Unión Europea, de un pasado de ilusiones a un presente de duras realidades y un peligro eminente

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Eduardo Camin

En la Unión Europea (UE), en estos momentos de recrudecimiento de la pandemia, nadie quiere hablar de las duras realidades y de un incierto futuro, y nadie sabe, por tanto, hacia donde ha de avanzarse, mientras las dificultades no hacen sino acumularse.

El final de la era de Ángela Merkel, el mapa negro de la pandemia, el Brexit, las tensiones con Rusia y la competencia con China son algunos de los factores que confluyen para hacer del 2022 un año potencialmente complejo para la UE, en el que se van a poner sobre la mesa discusiones cruciales como la reforma del pacto de estabilidad, la necesidad de un presupuesto específico para la zona euro o el papel de Europa en un mundo dominado por las tensiones geopolíticas. Las noticias inquietantes son muchas y aparentan andar sueltas. Parecía que tienen vida propia; desconectadas de las demás, pero las coyunturas históricas las unifican y les dan sentido. Tiempos de incertidumbres; de dudas existenciales, en esta época donde sopla un “viento sin norte” propio de los momentos de cansancio de la razón o de los periodos en que la razón instrumental abandona su tarea y recala en un sueño intranquilo.

El problema es que en la parálisis actual todo se abandona a las tareas del día sin ningún proyecto de fondo claro que las oriente. Aunque para más de un funcionalista ese sea el modo de avanzar, dejando que la solución de los problemas que surgen y su propio decurso cree la necesidad de una mayor unión y la vaya generando. Sin embargo, sin un plan claro ninguna integración real, no meramente sistémica sino también normativa, puede darse.

Cada dato exigiría, sin dudas, la dialéctica del análisis pormenorizado. En un mundo en el que las relaciones de poder global se están modificando a pasos agigantados, donde la decadencia del imperio estadounidense y la emergencia de China están generando una dinámica histórico-social que unifica procesos, que pone en crisis la globalización tal como la hemos conocido e impone cambios geopolíticos de enorme magnitud.

Nuevos vientos, viejas tormentas

Los vientos de cambio que soplan desde Berlín sitúan a la Unión Europea ante un tiempo nuevo. Hoy e el nuevo canciller Olaf Scholz propone “un cambio de paradigma” en su país para invertir en la cohesión social, plantea “avanzar hacia una Europa federal” y está abierto a reformar el pacto de estabilidad de la zona euro. El cambio de tono es evidente.

Francia, está desde el 1 de enero al frente de la presidencia de turno de la UE, ha convocado a los líderes europeos a una cumbre informal para definir “un nuevo modelo europeo de inversión y crecimiento”.

Podría ser el momento en que el presidente Emmanuel Macron y el primer ministro italiano, Mario Draghi, presenten su esperada propuesta sobre la reforma del pacto y la arquitectura institucional de la moneda común para aplicar las que, a su juicio, han sido las lecciones de la pandemia y la crisis de euro, cuando el PIB tardó cuatro veces más que ahora en recuperarse.

No obstante, el desenlace de estos debates dependerá de varios factores. Por el lado francés, obviamente, de quién sea el vencedor de las elecciones presidenciales en la próxima primavera europea. El panorama cambiaría completamente si el interlocutor de Scholz no es Macron sino la extrema derecha de Marine Le Pen o Éric Zemmour.  Mientras que, del lado alemán, los acuerdos internos a los que llegue la nueva coalición de gobierno sobre cómo financiar su masivo plan de inversiones serán el sostén de algunas reformas europeas.Macron y Scholz reafirman su voluntad de avanzar "en la misma dirección"

Desde marzo del 2020, cuando estalló la pandemia, las reglas presupuestarias desde Maastricht al pacto de estabilidad están suspendidas para dar flexibilidad de gasto a los gobiernos, pero este año debe tomarse decisiones sobre su futuro. En su primera cita en París, Macron pidió a Scholz que fuera creativo  en ese sentido.

Una posibilidad es que ciertas inversiones no computen a efectos de déficit y deuda, los sacrosantos topes del 3% y el 60%, por ejemplo, las destinadas a impulsar la transición energética o la digitalización. Los autodenominados países frugales también empiezan a cambiar el paso.  Por su parte el nuevo gobierno neerlandés, acaba de lanzar un plan de inversiones histórico y se dispone a nombrar un ministro de Finanzas más afín a las nuevas tesis germanas.

