El día después (del plebiscito) y el destino político de Chile
Cecilia Vergara Mattei
A escasos diez días del plebiscito, donde los chilenos decidirán aprobar o rechazar la nueva constitución para reemplazar a la de la dictadura de Augusto Pinochet de 1980, hoy vigente aunque con modificaciones, lo que en realidad preocupa es lo que sucederá con el destino político del país el día posterior, desde el lunes 5 de septiembre.
El 4 de septiembre -coincidiendo con la fecha de toma de posesión de Salvador Allende como presidente de Chile, en 1970- los chilenos se pronunciarán por la aprobación o rechazo del proyecto de nueva constitución política del país.
El país vive un dura crisis heredada, que se ha agudizado con la militarización de vastos territorios y ahora con la detención del vocero político mapuche, Hector Llaitul Carrillanca. “La decisión de este gobierno de seudoizquierda de dar continuidad a lo que fue antes la Concertación, pone una vez más su administración al servicio de las oligarquías y conglomerados económicos que tienen sus intereses puestos en nuestro territorio ancestral mapuche”, señala la Coordinadora Arauco Malleco (CAM).
A los actuales gobernantes todavía se los recuerda por sus encendidos discursos, como por su apoyo a las motivaciones y formas de lucha de los pueblos autóctonos, las demandas educacionales y, muy importante, el propósito de un nuevo sistema previsional, además de la reforma tributaria.
Es “un conflicto en que naturalmente la derecha desea que el gobierno enfrente todavía más drásticamente al dirigente mapuche, después de que ya les ha entregado a los militares la administración de un estado de excepción en la Araucanía. Un recurso excepcional que los que hoy gobiernan le negaron al gobierno anterior de Piñera, acusándolo de buscar militarizar el conflicto con nuestra etnia principal”, recuerda Juan Pablo Cárdenas.
Hay quienes piensan que la adhesión al nuevo gobierno puede desmoronarse primero por la izquierda antes que por los sectores socialdemócratas que lo integran y sostienen en el Parlamento y la administración pública. La espera en materializar la reforma tributaria se debe a la presión que ejercen las patronales, renuentes a que se imponga un impuesto a la extrema riqueza para la satisfacción de tantos derechos laborales.
Apruebo/Rechazo
Mientras, la campaña por el Apruebo se intensifica en todo el país, con brigadas callejeras repartiendo el texto y explicando los logros fundamentales que representa para Chile, volcándose a enterrar definitivamente la constitución impuesta por Pinochet en medio de la dictadura y los elementos neoliberales sobrevivientes ya con la democracia.
El escenario muestra que la opción Rechazo lideró todas las encuestas, que la derecha está abierta a un nuevo proceso constituyente si gana esta opción y que esta vez el voto es obligatorio, un escenario inédito en los últimos años y que incluirá a una población de más de dos millones de personas en condiciones de extrema pobreza –los nadies- que no son consideradas en las metodologías de las encuestadoras.
Mientras que el Apruebo busca sectores indecisos y fortalece un relato transversal basado en el nuevo Chile con más derechos garantizados para los trabajadores y sectores históricamente excluidos y una mirada medioambiental de largo plazo, el Rechazo apela al miedo en una jugada repetida desde tiempos del Plebiscito de 1988 cuando la dictadura buscaba permanecer. Ese mismo terrorismo mediático se actualizó en las pasadas elecciones con la campaña del ultraderechista José Antonio Kast.
El conservadurismo chileno sigue apelando a la misma estrategia pero actualizándose con dramatizaciones y guiones confusos, aun cuando sus estrategias le brindaron sendas derrotas últimamente. Mientras, la sorpresa la dieron las Carmelitas Descalzas: Queremos agradecer lo que la nueva carta magna dice sobre los derechos sociales de los chilenos: salud, educación, vivienda, pensiones, trabajo, entre otros temas esenciales para nuestro país”, señalaron.
