Frentes, lógicas y relatos de una guerra telenovelada
Maryclen Stelling
La denominada crisis de Ucrania constituye una triada completada por Rusia y EEUU; sometida y víctima de un relato político bifronte de la confrontación que, a su vez, genera otro frente, “la guerra de la comunicación”.
Dados los intereses de ambas potencias, conviven y se confrontan dos lógicas dominantes, que, desde el punto de vista comunicacional, dan origen a dos relatos políticos contrapuestos. Dos estructuras narrativas que pretenden dar cuenta de la crisis y, en especial, dotar de significado, coherencia, cohesión y legitimidad a la posición y gestión geopolítica ya sea de Rusia o de EEUU. Relatos estructurados en torno a una trama, un guion dicotómico y un repertorio simbólico al servicio de intereses geopolíticos específicos.
En ambos casos, los actores geopolíticos acuden a dos planos interrelacionados: la comunicación de la guerra y la guerra de la comunicación. Generándose en consecuencia dos lógicas, comunicativa la una y guerrerista la otra, que se influyen mutuamente. La lógica de la guerra violenta la comunicación, mediante un avasallante proceso de intimidación simbólico que la doblega, con la intención de colocarla a su servicio.
Conquistado y colonizado, el ámbito comunicativo se somete y, en condición de sumisión y obediencia, actúa en función de intereses bélicos específicos. Desde la lógica comunicativa, la construcción de relatos y la narración de historias, gradualmente se han convertido en la estrategia dominante en la comunicación política.
Asistimos en consecuencia a una suerte de “telenovelización” de la guerra, donde la comunicación política se funde y confunde con la narración de historias y la construcción de relatos. Se imponen formas narrativas melodramáticas, personalizadas que le ponen nombre y dan rostro a la noticia… Contexto informativo donde “hay buenos, malos, héroes” y el periodistas que, en calidad de ”gran sacerdote del nuevo discurso, hurga biografías, moraliza, exorciza, perdona, confiesa.” Y, desde allí, narra esta etapa de transformación y redefinición de un nuevo equilibrio del poder mundial.
En esta guerra comunicativa y de relatos ¿A quién creerle? Enfrentamos un asunto de credibilidad mediada por factores geopolíticos. En suma, de fe geopolítica.
Una guerra telenovelada
Ya analizamos la crisis de Ucrania en tanto guerra comunicativa, al servicio de intereses geopolíticos específicos. En esta ocasión, en la misma línea analítica, abordamos la “telenovelización” de la guerra, a la cual asistimos pasivamente en calidad de audiencia. Proceso donde la comunicación política se funde y confunde con la narración de historias y la construcción de relatos.
Desde esa perspectiva, se imponen formas narrativas melodramáticas, personalizadas que le colocan nombre y dan rostro a la noticia…Contexto informativo donde hay buenos, malos y héroes; dramas, pérdidas materiales y humanas; dolor, sufrimiento y pasión. Políticos, buenos o malos de acuerdo al bando donde se ubica el periodista-narrador.
Quien, en calidad de “gran sacerdote del nuevo discurso”, hurga historias y biografías, sermonea, exorciza, confiesa y absuelve. Desde esa posición comunicacional-bélico-religiosa, en tanto narrador relata el proceso de transformación y redefinición de un nuevo equilibrio del poder mundial. Así, de acuerdo al bando desde donde informan, devienen en héroes o villanos mediáticos.
En cuanto audiencia, se nos pone en situación de escoger un bando, héroes y heroínas, villanos y villanas, victimarios y víctimas e igualmente periodistas buenos y malos. Suerte de construcción de un melodrama bélico sometido a una plantilla de telenovelización de la guerra. Tratamiento mediático que, en casos extremos, transforma los eventos políticos o geopolíticos en verdaderos culebrones o melodramas bélicos.
Pasivamente entramos al mundo del espectáculo político o más bien de la espectacularización de la política, suerte de fusión entre información y entretenimiento, que se rige por sus propias leyes. En el tratamiento de la información destaca el incremento del peso de la espectacularización, el uso y abuso de nuevas narrativas y estéticas sustentadas en el protagonismo de las emociones. Se fortalece una tendencia mediática predominantemente audiovisual en detrimento de la escrita, que arrastra inexorablemente a la simplificación del discurso político.
En el tratamiento de la guerra ruso-ucraniana es obligante evitar narrativas y estéticas basadas en el peso de las emociones que conducen a melodramas bélicos.
(*) Socióloga venezolana, fundadora del Observatorio Global de Medios, columnista de diarios y televisión, colaboradora del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
Los comentarios están cerrados.