Otra negociación pendiente es el futuro del Fondo de Recuperación, cuyas ayudas (unos 750.000 millones de euros, condicionados a la adopción de reformas) acabarán teóricamente en el 2027, a la vez que  Francia quiere hacerlo permanente.

Uno de los impulsores de este instrumento, financiado en parte por primera vez por emisiones de deuda común, fue precisamente Scholz, el último ministro de Finanzas de Merkel. “Si Italia lo hace mal, sería un desastre para Europa. Entonces los estados del norte podrían decir que la UE no debería habernos dado dinero, que no lo hemos gastado bien”, alerta el ex primer ministro italiano Enrico Letta. Su aviso vale para todos: el fondo anticrisis puede ser el embrión de una nueva criatura financiera europea.

A la brújula estratégica, le falta el norte

La nueva Comisión Europea de Ursula Von der Leyen, lista para trabajar | Europa | DW | 26.11.2019La Comisión Von Der Leyen quiso ser conocida por su carácter esencialmente geopolítico. El objetivo era resituar a la UE en un mundo que cambiaba aceleradamente, volviendo a definir alianzas, intereses y valores. Mientras tanto el español, José Borrell se ha convertido en el gran portavoz de estas aspiraciones como alto representante de Exteriores y de Defensa.

El dato central es la presentación del borrador-documento llamado “Brújula Estratégica” (Strategic Compass) que será discutido por todos los gobiernos y –prsumiblemente- aprobado durante la presidencia francesa. La brújula tiene el mismo papel que el llamado “concepto estratégico” en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), es decir, definirá la situación internacional, riesgos y problemas básicos y propondrá una estrategia integrada según los intereses de la UE.

Sin embargo, el debate de fondo es qué se debe entender por “autonomía estratégica de la UE”.  Siempre que se habla de autonomía europea se dice, a renglón seguido, que esta es compatible con la OTAN, complementaria de ella y siempre dirigida a asegurar la común defensa –militar- de Occidente.El "ojo" de la OTAN en Sudamérica: ¿qué hay detrás del interés en Argentina, Chile y Uruguay? : : El Litoral - Noticias - Santa Fe - Argentina - ellitoral.com : :

En realidad, lo que está en juego es (re)negociar el tipo de alianza con EEUU. ¿Por qué?  Es evidente de que EEUU tiene nuevas y determinantes prioridades centradas en Asia, que quiere ejercerlas más allá de la OTAN y de la UE. La Administración estadounidense está definiendo una división del trabajo flexible en el tablero mundial, donde ellos dirigirían directamente todo la referente al teatro de operaciones indo-asiáticas y la OTAN tendría la responsabilidad de enfrentarse a Rusia.

El tratado Aukus (Australia, Gran Bretaña y EEUU.) plasma esa política. Francia ha sido descartada y humillada una vez más, en una zona donde tiene viejos intereses y, esa era la apuesta de Macron, plataforma idónea para proyectar influencia y poder.

Por otra parte, es una evidencia que en los momentos decisivos EEUU privilegia exclusivamente sus intereses, sin tener en cuenta las aspiraciones y demandas de sus aliados, especialmente los de la Unión Europea. Dicho de otro modo, la Casa Blanca quiere una UE subalterna y sin capacidad de decisión en el tipo de relaciones internacionales que se definirán en el futuro.

Hay otro elemento esencial que es el propio desprestigio del liderazgo de EEUU y la necesidad de aparecer con personalidad más definida ante tanto desprecio y humillación.

Ucrania, la paradoja de un sin sentido altamente peligroso 

El conflicto ucraniano va a situar muy pronto las cosas en su lugar. Por lo pronto, el escenario psicosocial puesto en marcha por el presidente Zelenski que pone fechas a supuestos golpes de Estado, acusando directamente a Rusia de estar por detrás y por delante, intimidando en una lógica de confrontación altamente peligrosa.

Por su parte la OTAN habla claramente de agresión sin precedentes, a la vez que la diplomacia moscovita insiste en que se está llegando a un nivel que pone en peligro la paz en la zona.

