En nombre de la gobernabilidad, Castillo nombró a Mirtha Vázquez como premier
Mariana Álvarez Orellana
A poco más de dos meses de gestión, bajo presión de un Congreso opositor y la campaña permanente de la prensa hegemónica, y en medio de discrepancias internas entre miembros del gobierno, el presidente peruano Pedro Castillo cambió su gabinete ministerial encabezado por Guido Bellido, nombrando a Mitha Vázquez como su sucesora.
En una nueva tormenta política y extrema tensión entre Ejcutivo y Congreso, el presidente señaló que cambiaba su gabinete para favorecer “la gobernabilidad”, decisión que aplaudió la oposición, pero que en la dirigencia del partido oficialista Perú Libre (PL), del cual Bellido es congresista y dirigente, no cayó bien la salida de su principal ficha en un gobierno en el que conviven diferentes sectores de izquierda. Es más, hablaron de “traición” por este cambio.
Al dejar el cargo, Bellido señaló a la prensa que partidos de derecha se opusieron a su gestión y esos grupos de poder obstaculizaron su labor y además tienen atrapados a los poderes del Estado. “Nuestro pueblo es testigo de que, por encima del Poder Ejecutivo, existen fuerzas y poderes fácticos que gobiernan, presionan, coaccionan, denuncian y persiguen”, acusó, en alusión a la presión mediática contra él su gobierno.
Bellido había dicho que se podrían nacionalizar los recursos de gas natural de Perú, que opera un consorcio liderado por la argentina Pluspetrol, si la compañía no aceptaba renegociar el contrato energético.
Mirtha Esther Vásquez, ex presidenta del Congreso peruano, fue nombrada primera ministra por el presidente Pedro Castillo, quien horas antes anunció la renuncia de Guido Bellido, dirigente del partido oficialista Perú Libre, de línea marxista, en el país minero, a poco más de dos meses de asumir el gobierno. Su experiencia parlamentaria puede ayudar a construir una mejor relación con el Legislativo, señalan los analistas.
Entre noviembre de 2020 y julio pasado, Vásquez se desempeñó de presidenta del Parlamento anterior, luego de un caótico mes en el que Perú tuvo tres presidentes. Antes había alcanzado notoriedad a escala nacional como abogada de Máxima Acuña, campesina iletrada cuyas tierras rurales son disputadas por la estadounidense Newmont, la minera de oro más grande del mundo.
La nueva jefa de gobierno, cuya designación sugiere que el gobierno adoptará una línea más moderada, fue electa legisladora el año pasado postulada por el Frente Amplio, coalición de partidos, organizaciones y movimientos sociales de izquierda y ecologistas. Ella se describe
como activista ambientalista y defensora de derechos humanos.
El Parlamento unicameral controlado por la derecha estaba dispuesto a censurar al ministro de Trabajo, Iber Maraví, uno de los funcionarios cesanteados, para lo cual ya tenían asegurados los votos necesarios. Los sectores más extremistas, con el fujimorismo al frente, embarcados en maniobras golpistas, habían amenazado con una posible destitución de Castillo si Bellido, al que acusan de “izquierdista radical”, continuaba en el cargo.
En total han se produjeron siete cambios. Al de Guido Bellido por Vásquez hay que añadir los de Iber Maraví por Betssy Chávez en Trabajo, Ciro Gálvez por Gisela Ortiz Perea en Cultura, Iván Merino Aguirre por Eduardo González Toro en Energía y Minas, Juan Cadillo por Carlos Alfonso Gallardo en Educación, Juan Manuel Carrasco por Luis Roberto Barranzuela en Interior e Yván Quispe por José Incio en Producción.
Se mantuvieron tres ministros clave: Óscar Maúrtua en Cancillería, Pedro Francke en Economía, Aníbal Torres en Justicia, Dina Boluarte en Desarrollo e Inclusión Social.
Además, continúan en el gabinete presidencial Anahí Durand en Mujer y Poblaciones Vulnerables, Hernando Cevallos en Salud, Walter Ayala en Defensa, Víctor Raúl Maita en Desarrollo Agrario y Riego, Roberto Sánchez en Comercio Exterior y Turismo, Juan Francisco Silva en Transportes y Comunicaciones, Geiner Alvarado en Vivienda y Rubén Ramírez en Ambiente.
El presidente Castillo pareció zanjar controversias. “El equilibrio de poderes es el puente entre el Estado de derecho y la democracia, por lo que tanto la cuestión de confianza, la interpelación, como la censura, no deberían utilizarse para crear inestabilidad política”, dijo; y luego, con la clara intención de echar algo de agua al incendio político, aseguró que ya era hora de “poner al Perú por encima de toda ideología y posiciones partidarias aisladas”.
El domingo Castillo oficializó el lanzamiento de la segunda reforma agraria. Bellido estuvo ahí. Sin embargo, desde el Ejecutivo se aseguraba que el jefe del Estado ya había decidido dar el paso hacia los cambios. El martes, vía su cuenta de Twitter, la Presidencia del Consejo de Ministros reveló que las resoluciones con la ratificación de Julio Velarde al frente del Banco Central de Reserva (BCR) y el nuevo directorio fueron derivadas desde el viernes al Despacho Presidencial.
Fue Castillo quien le comunicó a Bellido que no seguiría en el cargo, pero éste reaccionó de mala forma. Luego, en la conferencia de prensa que dio en la tarde, se mostró sereno y le agradeció al presidente por la oportunidad y sugirió que quien lo reemplace debe ponerse en “sintonía” con el pueblo y no con los “poderes fácticos”. Y sostuvo que la renegociación del contrato de Camisea es un “imperativo”.
La asunción de Vásquez fue rechazada por las facciones radicales de Perú Libre, que exigen al presidente una “cuota de poder” en el gabinete, sin éxito. “La bancada no respalda este gabinete, porque consideramos que es una traición”, exclamó Vladimir Cerrón, secretario general del partido, en los exteriores de Palacio de Gobierno.
Para Jeffrey Radzinsky, del Grupo Fides Perú, Guido Bellido, era un pasivo para el Gobierno porque generaba controversia con sus posiciones férreas. Se está dejando de lado a un ministro confrontacional y del ala más cercana al ideario de Cerrón. Dijo que lo positivo es que una figura así queda fuera. Lo negativo es que nuevamente el Gobierno muestra debilidad, lo que evidencia una incapacidad para nombrar equipos.
Ahora hay una oportunidad que tiene el presidente de la República para fortalecer el liderazgo. Eso va a depender de varios factores: del gabinete y de la cohesión que tenga su bancada, que está fragmentada en varios grupos, añadió.
Castillo mantuvo en el cargo al canciller Óscar Maúrtua, quien ya había sido ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Alejandro Toledo (2001-2006) y quien lo acompañó en su reciente gira por México y Estados Unidos, y a su ministro de Economía Pedro Francke, izquierdista que trabajó en el Banco Mundial y quien juró por un avance sostenible hacia el buen vivir sin distinción de género y orientación sexual.
* Antropóloga, docente e investigadora peruana, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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