El domingo se vota en Argentina: cada uno atiende su juego
Juan Guahán|
El próximo domingo los argentinos votarán en estas Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO). Son las elecciones de medio período para este gobierno de una coalición de peronistas, kirchneristas puros y radicales kirchneristas. Las principales fuerzas de oposición son el neoliberal PRO (que encabezan Horacio Rodríguez Larreta y Mauricio Macri) y su alianza con un renacido radicalismo que apunta disputar la próxima candidatura presidencial. La mayoría de los gobernadores se refugia en la defensa de su terruño. Pero también hay otro sinnúmero de fuerzas que esperan sacar algunas ventajas de tantas veleidades.
Agravios, insultos y chicanas farandulescas que buscan minutos de pantalla o centímetros de gráfica, ocuparon el lugar de algún tipo de debate. Mientras tanto el pueblo los observa, con cierto cansancio, desde la distancia de una situación que ni los “alivios” (subsidios estatales), ni la propaganda, de la campaña electoral puede disimular.
Con el ingreso de este mes de setiembre llegan los aumentos planificados para los colegios, alquileres, expensas, prepagas, que golpean centralmente a los sectores medios. De lo que les espera a los más humildes y sus necesidades alimentarias mejor no hablemos porque son cada día más inalcanzables.
El gobierno, sus necesidades y expectativa electoral
En el gobierno hay preocupación por estas elecciones. Tal inquietud tiene que ver con cuestiones cuantitativas -los números- y también con temas de fondo, acerca de cómo queda parado el gobierno, su situación interna y futuro. Los resultados de las cuatro elecciones provinciales previas (Misiones, Salta, Jujuy y Corrientes) de los últimos meses lo están dejando más que preocupados.
Para la cultura distribucionista del kirchnerismo no es fácil gobernar en esta coyuntura. Tienen que hacerlo en medio de las dificultades de tener que abordar una campaña con menores recursos económicos. Con la población harta de tanto esperar el fin de una pandemia que no termina de irse y cuyo paso –más allá de la propaganda- no deja bien parado al gobierno.
Y con datos de una economía que estará, en los cálculos más optimistas, en los inicios del 2022 por debajo del nivel de fines del 2019.
En el gobierno hay dos miradas complementarias. Una observa los números globales del país y particularmente los de la Provincia de Buenos Aires. Una victoria en ambos casos fortalecería a todo el gobierno y le permitiría márgenes para distintas maniobras, hasta “jugar” con alguna licencia temporal al presidente Alberto Fernández, sin que ello cuestione el poder de la coalición, o darle mayor visibilidad a su perspectiva de reformar la Constitución.
Es probable que -a pesar de todo- el gobierno alcance ambos objetivos electorales. Una derrota en alguno de ellos afectaría seriamente las posibilidades del gobierno y el camino a las legislativas de noviembre estaría lleno de escollos.
La otra mirada del gobierno apunta a los números legislativos: senadores y diputados. En este sentido las cosas no son tan sencillas para el gobierno. En el Senado es probable que quede bordeando la pérdida del quórum propio que hoy ostenta. Recordemos que esa Cámara renueva legisladores electos en el 2015, cuando el kirchnerismo fue derrotado nacionalmente pero tuvo una muy buena cosecha en las provincias que elegían senadores.
La situación ahora ha cambiado. No es descartable que el kichnerismo, al frente de la coalición que gobierna nacionalmente, pierda senadores en Córdoba, Corrientes, Santa Fe y Chubut.
En cambio en la Cámara de Diputados la situación tiene otra lectura, porque los diputados que renuevan fueron electos en el 2017 y -en esas elecciones- al Frente de Todos no le fue tan bien y sufrió una dura derrota en territorio bonaerense. Eso redujo su recolección de diputados.
e modo tal que, en esta convocatoria, es probable que sume más diputados y se acerque al quórum propio, con la posibilidad cierta de acceder al mismo con unas pocas alianzas con otras fuerzas peronistas o provinciales del interior.
La oposición con un radicalismo que quiere más
La oposición de Juntos por el Cambio -en general- y del radicalismo (Unión Cívica Radical) en particular apostó buena parte de sus fichas mirando más a la interna entre el PRO y los radicales que a lo que pasa con el gobierno. En su enfrentamiento con el Frente de Todos, saben que no pueden ganar y solo aspiran a un resultado que los deje en carrera para el 2023 y ahora puedan encaminar su interna.
Los sumisos radicales del período 2015/2019 se han despertado y parecen dispuestos a dar pelea. Los alienta el hecho de su baja presencia en la desastrosa gestión de Macri. También confían en la amplitud de su extensión territorial de su arraigado aparato.