Como siempre, los medios occidentales renuevan sus viejos arsenales anticomunistas contra el imperio del mal, e identifican a Vladimir Putin con la tradicional autocracia rusa , mientras que  los intelectuales orgánicos del occidente echan más leña al fuego, obviando las consecuencias devastadoras de un conflicto armado en esa zona vital de Europa. Confundir análisis con propaganda es siempre negativo; y cuando se trata de política internacional, mucho más.

Biden asegura al presidente de Ucrania que EEUU "responderá con decisión" si Rusia la invade | InternacionalEn estos debates se suele partir de los intereses estratégicos y geopolíticos propios negando los suyos y su legitimidad al otro (en este caso Rusia). El Estado ucraniano dispone de unas fuerzas armadas especialmente potentes, profundamente modernizadas por la OTAN y por EEUU, y guiado por un nacionalismo ferozmente antirruso. Se puede llegar a una situación en la que se pierda el control, y tememos que estemos muy cerca de eso. Ya pasó en los Balcanes y no se aprendió nada.

En los ámbitos internacionales se reconoce a la diplomacia rusa como una de las más capaces y sabias del mundo. Han tenido grandes experiencias y han vivido también grandes derrotas. Nadie duda de que tienen una visión realista de la situación y que saben mejor que nadie, que la ocupación de Ucrania es posible militarmente pero políticamente podría tener consecuencias muy negativas para Rusia.

Se puede hacer demagogia hasta caer en la estupidez. Pero alguien en su sano juicio no puede creer que Rusia iba a perder Crimea y Sebastopol simplemente porque lo decidiera un gobierno nacionalista ucraniano. Alguien podría pensar que Moscú iba a dejar a su consistente minoría rusa en manos de un gobierno que ha hecho de la rusofobia el elemento fundamental de su política interna y externa.

República de Crimea - WikiwandPor estas cosas Rusia iría e irá a la guerra, y los que deben saberlo ya lo saben.  Por eso se insiste desde la prensa “demócrata y libre” en la construcción del “enemigo” que exige presentarlo no solo como feroz sino especialmente fuerte y potente. La realidad es siempre más compleja y menos evidente.

Vayamos a los hechos: el producto interior bruto de Rusia es menor que el de Alemania y su gasto militar es importante, pero nada comparable con el presupuesto de la OTAN, el de EEUU o el de los estados europeos en su conjunto. Según los datos de 2020, el país que más gastó en defensa fue EEUU con 778,000 miles de millones de dólares. El segundo fue China con 252,000 miles de millones, es decir, es decir, tres veces menos. El tercero fue la India con 72.900. Rusia aparece en cuarto lugar 61,700 miles de millones de dólares.

Fuentes de la OTAN informan que esta organización política-militar alcanzó en el 2020 la impresionante cifra de 1,03 billones de dólares, más de la mitad del gasto militar total del planeta. Los países europeos pertenecientes a la OTAN gastaron tres veces más en defensa que Rusia. Podíamos seguir. La superioridad estratégica (económica-militar-operativa) de EEUU y de la OTAN es difícil de negar

Entonces cabe preguntarse ¿Qué hay detrás? En realidad algo conocido y vivido por la humanidad en su tortuosa historia: el declive de un imperio y la emergencia de una nueva potencia con el poder suficiente para cuestionar el orden existente. Ese imperio es Estados Unidos, la potencia emergente es China.Cuáles son los principales puntos de conflicto entre China y Estados Unidos? | Economía

La paradoja es grande: a más integración europea menos autonomía, menos capacidad para actuar como actor global y parte de un nuevo orden por venir. Salir de la historia es pasar de ser sujeto a objeto, masa de maniobra de las grandes potencias y sufrir –esto es lo más dramático- una vez más la guerra en tu territorio.

Se pueden decir muchas cosas sobre Rusia, pero hay una  no se debe olvidar: la actual clase política sabe que no son reconocidos por Occidente, que ha trabajado activamente para desarticularlos como Estado y romperlos como sociedad, que lo acusan de todos los males. Crecientemente tienen la percepción de que van a ser atacados y que serán de nuevo frente de batalla. Por lo tanto no hay tiempo que perder… Para una Europa que flota a la deriva, siendo la mas vacunada y la mas contagiada.