“Esta nueva Constitución es ecológica, respeta y legisla sobre la naturaleza, como nos lo pide el Papa Francisco en la encíclica Laudato Si, en que nos llama a respetar y amar la “casa común”, la tierra y los bienes naturales comunes”, añadieron. Obviamente, la “central” de la orden manifestó su “profundo dolor” por la misiva asegurando que representa solo la opinión de un monasterio,
Quizá los ánimos siguen marcados por las encuestas y se reflejan en declaraciones de ministros del presidente Gabriel Boric: el ministro de Hacienda, Mario Marcel, señaló en un encuentro con economistas que pase lo que pase “todo indica que el proceso constituyente no va a concluir el 4 de septiembre”.
“Tenemos que renunciar a dos extremos: la idea de volver al país previo al 18 de octubre de 2019 y tampoco utopías irrealizables. Lo que debemos preocuparnos es de buscar respuestas concretas, viables, graduales. Y, al mismo tiempo, aprovechar las oportunidades que se van abriendo para la economía chilena, que hace 10 o 15 años no las teníamos ni siquiera en nuestra imaginación”.
Mientras se desarrolla el vendaval pre-plebiscitario, Boric se ha enfocado en las políticas públicas presentando indicaciones a la propuesta de reducción de 40 horas a la jornada laboral, que se aplicaría con gradualidad e incentivo de productividad.
“La pregunta que debe hacerse es por la felicidad y buen vivir (…) “¿Cuánto vale un cuento o una canción en la noche? ¿Cuánto vale salir a caminar después de la jornada laboral, salir a pololear¿Cuánto vale pasar tiempo en familia o tiempo solo, reflexionando? Eso seguramente no entra en los índices estandarizados de productividad”, señaló el presidente, insistiendo en gestos que podrían revertir lo que las encuestas dejan en suspenso.
El día después
Para el analista Rodrigo Espinoza plantea cuatro escenarios posibles, dependientes del resultado y del margen de victoria, amplio (igual o más de un 5% de diferencia) o más estrecho. Si la victoria es por un margen estrecho, el clima político será de creciente polarización. El Rechazo acrecentará la incertidumbre política e institucional, la discusión sobre el destino del proceso constituyente puede tardar años, concluyendo con un paquete de reformas a la Constitución actual.
En caso de ganar el Apruebo por un amplio margen, se fortalecería el gobierno y la coalición promotora y dará fuerza para el inicio del programa de reformas constitucionales, las que serían bastante acotadas y no necesariamente bajo los términos impuestos por una derecha enormemente debilitada, pese a que se necesitará de su concurrencia para la aprobación de las futuras reformas constitucionales y leyes que acompañarán a la nueva Carta Magna.
De ganar el Apruebo por un margen estrecho, transformaría a la nueva Constitución en un conjunto de reglas polarizador, con eventuales denuncias de fraude electoral desde el mundo del Rechazo, sumado a dificultades para lograr consenso para alcanzar un piso mínimo en el programa de reformas, bajo las condiciones establecidas por la derecha, hasta alcanzar una versión que deje satisfecha al menos a una parte de dicho sector.
Con un triunfo del Rechazo por margen amplio, se sucederán intentos por debilitar al gobierno con acusaciones constitucionales contra el gabinete o el mismo Boric por eventual intervencionismo electoral. El esfuerzo de la oposición estaría destinado a exigir la cabeza del gobierno o de parte del gabinete, un escenario que aumentaría la incertidumbre del proceso constituyente, cuyo debate podría tardar años, derivando en un paquete de reformas a la Constitución pinochetista de 1980.
Si el margen de victoria del Rechazo es estrecho, la polarización e incertidumbre serían altas, y la discusión y acuerdos alcanzados sobre el destino del proceso podrían tomar meses o años, con un nuevo proceso constituyente, pero de menor intensidad: sin garantías sobre el tipo de órgano encargado de la redacción, ni en materias como paridad de género, representación de pueblos originarios y sin independientes.
El mundo del Rechazo no se ha comprometido con propuestas concretas ni con una fecha de inicio para el nuevo proceso constituyente en caso de imponerse en el plebiscito, que será posiblemente un juego de todo o nada, un aspecto no menor para aquel 78% que votó por el Apruebo en el plebiscito de entrada, concluye Espinoza.
* Periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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