El pueblo argentino sufre mientras oficialismo y oposición se enredan en sus laberintos
Juan Guahán
Estamos transitando extraños momentos. El oficialismo se desangra en una disputa interna que crece con el paso del tiempo. La oposición, aunque enredada en sus propias peleas, duerme la siesta confiada en que el mero paso del tiempo los depositará en la Casa Rosada. Mientras tanto el pueblo -de un modo semejante al hombre porteño descripto por Raúl Scalabrini Ortiz como quien “está solo y espera”- va rumiando su bronca, porque quienes tienen la responsabilidad de atender sus necesidades solo ven el ombligo de sus propios juegos de poder.
Unos y otros, los que mandan y los que quieren sucederlos, parecen olvidar que la paciencia tiene límites y cuando éstos son superados “los pueblos hacen tronar el escarmiento” o aparece un vivillo o peón de brega del poder económico que ocupa inesperadamente el lugar que sus disputas o fracasos dejaron vacante.
Estos últimos días estuvieron plenos de señales de cómo la dirigencia actual pone por encima del bien común, que debería dirigir su actos, las necesidades de sus propios círculos o agrupamientos. Eso significó que adquiriera vigencia una acertada frase que Jorge Asís instalara como “tiempos inciertos de coaliciones rotas”. Esa dirigencia parece estar jugando con fuego encima de gigantescos tanques de nafta.
El oficialismo tiene la mayor responsabilidad en estos sucesos porque ostenta la obligación de gobernar. Dentro del oficialismo, a su vez, es la vicepresidenta la que carga sobre sus espaldas con los deberes más grandes por ser la indudable jefa política de esa corriente y porque ella –en soledad y en el carácter de Jefa- eligió a la persona que hoy gobierna, o debería hacerlo y con la cual confronta.
El juego de tener los goces y ventajas del oficialismo y ser su oposición, que ensaya Cristina, tienen muchas limitaciones y es difícil de sostener por largo tiempo, por eso –si no hay síntesis- es lógico que el conflicto siga escalando.
No puede extrañar que un ministro bonaerense y uno de los máximos dirigentes de La Cámpora, el “Cuervo” Larroque, haya dicho que “el gobierno nos pertenece”. No quedan dudas que ese “nos” está referido al propio espacio kirchnerista de La Cámpora y la conducción de Cristina. Esa formulación se ve enriquecida por la formulación de Cristina al sostener que “un gobierno puede ser legítimo de origen y no de gestión».
Todo ello no hace más que abrir las puertas a los debates sobre la posibilidad de una futura renuncia o juicio político por “falta de gestión” de Alberto Fernández. Integrantes del entorno cristinista no ocultan las tres cuestiones que ella demandaría para clausurar su ofensiva sobre quien ocupa la presidencia: que Alberto ponga fin a toda postulación presidencial; que Martín Guzmán deje el Ministerio de Economía y que el Presidente reconozca públicamente la conducción política de Cristina.
Las recientes reuniones de Cristina con el embajador de los EEUU y con la poderosa generala que preside las tropas del Comando Sur dejan entrever que empieza a comportarse como una real Jefa de Estado. Si ello forma parte de la legitimación de una futura candidatura presidencial o de algo más cercano y que afecta al actual presidente, depende de la evolución de la situación general.
Si el oficialismo no encuentra el camino para salir de estas confusiones, no le va a la zaga la ruidosa falta de políticas y el desbarajuste en el que se mueve la coalición opositora. Sorprende la declaración de Juntos por el Cambio en el sentido que el ultraderechista Javier Milei “no forma parte de la coalición e intenta quebrar nuestra unidad siendo funcional al oficialismo”, cuando Milei nunca pidió integrarse a ese conglomerado: es un auténtico blooper.
Hasta hace unas pocas semanas la oposición simplemente esperaba que pase el tiempo, la ausencia de políticas, el acercamiento de los tiempos electorales, más el crecimiento mediático de Mieli, los encerró en la torre de babel de su propio laberinto. Las alianzas se cruzan, las críticas internas y desconfianzas mutuas, crecen. Ni Horacio Rodríguez Larreta, ni Mauricio Macri pueden imponer su hegemonía, mientras Patricia Bullrich profundiza sus vínculos con Milei.
Para colmo de males, la pata radical de la coalición vive momentos no muy gratos. Gerardo Morales, gobernador de Jujuy y presidente de la más que centenaria Unión Cívica Radical está muy vinculado al presidente de Diputados, el peronista de derecha Sergio Massa, con quien ya sostuvo una alianza electoral. Nadie sabe a ciencia cierta, más allá de su voluntad “de estar en el poder”, a qué juegan estos dos personajes.
Este panorama, en medio del tembladeral social que muestra la realidad cotidiana, marca la crisis de ambas coaliciones, la oficialista y la opositora. El futuro de ellas está ante dos alternativas. Una –la más probable- que encuentren un punto de síntesis que les permita sobrevivir a los actuales peligros. La otra es que nos arrime al fin de un par de décadas de esta “grieta” y de su modelo organizativo, constituyéndose en el comienzo de algunos otros tipos de armados políticos.
El detonante y protagonista importante de estos juegos es Milei. Cualquiera sea la tendencia finalmente predominante es difícil que ella constituya un cambio fundamental en la actual situación social y política, pero sí puede expresar la profundidad de la crisis en la cual la misma se desenvuelve. Buen momento para recordar, ante la arrogancia e impunidad de quienes creen que el estar arriba es para siempre y forma parte de la naturaleza de las cosas, que “cuando los de abajo se mueven los de arriba se caen”.