 

*Periodista uruguayo acreditado en la ONU- Ginebra Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

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União Europeia: de um passado de ilusões a um presente de duras realidades e um perigo iminente

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(Reprodução)

Na União Europeia (UE), nestes momentos de agravamento da pandemia, ninguém quer falar das duras realidades e de um futuro incerto, e ninguém sabe, portanto, para onde seguir, enquanto as dificuldades só se acumulam.

O fim da era de Angela Merkel, o mapa obscuro da pandemia, o Brexit, as tensões com a Rússia e com a China são alguns dos fatores que se unem para fazer de 2022 um ano potencialmente complexo para a União Europeia, no qual se apresentam questões cruciais, como a reforma do pacto de estabilidade, a necessidade de um orçamento específico para a Zona Euro e o papel da Europa em um mundo cheio de tensões geopolíticas.

As notícias perturbadoras são muitas e parecem ter vida própria, desconectadas das demais. Porém, as conjunturas históricas as unificam e lhes dão sentido. São tempos de incertezas, de dúvidas existenciais. Neste momento, sopra um “vento sem norte”, típico de momentos de fadiga da razão, ou de períodos em que a razão instrumental abandona a sua tarefa e cai num sono inquieto.

O problema é que na paralisia atual, tudo é deixado para trás em nome das tarefas do dia, sem nenhum projeto de fundo claro, que sirva de orientação. Para mais de um funcionalista, este talvez seja o caminho a seguir: deixar que a solução dos problemas que surgem e o seu próprio desenvolvimento criem a necessidade de uma unidade maior, que vai sendo alimentada gradativamente. No entanto, sem um plano claro, não poderá ocorrer nenhuma integração real – não apenas sistêmica, mas também normativa.

Cada informação deveria exigir, sem dúvida, a dialética da análise pormenorizada. Estamos em um mundo em que as relações de poder globais estão mudando a passos largos, onde o declínio do império dos Estados Unidos e a emergência da China geram uma dinâmica histórico-social que unifica processos, que coloca em crise a globalização como a conhecemos e impõe mudanças geopolíticas de enorme magnitude.

Novos ventos, velhas tempestades

Os ventos de mudança que sopram de Berlim colocam a União Europeia numa nova era. O novo chanceler alemão, Olaf Scholz, propõe uma mudança de paradigma em seu país para investir na coesão social. Diz que pretende “caminhar na direção de uma Europa federal”, e está aberto à reforma do pacto de estabilidade da Zona Euro. A mudança de tom é evidente.

A França, que está no comando da presidência rotativa da União Europeia desde 1º de janeiro, convocou líderes europeus para uma cúpula informal para definir “um novo modelo europeu de investimento e crescimento”.

Pode ser o momento em que o presidente francês, Emmanuel Macron, e o primeiro-ministro italiano, Mario Draghi, apresentem sua tão esperada proposta de reforma do pacto e da arquitetura institucional da moeda comum para aplicar o que, em sua opinião, foram as lições da pandemia e a crise do euro, quando o PIB demorou quatro vezes mais para se recuperar.

No entanto, o resultado dessas discussões dependerá de vários fatores. Do lado francês, obviamente, a dúvida é sobre quem será o vencedor das eleições presidenciais, que acontecerão na próxima primavera europeia. O panorama mudaria completamente se o interlocutor de Scholz não fosse Macron, e sim a extrema direita de Marine Le Pen ou Éric Zemmour. Enquanto isso, do lado alemão, os acordos internos alcançados pela nova coalizão de governo, sobre como financiar seu maciço plano de investimento, servirão de suporte a algumas reformas europeias.

Desde março de 2020, quando a pandemia chegou ao continente, as regras orçamentárias acrescentadas ao pacto de estabilidade foram suspensas, para dar flexibilidade aos gastos dos governos. Porém, este ano, devem ser tomadas outras decisões sobre o futuro. Em seu primeiro encontro em Paris, Macron pediu a Scholz para ser criativo a esse respeito.

Uma possibilidade é que certos investimentos não contem para efeitos de déficit e dívida, o que alteraria os tetos sacrossantos de 3% e 60% (respectivamente), por exemplo, para destravar aqueles investimentos destinados a promover a transição a energética e a digitalização. Os chamados países periféricos também começam a mudar de ritmo. É o caso do novo governo dos Países Baixos, que lançou um novo plano de investimentos histórico e está prestes a nomear um ministro das finanças sintonizado com as novas teses alemãs.

