Eurasia en el centro del conflicto mundial: rearme, racismo, discriminación en la OTAN
Juan Guahán
La Unión Europea anunció que destinará hasta 1.000 millones de euros en armas para Ucrania y aumentará el presupuesto conjunto de defensa, mientras varios Estados –como Alemania y Dinamarca- han utilizado la excusa de la guerra de Ucrania para incrementar de forma notoria sus presupuestos militares.
Desde que empezó el ataque contra Ucrania el pasado 24 de febrero, la UE ha aprobado ya cuatro paquetes de sanciones contra Rusia y Bielorrusia: congeló los fondos que los bancos centrales que ambos países tienen en la UE, sacó a siete entidades rusas y tres bielorrusas del sistema de comunicación interbancario SWIFT y sancionó a un total 862 individuos y 53 empresas, entre ellos el presidente ruso Vladimir Putin,Los países europeos también están preocupados por la dependencia energética respecto a Rusia, algo que no es sencillo de abandonar, cuando la inflación y el aumento del combustible ya afecta la economía de varios países europeos.
La UE «debe prepararse para ser independiente del gas ruso, para asegurar sus propia defensa… nos hemos dado cuenta de que nuestra democracia está amenazada», advirtió el presidente francés Emmanuel Macron. El plan se centra en diversificar los proveedores y el uso de fuentes de energía, de forma que para finales de 2022 se pueda prescindir de 100.000 millones de metros cúbicos de gas ruso (100 bcm), de los 155 bcm que importó en 2021.
La OTAN y los gastos militares
La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) nace como una alianza de países occidentales para fortalecer a las políticas de estos países ante la posibilidad que Rusia vete decisiones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Se formó integrando a 10 países, desde su origen sus miembros asumieron la responsabilidad de la defensa mutua en caso de agresión externa a alguno de ellos.
A partir de 1951 tiene una fuerza militar permanente y participa en las guerras y ocupaciones que llevan adelante los EEUU. Desaparecido –en 1991- el Pacto de Varsovia creado -en 1955- por los países de la URSS y aliados, daba la impresión que el sistema de seguridad europeo podía ser reestructurado, pero no solo no fue así, sino que la antigua OTAN -expresión de la Guerra Fría- siguió creciendo hasta llegar a los 30 miembros actuales.
En 1954 la URSS solicitó ser parte de la OTAN pero su pedido fue denegado y en el 2007 Putin pidió –en persona- al parlamento Alemán, que Rusia fuera incluida en una arquitectura común de seguridad para Europa. Ahora lo recordó el diputado alemán Petr Bystron sosteniendo: “fue aplaudido, pero le dijeron que no”.
Como una muestra de cómo es la militarización actual, los datos del 2020 indican que del total de gastos militares (2 billones de dólares), el 60% lo realizan los países de la OTAN. El total de esos gastos se distribuyen en la siguiente proporción: EEUU 39%; China 13%; India 3,7%, Rusia 3,2%; Reino Unido 3%; Arabia Saudita 2,9%; Alemania 2,7% igual que Francia y Japón 2.3%. Los demás países gastan el restante 25%.
Racismo y discriminación guían la política de la OTAN
Ya sabemos lo que es la OTAN, cumple a nivel militar un rol parecido al que tiene el FMI en lo económico. Es la expresión militar del poder que conquistó, ocupó y colonizó a Nuestra América. La mayoría de los países de la región no forman parte de la OTAN, aunque en distintos momentos quisieron sumarse. Pero sí somos parte del área de influencia de los EEUU y también de la OTAN. Eso explica las feroces noticias que aquí se divulgan sobre la evolución del actual conflicto y las responsabilidades sobre el mal que toda guerra conlleva.
En la lucha por la independencia política, en las primeras décadas del siglo XIX, convivían dos corrientes al interior de las fuerzas independistas. Unos que nos imaginaban como apéndice de la Europa colonial y otros que aspiraban a construir una nueva realidad, más cercana al mundo indígena perseguido y destruido por aquella ocupación y conquista.
