centro de Buenos Aires se colmó de manifestantes que se movilizaron hasta Plaza de Mayo en rechazo al intento de asesinato y expresar una firme defensa a la democracia.. Las nutridas columnas organizaciones sindicales, nucleadas en la las centrales CGT y en la CTA, y otros movimientos sociales incluso llegaban a pie desde el cono urbano capitalino, con bombos, pancartas y trompetas.
El ataque, sin precedentes en esta etapa de la democracia argentina, mereció el inmediato repudio de ministros, legisladores, encumbrados dirigentes políticos de la oposición y el oficialismo, sindicatos y personalidades de distintos sectores, que pidieron el esclarecimiento del caso (salvo algún caso aislado que quiso convertir a la vicepresidenta en victimaria y no víctima).
Las imágenes dieron cuenta de la gravedad de la situación, que los analistas rápidamente atribuyeron a los discursos del odio que dominan la vida política y social argentina, incluyendo el caso de diputados opositores que hablaron de la necesidad de imponerle la pena de muerte a la también dos veces presidenta (2007-2015).
Las especulaciones terminaron pronto, y los hechos se impusieron sobre la opinología: el ataque quedó captado en imágenes tomadas por la televisión en las inmediaciones del domicilio de la exmandataria, mientras el agresor, Fernando Andre Sabag Montiel (brasileño, de 35 años), quedó detenido por agentes de la Policía Federal. Allí se ve con nitidez cuando la vicepresidenta acababa de bajar de un auto para entrar a su domicilio y un arma se acerca a su cabeza. En la imagen, el agresor intenta disparar.
Todavía no está claro si el agresor trabaja tercerizado para una empresa contratista del gobierno neoliberal de la Ciudad de Buenos Aires. En medio de la muchedumbre, se acercó a centímetros de la vicepresidenta y no logró hacer fuego.
El presidente Alberto Fernández consideró al hecho como “el más grave” desde el regreso de la democracia y declaró a este viernes feriado nacional “para que en paz y armonía el pueblo pueda expresarse en defensa de la vida y la democracia y en solidaridad con nuestra Vicepresidenta”. E instó a la clase política, a los medios de comunicación y a la sociedad a repudiar cualquier tipo de violencia y de palabras estigmatizadoras, además de que no se presten a los discursos que pregonan el odio.
Pero lo que parece claro es que el gobierno se mantuvo inactivo ante la grave situación creada desde que un fiscal solicitó el pasado 22 de agosto su inhabilitación de por vida y 12 años de cárcel, en un alegato en el que la acusó de corrupción y en el que no pudo presentar ninguna prueba, quizá recordando la vieja teoría del sector cafierista del peronismo, que en épocas de la dictadura militar, negaba que hubiera presos políticos.
Hoy, Santiago Cafiero es el canciller y hombre de confianza de Alberto Fernández. “Se negaron a los presos políticos, se negó a Milagro Sala», la militante social que lleva 2.421 días presa por orden del gobernador neoliberal de su provincia, describió el periodista Daniel Tognetti.
El exjuez de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni repudió el atentado y pidió que “nunca más” el país atraviese una situación de esta magnitud. “Lo que pasó es el resultado del “ellos o nosotros”, es la destrucción del sentimiento de comunidad. No quiero ni pensar si el atentado hubiese tenido éxito y la violencia que hubiera desatado en nuestra sociedad: Es el resultado de la irresponsabilidad política del discurso de odio. Dirán que es un loco suelto, pero lo convocan con ese discurso”, dijo.
“Quién sostiene el arma que apunta a Cristina. ¿Fue Fernando Sabag Montiel o Patricia Bullrich, Mauricio Macri, Elisa Carrió y tantos otros? ¿Quién gatilla y no le sale la bala como tantas veces? Así como no salió la bala del memorándum, del dólar futuro y todos los intentos de eliminar a esa mujer”, preguntó al aire el periodista Víctor Hugo Morales. “¿Quiénes intentan matar la democracia todos los días? ¿Es Sabag Montiel o es apenas un intérprete?”, preguntó.
Las imágenes de guillotinas y horcas con la bandera argentina, de bolsas de basura con el rostro de Cristina colgadas en las rejas de la Casa de Gobierno, los llamados a pasar de las cacerolas de protesta a ametralladoras, no son nuevos, pero vienen creciendo, en las últimas semanas y especialmente desde hace pocos días, cuando el lawfare se desplegó contra CFK a sus anchas reclamando, al estilo Lava Jato contra Lula en Brasil, la proscripción definitiva para Cristina, señala el analista Marcos Salgado.
La diferencia con el lawfare contra Lula en Brasil es que en Argentina, parece, hay más que están avisados. Hay más que aprendieron y saben lo que se viene. Hay más que entienden que el autor material del intento de magnicidio contra Cristina no es un loco suelto. Es un producto del odio que inocularon, durante bastante tiempo, políticos y pseudo periodistas. Ellos -mucho más que la mano en la pistola- tiraron del gatillo, dos veces, añadió Salgado en Question.
El repudio desde distintos sectores no tardó en llegar. Los mismos periodistas y políticos que constante y sistemáticamente alientan mensajes de odio, de muerte, de “son ellos o nosotros”, ahora bregan por respeto por la República y sus instituciones. El repudio es necesario, pero no absuelve a quienes diariamente engendran violencia con sus discursos y sus acciones.
“Me pregunto, y en vano, cómo es posible que ese retrato estremecedor del odio no convoque a sus promotores para bajar siquiera un tono, un adjetivo, una jactancia. Eso sí que lo vi y escuché, pero quizás me perdí algo. ¿Hubo alguien de la oposición -diría, sobre todo, de la mediática- que además del repudio y el protocolo solidario con Cristina llamara a eso de bajar un cambio, ahora que se cruzaron ¿todos? los límites?, señaló el periodista Eduardo Aliverti.
El diputado neoliberal Martín Tetaz tuiteó: “Llamemos a las cosas por su nombre. Esto no es violencia política. No hay ningún movimiento político armado, ni nadie adjudicándose lo que hasta ahora parece ser la torpe acción de un desequilibrado sin conexión con la política, que dejó en evidencia el fracaso de la custodia”.
Amalia Granata, modelo, panelista y legisladora antiaborto del partido Somos Vida, señaló: «Todo armado que pantomima!!! ya no saben que hacer para victimizarla! Y para que suba en las encuestas! Demasiados obvios. Se les acaba la joda del choreo y la corrupción. Vamos Argentina que podemos salir adelante sin estos delincuentes».
El ataque a Cristina no es casual: se debe a las conquistas que representa y el sujeto social que representa. “Proteger a Cristina implica tener un programa político. Bien claro, qué conquistas pretendemos. El narcisismo se termina cuando hay un proyecto nacional. Todo lo demás es distopía”, señala Luis Cornejo, director de la Agencia Paco Urondo.
La pistola Bersa calibre 22 tenía cinco balas, pero el disparo no percutió porque el proyectil no se había cargado en la recámara. En la radio escucho el tango de Cátulo Castillo en la ronca voz de Roberto Goyeneche: “Amargo desencuentro, porque ves que es al revés/ Creíste en la honradez y en la moral, ¡qué estupidez!/ Por eso en tu total fracaso de vivir/ Ni el tiro del final te va a salir”
* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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