La oposición venezolana ganó su cuarta gobernación, pero no logra unirse
Álvaro Verzi Rangel|
Sergio Garrido, candidato de los partidos de oposición venezolana aglutinados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), ganó las polémicas elecciones por la gobernación del estado llanero de Barinas.
Así, la oposición suma cuatro de 23 gobernaciones, pese a lo cual esta votación ha tenido un impacto político particular, porque se anularon y repitieron las elecciones que ya había ganado la oposición en diciembre. La Sala Electoral del Tribunal Supremo Justicia declaró que la elección debía repetirse por la inhabilitación del opositor Freddy Superlano desde el año 2019, una decisión cuestionada por la oposición y por algunas figuras del chavismo.
La derrota en Barinas tiene una incuestionable plusvalía simbólica por haberse producido en el estado natal de Hugo Chávez. “Hay razones más profundas que no comienzan ni terminan en Barinas. Estamos frente a un gobierno agotado que enfermó al Estado y que nos empeñamos en reproducir como la panacea”, señala el sindicalista y diputado Jacobo Torres de León.
“Un Estado enfermo que agoniza en manos de oportunistas, burócratas y advenedizos que hacen caso omiso al presidente y se regodean en sus pequeños tronos y feudos. Ministros, presidentes de empresas del Estado, funcionarios medios que hacen del ejercicio de gobierno, el festín de las hienas. No le sigamos haciendo juego al capital y a la autocoplacencia, dejemos de hacer gestión y hagamos revolución”, añade.
La socióloga Maryclén Stelling ya lo había adelantado: La sociedad venezolana parece haber llegado a un punto sin retorno, caracterizado por el desencanto, la desilusión, la apatía y la desafección política, una condición opuesta a los que se alcanzó durante los primeros años de la Revolución.
“La baja general de la votación del chavismo es una expresión del agotamiento de la expresión política electoral provocada porque la base popular que ha sustentado la Revolución, los excluidos de otros tiempos, los trabajadores, están obligados a ocupar todo su tiempo y sus energía en realizar actividades adicionales para sobrevivir en una economía dolarizada de facto”, alertó
“Es mejor no decir nada y ponernos a trabajar: formación política. Eficacia y eficiencia. El chavismo debe renovarse, es nuestro desafío, dialécticamente hablando, algo se está desgastando y debe darle paso a lo nuevo. Mejor no digo nada.. no sea que conmigo sí (los del gobierno) actúen a tiempo”, señala Guillermo Vizcaya.
Un triunfo opositor en tierras de Chávez
El triunfo opositor fue posible a pesar de que el gobierno comprometió fuerzas nacionales y corporaciones del Estado durante la breve campaña. Puso toda la carne en el asador. Garrido venció a Jorge Arreaza, excanciller y ministro de Industria y Producción Nacional, con 55,37% del apoyo, contra 41,26% del segundo, en una elección en la que participó el 52,23% del padrón.
Ante la situación de desgaste en Barinas, Arreaza, yerno del expresidente, levantó la antigua consigna de Chávez, “revisión, rectificación y reimpulso”, en el marco de una campaña que puso al expresidente en el centro. Pero eso tampoco alcanzó.
La elección fue escenificada en un estado de fuerte carga simbólica por ser el de nacimiento de Hugo Chávez, y por haber sido gobernado por el chavismo durante 23 años seguidos: primero por su padre, Hugo de los Reyes Chávez, luego por su hermano Adán Chávez -actualmente embajador en Cuba-, y finalmente por su otro hermano Argenis Chávez, quien renunció a su postulación tras la derrota del 21 de noviembre.
En el pueblo de Sabaneta, en Barinas, donde nació y se crío Hugo Chávez, es parte de su mitología, pero también un estado marcado por las numerosas dificultades materiales, de servicios gasolina, gas o luz -como gran parte del país-, así como por las críticas a las gestiones de los gobernadores.
Las bases chavistas de Barinas atribuyeron la derrota a “una parte, no toda, de la dirigencia, que practica una forma de hacer política autocrática, distanciada de las bases, sin contenido ideológico, meramente asistencialista, que trata al pueblo como reservorio de dádivas”. Apuntaron que son frecuentes los retrasos en la entrega de las bolsas de alimentos subsidiados a través de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP).
También fallan recurrentemente la electricidad y la distribución de gas doméstico –la conjunción de las dos situaciones ha obligado a los afectados a cocinar con leña–, a lo que se suman largas colas para abastecer combustible y la imposición por parte los comerciantes del dólar estadounidense y el peso colombiano como monedas de intercambio, a pesar de que no todos los ciudadanos tienen acceso a ellas.
La oposición y la opción electoral
Para algunos analistas, el resultado reivindica una estrategia de participación en el proceso político alentada por la Unión Europea a la que se han resistido algunos miembros de la oposición. Al haberse reafirmado en la oposición el mecanismo electoral y sus potencialidades, se puede pensar que un futuro no se jugará de nuevo a la abstención.
La estadounidense Voz de las Amérias, editorializó que la victoria de la oposición “es combustible para la idea de realizar este año un referendo revocatorio”, una opción planteada por Washington que se encuentra en estudio en la oposición, pero no hay todavía una decisión.
Con anterioridad, James Story, embajador de EU en Venezuela (que atiende desde Bogotá) dejó las puertas abiertas a su activación, al señalar que la realización del revocatorio no implicaba un reconocimiento de Nicolás Maduro. Difícil revocar un mandato de alguien que –según ellos- no existe.
A pesar de los festejos por el triunfo en Barinas, la oposición sigue marcada por la fragmentación y la falta de estrategias a seguir, atravesada por disputas públicas dentro de algunos de ellos, con la figura Juan Guaidó, que fue reconocido nuevamente como “presidente interino” por Washington, pero que dentro del país se encuentra reducido a una virtualidad alentada sólo por algunos medios.
Otro elemento destacado por los analistas es el retroceso que sufrió la posibilidad de creación de una oposición distinta al denominado G-4 que, pese a las divisiones internas, se siente revalidado con el proceso de Barinas, en particular figuras como Leopoldo López y Henry Ramo Allup.
Con 19 de las 23 gobernaciones, 205 de las 322 alcaldías, el oficialismo muestra sin embargo una tendencia a una disminución y a la falta de posibilidades reales de volver a crecer en un marco de fuerte desgaste político generalizado, donde la división de la oposición no es, como se vio el domingo, una garantía de victoria.
¿Podrá encontrar la oposición –aupada y financiada por Estados Unidos y la Unión Europea- un proceso de unificación y acumulación de fuerza en el horizonte de las presidenciales del 2024, intentará antes el revocatorio o seguirá insistiendo con los atajos, como invasiones de mercenarios o intentos de golpe? Lo cierto es que no interesa mucho lo que opinen los dirigentes de la oposición.
Hoy el gobierno de Washington analiza las opciones, mientras el gobierno muestra un freno a la caída económica que venía desde 2014 con un posible crecimiento del Proucto Bruto Interno y una detectable mayor circulación de dinero (en las zonas burguesas de dólares), mientras persisten en diversas partes del país la falta de gas, electricidad, transporte, agua y, a veces, gasolina.
*Sociólogo venezolano, Codirector del Observatorio en Comunicación y Democracia y analista senior del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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