Outra negociação pendente tem a ver com o futuro do Fundo de Recuperação, cuja ajuda – cerca de 750 bilhões de euros, condicionada à adoção de reformas – deverá terminar, teoricamente, em 2027, apesar de a França quer torná-la permanente.

Um dos promotores desse instrumento, criado para financiar soluções para as questões de dívida comum, foi precisamente Scholz, o último ministro das finanças de Merkel. “Se a Itália tiver problemas, isso seria um desastre para a Europa. Então, os Estados do norte poderiam dizer que a União Europeia não deve nos entregar recursos, ou que eles não estão sendo bem gastos”, avisa o ex-primeiro-ministro italiano Enrico Letta. Seu alerta se aplica a todos: o fundo anti crise pode ser o embrião de uma nova criatura financeira europeia.

A bússola estratégica sem um norte

A presidenta da Comissão Europeia, Ursula von der Leyen, queria ser conhecida por seu caráter essencialmente geopolítico. O objetivo era reposicionar a União Europeia em um mundo que estava mudando rapidamente, redefinindo alianças, interesses e valores. Entretanto, o espanhol José Borrell tornou-se o grande porta-voz destas aspirações, a partir de seu cargo de alto representante dos Negócios Estrangeiros e da Defesa.

O dado central é a apresentação do projeto de documento denominado “Bússola Estratégica” que será discutido por todos os governos e possivelmente aprovado durante a presidência francesa. A bússola tem o mesmo papel que o chamado “conceito estratégico” da OTAN (Organização do Tratado do Atlântico Norte), ou seja, vai definir a situação internacional, riscos e problemas básicos, e propor uma estratégia integrada de acordo com os interesses dos União Europeia.

No entanto, o debate subjacente é o que se deve entender por “autonomia estratégica da União Europeia”. Sempre que se fala em autonomia europeia, se diz, imediatamente a seguir, que é compatível com a OTAN, complementar a esta e sempre destinada a garantir a defesa (militar) do Ocidente.

Na verdade, o que está em jogo é (re)negociar o tipo de aliança com os Estados Unidos. Por quê? É evidente que os Estados Unidos têm novas e determinantes prioridades, que estão mais centradas na Ásia, e que querem exercê-las de forma independente da OTAN e da União Europeia. O governo dos Estados Unidos está definindo uma divisão flexível de trabalho no quadro mundial, para dirigir diretamente tudo o que estiver relacionado ao teatro de operações indo-asiático, enquanto a OTAN ficaria com a responsabilidade de vigiar e confrontar a Rússia.

O tratado de Aukus (entre Austrália, Reino Unido e EUA) incorpora essa política. A França, outra vez, foi descartada e humilhada, perdendo uma área onde tem interesses antigos, e que, segundo a aposta de Macron, seria plataforma ideal para projetar sua influência e poder.

Por outro lado, este cenário é uma prova de que, em momentos decisivos, os Estados Unidos privilegiam exclusivamente os seus interesses, sem ter em conta as aspirações e exigências dos seus aliados, especialmente os da União Europeia. Em outras palavras, a Casa Branca quer uma Europa subordinada, sem capacidade de decisão no tipo de relação internacional que vai se definir no futuro.

Há outro elemento essencial, que é o próprio descrédito da liderança dos Estados Unidos e a necessidade europeia de mostrar maior personalidade, diante de tanto desprezo e humilhação.

Ucrânia, o paradoxo de um absurdo altamente perigoso

O conflito ucraniano pode terminar com as coisas em seu devido lugar muito em breve. Mas, por ora, o cenário psicossocial desencadeado pelo presidente Zelenski, que marca datas para supostos golpes, acusando diretamente a Rússia de estar à sua frente e às suas costas, é marcado por uma lógica de confronto intimidante e altamente perigosa.

Por sua vez, a OTAN fala claramente de uma agressão sem precedentes, enquanto a diplomacia de Moscou insiste que a situação está atingindo um nível que põe em risco a paz na região.

Como sempre, a mídia ocidental renova seus velhos arsenais anticomunistas contra o “império do mal”, e identifica Vladimir Putin com a autocracia tradicional russa, enquanto os intelectuais orgânicos do Ocidente colocam lenha na fogueira, ignorando as consequências devastadoras de um conflito armado em uma área vital da Europa. Confundir análise com propaganda é sempre negativo, e quando se trata de política internacional, muito mais.