Las revoluciones de las colonias norteamericanas, su Constitución (1776) y la Revolución Francesa (1789) fueron la guía de nuestros pasos. Fuimos integrados a Europa y los EEUU, sus mercados, política e ideología. El resto: Asia, Medio Oriente, África pasaron a ser –para nuestros “ilustrados” dirigentes- lo atrasado, la barbarie, que había que mantener alejados de nuestras fronteras y de los círculos del poder, donde se decide la suerte del conjunto.
En ese clima fueron criadas sucesivas generaciones. Es por eso que, sin serlo, nos sentimos como si fuéramos Europa y su cultura, a quienes admiramos y procuramos imitar.
Si bien “los rubios de ojos celestes” son minoría en los territorios de Nuestra América. No obstante ello, ejercen el poder y naturalizan las relaciones de dominación que tienen los países centrales sobre nuestros pueblos. Allí están buena parte de las causas que dan origen al racismo y la discriminación que se expanden por nuestros territorios.
Por eso tampoco vemos los crímenes de las guerras coloniales pero condenamos, sin miramientos, cuando esos “pueblos atrasados” intentan darle seguridad a sus culturas, pueblos y territorios, frente a los “avances” de una OTAN que pretende de ese modo tapar el deterioro y decadencia del actual poder mundial de Occidente.
Eurasia en el centro del conflicto mundial
Estamos asistiendo a una escena más de esa gran representación que es la historia de la humanidad. Como tantas otras veces el eje vuelve a ser Eurasia, en las fricciones de esa zona se definen los rasgos del futuro universal. Allí se desarrollaron los grandes imperios y las religiones de alcance universal.
Por allí, Alejandro Magno –el discípulo de Aristóteles- proyectó la idea de una monarquía universal, que no sobrevivió a su temprana muerte y que abarcara oriente y occidente. Idea que el Imperio Romano desarrollara mucho más, unos siglos después. Sobre esos mismos territorios se desarrollaron los principales hechos de las dos grandes guerras mundiales del siglo XX y los más recientes sucesos vinculados al control de las riquezas petroleras.
En esa misma zona se están dirimiendo las condiciones de una nueva configuración mundial que incluye el deterioro del imperio occidental. Este se manifiesta en el desgaste de la vieja cultura europea subordinada al más moderno poderío militar y comercial de los EEUU. Esos intereses coaligados se resisten a perder la hegemonía a manos de un poder oriental que tiene a China como su principal actor, asociada estratégicamente a una Rusia que renace luego de la implosión de la Unión Soviética.
Ante esta situación el militarismo norteamericano es el arma principal que tiene la decadencia de occidente para demorar esa caída o intentar revertirla. Por eso viene impidiendo, de un modo sistemático, una solución a los problemas de esa región. La presión a los países europeos, particularmente los provenientes de la vieja URSS, para desplegar sus bases militares en las cercanías de Rusia, forman parte de esa perspectiva. Occidente la utilizando más como una provocación que la búsqueda de mayor seguridad.
No, no somos rubios y de ojos celestes
Miguel Gila -un rey de la comedia española- que sobrevivió a la Guerra Civil de ese país, retrató como nadie las peripecias humanas de toda guerra. En una de sus famosas viñetas, en tiempos de la Guerra Fría, hablaba de cómo se podría alcanzar la paz entre las naciones, sin necesidad de guerra y de imponer el dominio de unos sobre otros.
Señalando un mapamundi decía algo así como: “Acomodemos a los países, a los amigos cerca; a los enemigos lejos…” Lo ejemplificaba con Cuba y se preguntaba: “Qué hace ahí cerca de los EEUU, su enemigo. Trasladémosla cerca de la Unión Soviética, sus amigos” y así sucesivamente.
Gila sin ser político, ni analista, sabía más que muchos de aquellos que gastan zapatos y años transitando los pasillos de las mejores academias del saber. Comprendía el modo que los vínculos geográficos establecen interdependencias que influyen en la evolución de la humanidad tanto como la economía o las diferencias ideológicas. Tal vez más sensato sea hablar de influencias mutuas.
Si a esa percepción le agregamos lo que nos cuenta la historia estaremos en mejores condiciones de entender algo más del conflicto que tiene en vilo a la humanidad.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE
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