Alimentan su actual expectativa la existencia de un mediático candidato –Facundo Manes- de cuna radical pero ajeno al aparato partidario y con vocación presidencial para el 2023. Un triunfo electoral de Manes sobre Santilli en la interna bonaerense colocaría a este candidato en el podio de aspirantes para el 2023, pero una derrota –si no es por paliza- tampoco lo deja afuera.
La candidatura de Manes le da una sobrevida al radicalismo. Genera ilusiones en los sectores medios y su origen radical pero distante del aparato y del Estado le da varias ventajas. Esto hace que sea un candidato que difícilmente pueda ganar pero que resulta imprescindible para quien quiera hacerlo. Las recientes elecciones provinciales, particularmente Jujuy y Corrientes, han favorecido sus planes.
La reaparición de Macri en medio de la campaña es un índice de la preocupación de esta oposición frente a la irrupción de candidatos que –por derecha- les quitan votos. Esperan ganar en Capital Federal, Corrientes, Jujuy y Mendoza.
Los gobernadores ponen fichas en su propio territorio
La mayor parte de los gobernadores padece la avaricia del unitarismo porteño y bonaerense. El manejo de los recursos es la prueba más rotunda de esta afirmación.
Es por eso que, salvo los directamente involucrados como el caso de los gobierno bonaerense y santacruceño, la mayoría se recuesta sobre el oficialismo e irá con las boletas del Frente de Todos, pero sin mayor convicción. Las dudas y cuestionamientos quedarán para otro momento.
El Frente de Todos espera una amplia cosecha en el interior, aunque son muchos los puntos oscuros. Además de las provincias ya señaladas, donde la oposición de Juntos por el Cambio espera ganar o hegemonizar la corriente ganadora, hay otras variantes.
En Misiones, Salta y Santiago del Estero se espera la victoria de fuerzas de características provinciales. Es particularmente importante el caso de Santiago del Estero por su reconocida alianza, hasta ahora con Cristina Fernández de Kirchner y por la histórica diferencia de votos que aportaba al kirchnerismo.
En estas PASO deberá confrontar con un Frente de Todos que responde al presidente de Diputados, Sergio Massa. Otro caso significativo es el de Córdoba donde Juan Schiaretti actúa abiertamente por fuera del Frente de Todos, a pesar de controlar la sigla del PJ. Es muy confusa la situación de Chubut, allí se juega la suerte de tres senadores, todos ellos hoy pertenecen al Frente de Todos.
“Terceras fuerzas” y sectores agresivos apuestan fuerte
Las dos principales fuerzas políticas que se enfrentan en las PASO y que constituyen los bordes de la “grieta” que han creado, iniciaron la campaña procurando correrse al centro. Ello fortaleció a fuerzas tradicionalmente terceristas y los extremos del cuestionamiento liberal más duro. Todo ello acompañado por el hartazgo popular hacia la dirigencia tradicional.
Hay algunas fuerzas que muy posiblemente reciban un volumen de votos superior a los de las últimas contiendas. Una está encabezada por Florencio Randazzo, quien se refugia en la gestión que él mismo protagonizó coo ministro de Transportes, de la mano de Cristina, a la que ahora critica duramente.
Otro beneficiado puede ser la versión liberal de José Luis Espert. También espera mejorar sus registros el Frente de Izquierda y los Trabajadores (FIT), que –explícitamente- busca constituirse en tercera fuerza de tipo parlamentario, desplegando mansas y masivas movilizaciones callejeras en pos de legítimas reivindicaciones. El crecimiento de estas tendencias puede ser importante.
Por fuera de estas perspectivas, ya conocidas, crecen otras mucho más disruptivas. Entre ellas se destaca una que sentó sus reales en la Capital. Ella se apoya en dos sectores que llamativamente están coincidiendo. Su gran protagonista es el “libertario” de derecha Javier Milei. Su irrupción, junto a la de Manes, en territorio bonaerense, son las dos grandes –aunque muy diferentes- novedades de estas elecciones.
Milei protagoniza un desafiante discurso contra el sistema político identificándose con los sectores más reaccionarios. El mismo es acompañado por una abogada que ocupa el segundo lugar entre las candidaturas a legisladores y que defiende a familiares de militares involucrados en la Guerra Sucia.
Allí confluyen jóvenes de clase media y sectores promilitares. Con el aval de la prensa cipaya y de sectores empresariales ocupan un lugar de difícil acceso para las organizaciones populares. Ese espacio tiene una visión catastrófica sobre el futuro económico y se alimenta de la bronca existente en la sociedad.
Entre las causales de este fenómeno ocupa un lugar central este constante “posibilismo” que ata de manos y pies a los diferentes gobiernos nacionales. Ello explica esta campaña donde no se discuten ideas, programas o proyectos, sino que es una suma de enfrentamientos verbales. Todo ello aumenta el hartazgo de la sociedad.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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