La democristiana Provoste se suma a la lucha presidencial chilena, junto a Boric y Sichel

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Cecilia Vergara Mattei

La presidenta del Senado, Yasna Provoste, de la Democracia Cristiana, sumó su candidatura por la centroderecha chilena para las elecciones presidenciales previstas para el 21 de noviembre y puede convertirse en una dura competidora, ya que es capaz de restarle votos tanto al candidato de la centroizquierda Gabriel Boric, como al de la derecha, Sebastián Sichel..

Con esta consulta ciudadana (no fueron oficialmente primarias) ahora sí se inicia la carrera definitiva a la presidencia, terminadas las especulaciones y con todas las cartas que disputarán la primera vuelta a la vista. Por ahora Boric y Sichel, cada uno por su lado, largan con ventaja, pero hay que ver como se posicionan los otros candidatos que surgieron desde la derecha, Parisi y Kast, y Provoste, de la centroderecha que desde el gobierno insisten en que es un centroizquierda.

Provoste venció en la consulta popular celebrada el sábado 21 por los partidos de tendencia centrista y centroderechista que integran el bloque Unidad Constituyente, al obtener el 62,2 por ciento de los votos, según resultados parciales. El total de participantes no superó las 150 mil personas (preveían que votara al menos un millón de ciudadanos), muy lejos de las votaciones de la lista de Chile Vamos y Apruebo Dignidad.

Este formato de emergencia, que surgió tras la imposibilidad de estos partidos -que formaron el núcleo de la Concertación de Partidos por la Democracia que gobernó Chile tras el fin de la dictadura en 1989 – de llegar a un acuerdo con el Frente Amplio y el Partido Comunista quienes finalmente celebraron sus primarias legales bajo el nombre de “Apruebo Dignidad” donde el frenteamplista Gabriel Boric venció al gran favorito, el comunista Daniel Jadue.

A contrarreloj: los nudos de la primaria de Unidad ConstituyenteProvoste superó ampliamente a Paula Narváez, propuesta por el Partido Socialista, el Partido por la Democracia y otras fuerzas menores, que obtuvo el 26,4 de los sufragios, y Carlos Maldonado, del Partido Radical, con 11 por ciento. Pero, más allá de la debilidad de la coalición, Provoste –no la Democrcia Cristiana- logró un triunfo personal importante. Y puede resultar extraño que se impuso, sorpresivamente, como carta de su partido, pese a que este ya había definido a Ximena Rincón como candidata.

Para algunos analistas, la presidenta del Senado es una especie de anti-DC dentro de su colectividad, con un discurso más progresista, distante de la élite de su partido, una mujer dialogante que logra cruzar fronteras. Su figura le entrega un balón de oxígeno a una coalición en franco declive, unida solo en el papel, porque tiene la capacidad de “robarle”  votos a los candidatos de derecha e izquierda, ya instalados y posicionados en el imaginario colectivo.

Para otros, hubo escasa información sobre los locales de votación, una intencional baja cobertura de los medios tradicionales y hegemónicos, preocupados por el hecho de que Provoste le puede quitar votos al candidato oficialista Sebastián Sichel  una fatiga electoral que ya tiene a la población observando con distancia estos procesos, luego de la gran cantidad de votaciones en menos de un año. Pero todo eso no excluye a los partidos de la ex Concertación y ex Nueva Mayoría, de su responsabilidad, incapaces de convocar a la gente, ni siquiera a sus propios militantes.

Ahora, el gran desafío de Unidad Constituyente es pasar a segunda vuelta. Tiene bajísimo respaldo y su oferta no es clara. Juega contra el tiempo y debe definir muy rápido los tres o cuatro ejes con que marcará la diferencia con Sichel y Boric, porque en los debates no hubo grandes anuncios y se consolidó una cierta percepción de que eran más de lo mismo. Y la irrupción de las candidaturas de Parisi y José Antonio Kast, compitiendo contra Sichel,  vuelve a abrir posibilidades de que la derecha, incluso, no esté en el balotaje.

El otro gran desafío de la ex Concertación será mostrar unidad entre la DC, PPD, PS, PR, Liberal, Ciudadanos,con renovación de rostros, pues si no estarían proyectando la vieja política, esa que los chilenos detestan hace un buen rato. Al frente tienen a dos candidatos que lograron quebrar la lógica de “los mismos de siempre”.

De ascendencia indígena, Provoste celebró su victoria desde Vallenar, en el norte del país, y al respecto aseguró en sus primeras palabras que permaneció en su ciudad natal “porque la señal que queremos dar es que vamos a abrir La Moneda a este Chile: al de las regiones y las comunidades’. Sorprendió al puntualizar que de llegar a la presidencia, luchará para que Chile sea un Estado plurinacional.

Subrayó que toda la oposición ‘tenemos que ser capaces de trabajar en unidad por el bien de nuestro país, pues ‘el próximo gobierno no puede llegar a improvisar y tampoco cambiar de un Sebastián (Piñera) a otro (Sichel)’ del mismo signo. La derecha había intentado devaluar a la candidata, curiosamente considerándola de “izquierda”, dejando al descubierto cierta inquietud.

Aún cuando los tres candidatos de la centroderecha  fueron ministros en distintas etapas de los dos gobiernos de Michelle Bachelet (2006-2010 y 2014-2018) y con la candidatura de Narváez apoyada explícitamente por la expresidenta en enero de este año, Provoste parece ser su discípula más aventajada, desde su forma de hablar y mover las manos hasta su viveza para eludir preguntas, como cuando le preguntaban por qué aún no renuncia a la presidencia del Senado o lo mucho que demoró en anunciar su candidatura.

Como ministra de Educación debió negociar exitosamente con los estudiantes en 2006 durante la llamada “revolución pingüina”, pero en 2008 fue acusada constitucionalmente y fue destituida por irregularidades en el pago de subvenciones escolares a colegios públicos y particulares-subvencionados. Una operación política de la derecha más dura, según ella .

La sanción le impidió ejercer cargos públicos hasta que fue electa diputada (2014-2018) y luego senadora desde 2018 hasta hoy. A  inicios de este año impuso el concepto de “mínimos comunes” sobre el que la oposición debería negociar con el gobierno de Piñera en temas sensibles como los retiros de las pensiones al mismo tiempo que las encuestas la posicionaban como presidenciable para sorpresa de Narváez.

El 21 de noviembre también se celebrará la elección de diputados, senadores y consejeros regionales. El 19 de diciembre está fijada, en caso de ser necesaria, la segunda vuelta presidencial. Ante este panorama ya está bastante claro quienes serán los candidatos que se disputarán el cargo: Provoste, Sichel y Boric, representantes de la centroderecha, derecha e izquierda Hay otros candidatos como José Antonio Kast, del ultraderechista Partido Republicano, que intenten ganar espacios en redes sociales al estilo de Bolsonaro y Trump.

* Periodista chilena, asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)

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