La recuperación económica no llega al pueblo
Estos últimos meses han permitido registrar datos sobre una evolución favorable en materia de inversiones y producción. Lamentablemente, en los mismos períodos, se produjo una pérdida salarial. Es importante señalar algunas de las causas de tamaña contradicción que es la razón de la situación económico-social de la mayor parte del pueblo trabajador.
Una explicación básica la proporciona Juan Manzur, Jefe de Gabinete del actual gobierno: ante empresarios y funcionarios estatales dijo que “el capitalismo es el modelo más eficiente para el desarrollo de nuestras energías productivas, pero tiene su tendencia a la concentración”. Esa es la larga historia, confirmada en los últimos tiempos, de la evolución económica argenina y porqué exiten salarios insuficientes para mantener una vida digna.
Para completar el panorama se puede decir que históricamente este Estado se ha revelado como incapaz para modificar dicha tendencia o proponer un sistema superior.
Según las estadísticas oficiales, en el primer bimestre de 2022, en medio de un crecimiento económico, los ingresos perdieron 1,8% con respecto a la inflación, teniendo en cuenta que el salario mejoró un 7%, mientras que la inflación subió un 8,8%. Ese crecimiento bimestral del salario reconoce un crecimiento del 8,7% en el sector privado registrado; un 5,4% en el sector público y un 4,8 en los sectores privados no registrados (en negro).
La evolución ocupacional de los últimos 10 años (enero 2012/ enero 2022) es llamativa. Según cifras del Ministerio de Trabajo, en esos 10 años la población total del país creció un 10%, con una pérdida de 34 mil puestos de trabajo (alrededor del 1%) en el sector privado y un aumento ocupacional del 27% en el sector público. De lo que surge que el Estado fue el refugio que impidió que la desocupación fuera mucho más masiva.
La actividad productiva en el primer trimestre del año resultó ser positiva, superando los niveles de diciembre del 2019. Eso fue posible, según el INDEC, por el impulso de los meses de enero y febrero. En marzo la situación comenzó a plancharse y ya en el mes de abril los datos son negativos. Según JP Morgan la caída entre febrero y junio sería del 2,5%; cálculos posteriores colocaron la baja en el orden del 4,5% para este segundo trimestre del año.
Según los especialistas la principal causa de esa caída es la escasez de dólares para mantener el nivel necesario de importaciones.
El litio y sus perspectivas entran en el escenario mundial
Dos datos que deberían ser motivo de preocupación para nuestra dirigencia. El primero es que en el triángulo andino que comparten Argentina, Bolivia y Chile está alrededor del 80% de las reservas mundiales del litio, el “oro blanco”. Las mayores reservas se encuentran en Bolivia, le siguen Chile y Argentina.
El segundo dato es que el litio no solo es clave para el desarrollo de las baterías para los coches eléctricos que irán ocupando rápidamente el mercado automotor. En este sentido debemos estar atentos a esa singular convergencia que se está produciendo entre la geopolítica de signo liberal, las grandes corporaciones mundiales y los avances tecnológicos.
La disputa por el litio, su explotación, manufactura y comercialización forman parte de la lucha por la hegemonía mundial, de países y personajes, como Elon Musk (reciente comprador de Twitter y dueño de Tesla, la fábrica de coches eléctricos), Jeff Bezos (adquirente de Washington Post y dueño de Amazon) y otros semejantes que están peleando por la apropiación de grandes sistemas comunicacionales.
En este sentido es simbólica la advertencia de Musk a los gobernantes bolivianos cuando nacionalizaron el litio y el dueño de Tesla les recordó “nosotros daremos golpes donde queramos. ¡Acostúmbrense!”. El mismo Musk, hace pocos días, como una parte de sus negociaciones para comprar Coca Cola dijo –entre irónico y provocador- que la compraría “para volver a ponerle cocaína”.
Mientras tanto s ¿qué hacemos con el litio? Desde hace más de 15 años, en la provincia de Catamarca y jurisdicción del Salar del Hombre Muerto, lo explota la empresa estadounidense FMC Corp. En la actualidad las empresas, extranjeras, son más.
Argentina es el tercer exportador mundial. Por la Ley Minera (24196/1993) las empresas que lo explotan tienen una serie de exenciones impositivas (entre ellas el no pago del impuesto a las ganancias y activos, estabilidad fiscal por 30 años) debiendo abonar al Estado provincial una regalía del 3% del mineral extraído, medido según las declaraciones juradas de la propia empresa.
Es el único país de los tres involucrados en el tema que no declaró al litio como “recurso estratégico”. Chile lo hizo en 1979 y desde el 2015 negocia regalías que pueden llegar hasta el 40%. Bolivia lo concretó en el 2008 y creó para su explotación una empresa enteramente estatal (Litio Boliviano). México está recabando información a Bolivia para hacer una experiencia semejante.
En Argentina la Ley 24804 de 1997 destinada a regular el funcionamiento de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) plantea que el litio, por tratarse de un material fusionable especial que se utiliza en varios países para actividades nucleares, podría ser propiedad estatal dependiendo de la CNEA. Es decir que debería quedar fuera del Código Minero y ser considerado como un recurso estratégico. Esa norma duerme, hasta ahora, el sueño de los justos.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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