Esses debates geralmente surgem dos seus próprios interesses estratégicos e geopolíticos, e da ideia de negar a legitimidade do outro (neste caso, a Rússia). O estado ucraniano tem forças armadas particularmente poderosas, profundamente modernizadas pela OTAN e pelos Estados Unidos, e guiadas por um nacionalismo ferozmente anti russo. É possível que o conflito escale até chegar à situação de se perder o controle, e poderia estar muito perto disso. Já aconteceu nos Balcãs, no passado recente, e nenhuma lição foi aprendida.

Na esfera internacional, a diplomacia russa é reconhecida como uma das mais capazes e sábias do mundo. Tiveram grandes experiências e também sofreram grandes derrotas. Ninguém duvida que eles têm uma visão realista da situação e que sabem melhor do que ninguém que a ocupação da Ucrânia é possível militarmente, mas politicamente pode ter consequências muito negativas para a Rússia.

Pode-se fazer demagogia até chegar ao ponto da estupidez, mas ninguém em sã consciência pode acreditar que a Rússia iria perder a Crimeia e Sebastopol simplesmente porque um governo nacionalista ucraniano decidiu que seria assim. Pode-se pensar que Moscou deixaria a consistente minoria russa nesses territórios à mercê de um governo que fez da russofobia a pedra angular de sua política interna e externa.

Por essas coisas, a Rússia iria e irá à uma guerra, e aqueles que deveriam saber estão cientes disso. É por isso que a imprensa “democrática e livre” insiste na construção do “inimigo” que exige apresentá-la não apenas como feroz, mas especialmente forte e poderosa. A realidade é sempre mais complexa e menos óbvia.

Vamos aos fatos: o produto interno bruto da Rússia é menor que o da Alemanha e seus gastos militares são importantes, mas nada comparável ao orçamento da OTAN, dos Estados Unidos ou dos países europeus como um todo. Segundo os dados de 2020, o país que mais gastou em defesa foram os Estados Unidos, com 778 bilhões de dólares. O segundo foi a China, com 252 bilhões – ou seja, três vezes menos. Em terceiro lugar ficou a Índia, com 72,9 bilhões. A Rússia vem em quarto lugar, com 61,7 bilhões.

Fontes da OTAN relatam que esta organização político-militar atingiu a impressionante marca de 1,03 trilhão de orçamento em 2020, mais da metade do gasto militar total do planeta. Os países europeus da OTAN gastaram três vezes mais em defesa do que a Rússia. Poderíamos seguir listando dados, mas o ponto já está feito: a superioridade estratégica (econômico-militar-operacional) dos Estados Unidos e da OTAN é difícil de negar

Então, vale a pena perguntar: o que está por trás disso? Na verdade, algo conhecido e vivido pela humanidade em sua história tortuosa: o declínio de um império e o surgimento de uma nova potência com força suficiente para questionar a ordem existente. Esse império são os Estados Unidos. A potência emergente é a China.

O paradoxo é grande: quanto mais integração europeia, menos autonomia, menos capacidade para atuar como ator global e como parte dessa nova ordem por vir. Sair da história é passar de sujeito a objeto, uma manobra de massa das grandes potências e sofrer, mais uma vez, a guerra em seu território – e essa é a questão mais dramática.

Muitas coisas podem ser ditas sobre a Rússia, mas há uma que não deve ser esquecida: a atual classe política sabe que não é reconhecida pelo Ocidente, que tem trabalhado ativamente para desmantelá-la como Estado e desagregá-la como sociedade, acusada de ser responsável por todos os males. Cada vez mais, os russos têm a percepção de que serão atacados e que estarão novamente na frente de batalha. Por isso, não há tempo a perder… Enquanto, o outro lado, temos uma Europa flutua à deriva, como a região mais vacinada, e ao mesmo tempo a mais infectada.

Eduardo Camín é jornalista uruguaio credenciado na sede da ONU em Genebra, e analista associado ao Centro Latino-Americano de Análise Estratégica (CLAE)

*Publicado originalmente em estrategia.la | Tradução de Victor Farinelli

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